Sergio Pezzotta: “La pasé muy feo y pensé que no iba a poder salir adelante”
El árbitro rosarino dialogó a solas con Conclusión y confesó que el día que River descendió en el Monumental pasó “un momento horrible y que no se lo deseo a nadie”.
- Deportes
- Oct 24, 2016
Por Pablo Bloise
El árbitro rosarino Sergio Pezzotta tuvo la tarea de dirigir uno de los partidos más trascendentales de la historia del fútbol argentino: impartió justicia nada menos que en el partido de River ante Belgrano de Córdoba, cotejo en el que el Millonario descendió a la Primera B Nacional.
“Si esto sale mal, nos cuelgan del Obelisco”. Pezzotta asegura que esa frase que le dijo Julio Humberto Grondona en la previa del partido le quedó grabada a fuego. El ya difunto ex mandatario de la AFA le comunicó al juez rosarino que era el encargado de dirigir el cotejo y finalizó: “Estoy en tus manos”.
La presión era mucha. Desde los organismos del gobierno nacional consideraban como “una catástrofe” que River pierda la categoría. Y así fue. Por lo menos para Pezzotta. En el entretiempo, ingresaron unos “doce tipos a apretarme en el vestuario”, y a partir de ahí, comenzó la pesadilla.
“La pasé muy feo, pensé que no iba a poder salir adelante. No me gusta hablar de esa situación porque ya no me quiero ni acordar”, le dijo a Conclusión.
— ¿Qué es lo que pasa por tu mente hoy, después de tanto tiempo?
— Poco a poco lo voy superando. La verdad es que son situaciones muy estresantes. Me costó una enormidad salir de eso. Sinceramente pensé que nunca iba a poder. Se me pasaron miles de cosas por la cabeza. Mi familia, mi casa, todo. Pero por suerte las voy dejando atrás.
— ¿Cómo fueron los días posteriores?
— Yo estaba en la Copa América. Llegué a mi casa y enseguida partí para Córdoba para ya quedarme allá y dirigir. Lo más duro fue dejar a mi familia. Se fueron a Victoria, Entre Ríos, y se quedaron ahí. Por supuesto que en ese momento la cabeza me iba a mil, pero intenté despojarme del tema lo máximo posible para hacer bien mi trabajo.
— ¿Ya contaste todo, o quedó algo pendiente que te lo vas a guardar para vos?
— Es que no hubo mucho más que eso. Las palabras de Grondona me quedaron grabadas en aquel momento. Pero son sensaciones que me quedaron a mí. Por suerte, cada vez lo voy superando un poquito más.
— ¿Cómo lograste salir adelante?
— La ayuda psicológica es fundamental para un árbitro, y para mí, en este caso, fue vital. Siempre es necesario. Es un consejo que les doy a los más jóvenes. Un árbitro profesional tiene que estar preparado y apoyado también por profesionales.
— ¿Cómo estás hoy?
— Normal. Me estoy entrenando para dejar atrás una lesión que me tuvo a maltraer en este último tiempo. Pero estoy tranquilo, focalizado en volver a dirigir lo antes posible.
— ¿Cómo es el trato con los hinchas de acá? ¿Caminás tranquilo por la ciudad?
— Sí, la verdad que nunca tuve ningún problema. Tuve la suerte de dirigirlos a ambos en primera división en el comienzo de mi carrera. Obviamente, la deuda que me quedará pendiente es dirigir un clásico.
— ¿Qué pensás sobre eso? ¿Por qué los árbitros rosarinos no pueden dirigir un clásico?
— Sinceramente no lo sé. No le encuentro sentido tampoco. Uno es profesional en lo que hace, y no le pesaría dirigir un encuentro entre dos equipos de su ciudad. Pero lamentablemente eso no cambió mientras estuve yo. Ojalá cambie.