“El Monumento es el espacio que nos une a todos”
Al cumplirse 204 años del primer izamiento de nuestra bandera, rescatar los ideales de Manuel Belgrano de Libertad e Independencia y reafirmar los valores de la solidaridad y la igualdad es un desafío de nuestro tiempo.
- Ciudad
- Feb 27, 2016
Por Alejandra Ojeda Garnero
El 27 de febrero de 1812 a las 18,30 el entonces coronel Manuel Belgrano izó por primera vez en Rosario y a orillas del río Paraná la bandera argentina.
En plena época de las llamadas “guerras de Independencia”, Belgrano tenía la misión de vigilar la ribera del Paraná para evitar la incursiones realistas. Para cumplir con la orden de cuidar la Villa del Rosario creó dos baterías, una en las adyacencias de lo que hoy es la Catedral, a la que llamó “Libertad” y otra cruzando el río, en la isla del Espinillo a la que denominó “Independencia”.
Pero la sola creación de las baterías no era suficiente, necesitaba algo más y como reza el oficio que envió al Gobierno Superior del Río de la Plata, el general comunicó “he dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes, que se formasen todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño. Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”.
“La Villa del Rosario no tenía fecha de fundación y la fecha más emblemática para la ciudad es cuando ese 27 de febrero Belgrano hace izar por primera vez la bandera. Una bandera que fue bendecida por el cura párroco, Julián Navarro, un revolucionario. Fue confeccionada por María Catalina Echeverría”, recreó Elsa Vicente. A la vez que señala que “es importante imaginar ese momento, con el pueblo de la aldea reunido en la barranca, la batería Independencia saludo con cañonazos desde la isla de enfrente. Las dos baterías, Libertad e Independencia no son nombres casuales, expresan la posición política y los ideales de Belgrano”.
Así nació nuestra enseña Patria, el símbolo que nos identifica como argentinos y el que nos iguala, el que nos contiene y nos representa. Y el que llevamos con orgullo en cada acto, en cada partido de fútbol, en cada fecha patria y con más fervor si nos encontramos en otras tierras.
Años más tarde la ciudad decidió homenajear ese momento de la historia y dispuso la creación de un símbolo en homenaje a otro símbolo. Así nació el Monumento a la Bandera.
Como ya todos conocemos, en 1940 se realizó un concurso donde resultó ganador el proyecto de los arquitectos Ángel Guido y Alejandro Bustillo y los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. Su construcción comenzó en 1943 y se inauguró el 20 de junio de 1957.
Pero no fue hasta pasadas largas décadas que el Monumento se transformó en un lugar especial, no sólo para los rosarinos en particular o los argentinos en general, sino para cualquier habitante de este planeta que se enfrente a tal monumental construcción.
Lugar emblemático, ícono, punto de encuentro y de visita obligada para propios y ajenos, nadie pasa por Rosario sin visitar el Monumento a la Bandera.
Para saber más sobre su historia lo recorrimos por dentro y dialogamos con su director, Hernán Colautti y la responsable del Departamento Educativo, Elsa Vicente.
Para Colautti “sin duda es el espacio más emblemático que tiene la ciudad, por excelencia. Pero que el rosarino tiene incorporado como un espacio más. Es un espacio que tiene una connotación muy especial y aparte tiene un valor simbólico muy importante”.
“Naturalmente el rosarino lo adopta como un espacio de unión, de visibilidad para lo que quiere decir y expresar, y nosotros lo entendimos de esa forma a partir de la vuelta de la democracia. Este espacio se fue resignificando en un espacio donde la sociedad se manifiesta, donde vienen a disfrutar de espectáculos públicos. Desde hace un tiempo observamos que hay un sentido de pertenencia y una apropiación del espacio muy diferente a tiempos atrás donde este era un espacio que únicamente mostraba la historia o parte de la historia de nuestro país”, graficó el director.
Desde su inauguración y hasta la llegada de la democracia en el Monumento sólo se realizaban actos oficiales o protocolares. Luego se fue convirtiendo en un espacio de múltiples eventos.
Existen fechas inolvidables donde el Monumento cobra un protagonismo indiscutible. Cómo olvidar la primera cita con algún noviecito/a, el día de la primavera, alguna que otra chupina y cuántas otras anécdotas que seguro se podrán rememorar buceando en la memoria.
