MARTES, 26 DE NOV

Pascual Di Tella sueña con llevarse una medalla de los Juegos Olímpicos

El esgrimista, uno de los deportistas argentinos clasificados a los Juegos de París, alcanzó una meta personal y le dio continuidad a una larga tradición familiar olímpica, aunque para eso tuvo que poner en pausa su otra gran pasión, la música.

El esgrimista Pascual Di Tella, uno de los deportistas argentinos clasificados a los Juegos de París, alcanzó una meta personal y le dio continuidad a una larga tradición familiar olímpica, aunque para eso tuvo que poner en pausa su otra gran pasión, la música.

La historia deportiva de la familia comenzó, por un lado, con su abuela Cristina, su madre Astrid y su tía Francisca en esquí, y por otro con su padre Rafael en esgrima, la misma disciplina que llevará a Pascual a París y que dejó a su hermana Isabel en la puerta, sin poder conseguir la clasificación.

«En los Juegos medio que se conocieron mi papá y mi mamá, así que por eso siempre fue un objetivo clasificar. Es muy lindo poder tener esta continuidad en nuestra historia», dijo Di Tella en una entrevista con Reuters.

En tanto, destacó: «La verdad es que ellos son bastante relajados, no es que ponen más presión, y está bueno hablar con tus padres, que entiendan algo del tema de competir».

La preparación para la cita olímpica puso una pausa en la música, que es la otra pasión que Pascual persigue en Estados Unidos, donde se instaló por el roce internacional en su deporte y los estudios que completó con licenciaturas en Filosofía y Ciencias Políticas.

«Cada vez es más difícil pensar en volver (a Argentina), tengo un trabajo acá que me gusta mucho. Aunque mi fantasía siempre es volver. Extraño la comida, los amigos, el club, la manera de entrenar diferente, pasándola bien».
En Nueva York, el argentino trabaja en la industria de la música en una compañía que organiza giras para figuras como J. Balvin, Juanes, Molotov y Farruco. A la vez, tiene un proyecto como solista que se llama Ex Reii y que piensa retomar después de los Juegos.

«La música me apasiona, pero la competencia es muy satisfactoria porque ganás o perdés, es muy concreto. Una canción te parece increíble y después tal vez no funciona. Las dos facetas están buenas», señaló.

En la preparación para los Juegos, el día de Di Tella se volvió muy intenso, según explica. Arranca con una sesión física a las 08, va a la oficina hasta las 19.00 y después, cuatro veces por semana, cierra la jornada con sesiones técnicas.

Durante la semana suma un día de fisioterapia, una sesión extra de gimnasio los domingos y la práctica de algún otro deporte, generalmente el squash. «A veces no llego a hacer todo».

«La mayoría de mis rivales se dedica 100% al esgrima, debe haber apenas uno o dos como yo. Como no es un deporte que pague mucha plata, seguro debe haber algún otro pensando en pagar el alquiler», indicó el argentino, que vive en Brooklyn.

«Acá me entreno con mucha gente de alto nivel y es una suerte tremenda, porque sé que en los entrenamientos les gano todo el tiempo. Ellos lo saben y se les suma presión, ellos saben que les puedo ganar en los Juegos», añadió.

Luego de haber cumplido la meta de clasificar directamente por su puesto 36 en el ranking mundial, Pascual considera que va a jugar «con ventaja emocional, con menos presión» al no ser considerado favorito, lo cual a la vez le «permite soñar».

Ni siquiera ser el único argentino clasificado en esgrima y que hayan pasado más de 50 años de la última medalla de argentina en armas le suma «presión extra».

Di Tella prefiere no poner en palabras su objetivo y sólo hablar de «competir a mi más alto nivel». El único sueño que sí revela es la posibilidad de que Lionel Messi esté en los Juegos y poder cruzarlo en la villa olímpica. «Si llega a ir, me muero».

Su trabajo en la música le permite relacionarse con artistas populares, como el colombiano J Balvin. «Una vez vino a la oficina y justo en el partido entre Argentina y Países Bajos en el Mundial de Qatar, y terminamos abrazados, saltando en una reunión. Los americanos no entendían nada», recordó.

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