Le quitaron a su hijo en 2014 y sigue luchando por recuperarlo

Micaela no cesa en el pedido de restitución de su niño. Una escabrosa historia de complicidades y poder que se inició en la Maternidad Martin cuando ella tenía tan solo tenía 13 años. "Fue un camino muy largo y espinoso, pero gracias a los fallos de la CIDH y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, han quedado expuestas la gran cantidad de irregularidades", sostuvo Marta Haubenreich una de las abogadas del caso.

 

Todas las semanas se emite por el canal de YouTube de Conclusión un ciclo que busca acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, aborda diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo, Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron con la abogada Marta Haubenreich, quién junto a otras tres colegas lleva adelante una estoica batalla legal en búsqueda de lograr justicia en un caso tan espinoso como delicado. El caso judicial reúne ribetes escandalosos. La historia de Micaela y la lucha por recuperar a su hijo, viene escribiendo extensos y pesados capítulos. Esta joven tuvo su bebé cuando tenía apenas 13 años, con el agravante que se enteró que estaba embaraza sobre el final de la gestación.

Un contexto por demás de complejo que vincula este hecho con un abuso intrafamiliar. Desde aquel momento, fue víctima de distintas presiones para que diera en adopción a su hijo, pero como dato saliente, todo debía realizarse antes de nacer, la ilegalidad como estandarte máximo.

Cabe destacar que desde el primer minuto la adolescente se manifestó en contra de esta posibilidad, oponiéndose a entregar a su hijo en manos de quiénes hasta el día de hoy, son sus cuidadores. Las intervenciones de la Maternidad Martin, la Defensoría y la Justicia de Familia, fueron explícitamente contrarias a los derechos de la niña.

Una historia que podría encuadrar perfectamente en un claro tráfico de influencias y apropiación, un caso que atraviesa las fibras más sensibles del estado que de no ser por la valentía, ética y compromiso humano de un grupo de abogadas, el mismo seguiría durmiendo el sueño de los injustos. La historia de Micaela es solo una de las tantas que pululan a lo largo y ancho del país, una lúgubre realidad que encuentra en la vulnerabilidad social, tierra fértil para que este tipo de sucesos macabros puedan continuar con su curso.

Su caso y su reclamo llegaron incluso hasta la Comisión Interamericana de DDHH, que el 22 de agosto de 2023 dictó una sentencia mediante la cual declaró la responsabilidad internacional del Estado de Argentina (en adelante el “Estado” o “Argentina”) por la violación a diversos derechos en el marco de un proceso administrativo y judicial que implicó la separación del niño de su madre. Cabe destacar que en los últimos días la Corte Suprema de Justicia de la Nación, instó a la provincial a rever el caso contemplando las circunstancias contemplando la serie de irregularidades que lo envuelven.

Hoy el niño en cuestión tiene 10 años y continua bajo la tutela de sus “cuidadores”, quienes aún conservan la tenencia pese a lo ilegal de la acción adoptiva llevada adelante. Pese a ello, Micaela, su joven mamá, no baja los brazos y sigue luchando por la restitución y reconstrucción de vínculos. La batalla no es nada fácil, ya que, al aturdidor y llamativo silencio mediático, se le suma el deshumanizante estigma de la pobreza. Lo ilegal y abusivo no puede imponerse, que sea justicia.

 

 

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