Colautti asegura que el Monumento se transformó en el “lugar de protesta, de la propuesta, de la alegría, de los festejos y desde la gestión municipal se ha trabajado mucho en la apertura del espacio para distintos eventos, en lograr que este espacio que se conocía por fuera, que era escenario natural para eventos y manifestaciones también se reconozcan otros espacios como la sala de las banderas, que es hermoso. Donde están representados todos los países que integran la Organización de Estados Americanos y es un espacio que hemos resignificado en un espacio cultural donde haya propuestas de arte, de muestras itinerantes, donde se lleven adelante espectáculos teatrales, musicales y no solamente los actos protocolares que es lo que normalmente se hacía en este lugar y que normalmente era utilizado por unos pocos”.
Quienes pasaron los 30, podrán recordar que el Monumento terminaba en el Propileo, pero en el año 1999 fue inaugurado el Pasaje Juramento que lo conecta con el caso histórico de la ciudad, respondiendo al proyecto original del arquitecto Guido. En esta obra se destaca un camino puente sobre un espejo de agua en movimiento, en el que se emplazaron las esculturas del monumento que no fue, el de Lola Mora realizado en los primeros años del siglo XX.
Para 1910, en el centenario de la Revolución de Mayo, se le encargó a Lola Mora un Monumento a la Bandera, pero en 1925 se rescinde el contrato y no se hizo pero alcanzó a traer algunas esculturas de Italia que se emplazaron en el lugar. Fue muy criticada, no solo del mundo del arte y la cultura sino también desde el mundo de la política. Y sobre todo por ser mujer, una gran artista y una mujer de vanguardia. Las diez esculturas allí emplazadas no son casuales, como tampoco lo son las figuras que representan esas esculturas, está Belgrano; los granaderos, la libertad, imponente rompiendo las cadenas; los gauchos; la familia. Porque Lola Mora había pensado un monumento donde arriba estuviera la libertad y debajo Belgrano, su ejército y el pueblo reunido ayudando a defender la libertad en el norte del país.
“A partir de eso se trabajó mucho en la apertura, en la pluralidad y en la posibilidad de que todos aquellos que tengan propuestas culturales que quieran visibilidad en la ciudad, no solo a los consagrados que vienen y sabemos que se hacen eventos multitudinarios, sino también a aquellos artistas de la ciudad que hacen al movimiento cultural y que muchas veces no encontraban un espacio y el Monumento se ha transformado en un lugar que le da visibilidad a muchas voces”, aseguró el director.
Hoy “el monumento integra todo, lo artístico, lo histórico, lo cultural. Nuestra idea es la puesta en valor del patrimonio histórico de la ciudad y la apropiación de eso, porque yo tengo el concepto que los símbolos cohesionan socialmente y hoy la sociedad necesita de esa cohesión que se da a través de lo simbólico y de estos espacios”, afirma Colautti.
Todos los que habitamos esta ciudad pasamos diariamente o no tanto frente al Monumento. Pero ¿realmente lo conocemos? El director de la institución asegura que “sigue siendo un gran desafío que el rosarino lo conozca en profundidad porque todos pasamos por enfrente lo vemos sabemos que está y aseguramos que lo conocemos y realmente no lo conocemos porque no conocemos su valor histórico, su valor simbólico, ni la posibilidad que brinda un espacio con estas características que se puede recorrer por dentro que se puede subir al mirador” y tantas otras cosas.
El Monumento a la Bandera, nuestro Monumento es único en su tipo. Existen miles de monumentos a la bandera, pero no existe otro como el nuestro. Es el único que se puede recorrer por dentro, que no es poca cosa. Todos los demás, y sin desmerecer ninguno, están compuestos por una pirámide o un mástil y lo único que se puede hacer es observarlos, rodearlos para ver todas sus caras y nada más.
Y no es una reflexión caprichosa, “algunas encuestas realizadas en algunos los medios revelaron que el 70 por ciento de los rosarinos nunca subió al mirador de la torre del Monumento y ni siquiera sabían que existía un mirador. Otro tanto no conoce la sala de banderas”, reveló Colautti.
Increíble o no, es así. “El año pasado fuimos reconocidos por prestadores de turismo internacional. En portales de empresas de turismo, más de 4 millones de opiniones positivas hicieron que el Monumento esté entre los primeros veinte lugares de América Latina para visitar y en la Argentina está en segundo lugar como espacio a conocer”. Pero la sorpresa es aún mayor cuando el director revela que “el año pasado superamos el millón de personas que visitaron este espacio. Y los rosarinos no tomamos dimensión de lo que significa, es el lugar que hace conocida a la ciudad en el mundo. Es la postal de la ciudad, grandes eventos internacionales como el Dakar o el mundial de patín eligen el Monumento a la Bandera para promocionar sus actividades y eso nos da la opción de potenciar la mirada turística acerca de la ciudad”.
Para los rosarinos es un edificio más, que de pronto quedó inmerso entre los edificios que lo rodean y dejó de ser el lugar más alto de la ciudad después de la cúpula de la Catedral.
“Es un espacio que tiene un valor simbólico muy importante y especialmente el Patio Cívico, la explanada es un espacio que iguala, cuando estamos en el patio cívico somos todos iguales, no importa la condición social, el nivel educativo, no importa absolutamente nada, estamos todos en el mismo lugar disfrutando del mismo espectáculo o manifestando lo que pensamos en igualdad de condiciones y ese es el espíritu de aquellos que pensaron en este lugar. Que sea un lugar que iguale y ahí radica la importancia y la mirada que tenemos de este espacio que, de todos modos, sigue siendo el gran orgullo, para cualquier rosarino”, concluyó Colautti.
Para conocer el Monumento y toda su historia, ofrecen desde la institución visitas guidas, especialmente los fines de semana. Y fue grata la sorpresa cuando Elsa Vicente, responsable del Departamento Educativo manifestó que “nos sorprende, que hace un tiempo se incrementó la cantidad de rosarinos que participan de esas visitas”.
Turistas de distintas latitudes y de los más recónditos rincones del planeta llegan a Rosario para conocer el Monumento. También muchos visitantes del interior del país. Pero lo sorprendente es que algunos e emocionan hasta las lágrimas al estar frente a tamaña obra arquitectónica, que no sólo es eso, sino que representa al ser nacional y todo lo que el pueblo argentino luchó desde las guerras de independencia hasta nuestro días, es una forma de contar la historia y de volver a los valores de los próceres que lucharon por la libertad de este pueblo.
El Monumento a la Bandera es una nave que representa a la Argentina, que marcha hacia el futuro en busca de mejores destinos. Y no sólo lleva a los argentinos, lleva su historia, sus símbolos, su manera de ser y de pensar. Está compuesta por la Proa y Torre que simboliza el hito fundacional de Mayo de 1810. En la base está la cripta que homenajea al General Manuel Belgrano. El Patio Cívico se recorre mediante una escalinata que pretende hacer sentir las dificultades y obstáculos que debieron afrontar las generaciones posteriores a 1810 para organizar la sociedad argentina: guerras, conflictos, discusiones, pactos. Por último el Propileo Triunfal de la Patria que simboliza la Constitución de 1853, donde se encuentra la Llama Votiva, permanentemente encendida en homenaje a todos los que perdieron la vida por la patria, y también a los caídos en Malvinas. Y lo llamativo de este espacio que no es tan conocido porque la mayoría de las personas pasan sin advertirlo, son cuatro estatuas que se encuentran dentro del Propileo que representan distintos momentos de la vida continental América Indígena, América Colonial, América Constitucional y la América Futura, que lleva un bebé en los brazos.
“En el tiempo que se construyó el Monumento la palabra clave es Patria. Estamos en un contexto de nacionalismo y Patria es esa religión civil que nos une a todos. Nuestra Constitución nos da libertad de profesar una religión pero la bandera nos une a todos, la Patria es única y es nuestra, es de todos y somos todos iguales. Y la Llama Votiva da ese sentimiento de trascendencia de sacralidad del ser argentino no va a morir ni acá ni en ningún otro lugar”, explicó Elsa Vicente.
Otro lugar de visita obligada es la Sala de Honor de las Banderas de América, ubicada debajo del Propileo contiene las banderas de los países americanos y simboliza la hermandad de las naciones libres de América.
Volviendo a los recuerdos emotivos de la infancia, los más jóvenes seguro son los más privilegiados. Porque hace más de veinte años con la llegada del mes de junio el Monumento se prepara para recibir a miles de estudiantes de diversas regiones del país que llegan para realizar su Promesa de Lealtad a la Bandera. Es una instancia donde expresan su compromiso con la democracia, la participación y la convivencia desde la reafirmación de los valores de libertad, solidaridad e igualdad. Valores que sería importante rescatar y poner en práctica. La ceremonia se realiza a cielo abierto y se extiende hasta el mes de agosto con una jornada más acotada en la Sala de las Banderas.
El Monumento a la Bandera, es único en su tipo, es el símbolo más emblemático de la ciudad, es nuestro. Visitarlo, recorrerlo, sentirlo es un privilegio del cual no te podés privar.