Sin rumbo

El Canalla fue la nada misma y cayó sin atenuantes ante un rival limitadísimo, al cual le bastó un buen primer tiempo para alcanzar su objetivo. Flojísima producción colectiva de un equipo que decrece en rendimientos. Ningún punto alto, nadie zafó.

 

Rosario Central profundiza su andar sin rumbo en la Liga Profesional y empieza a despedirse del objetivo de clasificar a una copa internacional en el 2025. Fecha tras fecha logra dejar una peor imagen que en las presentaciones anteriores. Es su peor enemigo y vive autoboicoteándose, en un 2024 que le viene saliendo todo mal. Con claros responsables dentro y fuera del campo de juego, se repite en errores conocidos y, de esa manera, atenta contra sus posibilidades de dar el salto y despegar de la mediocridad, al margen del título local del año pasado.

La primera pregunta que uno debe hacerse cuando analiza la realidad futbolística canalla es ¿a qué juega?, respuesta que hace rato no queda clara. Los últimos años pasaron diversos entrenadores y ninguno dejó una idea, un sello distintivo que permita percibir a simple vista ‘es por acá’, nadie que sentara las bases para construir algo confiable. En este último tiempo la expresión auriazul en el verde césped son once voluntades tiradas a la cancha sin ton ni son, sin un plan, sin estrategia, sin armado táctico, sin nada.

Más de esto mismo se vio en una nueva derrota que padeció Central en el estadio Ciudad de Vicente López, un reducto donde casi nunca le va bien. No se entiende que es lo que pretende inculcar Matías Lequi, cuyo único aporte hasta ahora fue la victoria en el clásico. Al margen de ello, profundizó lo que no funcionaba y hasta empeoró lo poco que se mantenía a flote del ciclo de Miguel Ángel Russo.

Hoy el Canalla es un equipo que carece de todo: defiende mal, en el medio no tiene contención y tampoco juego, y los hombres de ataque son puras individualidades que rara vez encuentran raptos de inspiración, logrando que haya un centro delantero completamente desconectado de ellos, al no ser abastecido ni tampoco involucrarse en el circuito ofensivo. Si a esto se agrega una alarmante desconcentración en los minutos iniciales de cada compromiso, el combo es terrorífico.

Como le pasó ante Boca y Talleres, nuevamente Central volvió a entrar dormido y lo pagó caro de arranque ante el Calamar. Tras una combinación por el medio y un centro rasante de Barros Schelotto por derecha, Guido Mainero apareció solo por el medio del área y definió con absoluta comodidad para vencer a un ‘Fatura’ Broun que poco pudo hacer para evitar la caída de su valla. Otro mazazo al comienzo. ¿Qué es lo que pasa? Que estas situaciones se repitan tan seguido da para pensar (y sospechar).

Como será de intrascendente, inexpresivo, apático y predecible lo del Canalla que es difícil ver un partido sin saber de antemano que es lo que va a pasar, a eso se malacostumbraron los hinchas. Un equipo que no combinó tres pases seguidos en toda la noche, que no puso nunca a Enzo Copetti mano a mano ni de cara al arco de Platense, y en el que muchos jugadores deambularon por la cancha y dieron pena, como si todo les diera lo mismo. Ninguna muestra de rebeldía ante la adversidad, una falta de orgullo y de deportividad muy preocupante. En una jornada de rendimientos bajísimos, los puntos más flojos fueron Damián Martínez, Miguel Barbieri, Agustín Sández, Franco Ibarra, Jonathan Gómez y Jaminton Campaz, por decir los peores.

Con tanta displicencia colectiva y ningún jugador capaz de romper líneas, era lógico cerrar la primera etapa sin situaciones de gol. El complemento encontró un desenlace aún más ordinario, porque Platense, que había sido levemente superior en la primera mitad pero ganaba con justicia, apoyado en el manejo de Taborda y el despliegue incansable de Pellegrino, también bajó su producción y todo se volvió monótono, por momentos un bodrio. Los ingresos de Lautaro Giaccone y Maxi Lovera lejos estuvieron de aportar soluciones y fueron parte también del adormecimiento general. Hasta el siempre confiable Facundo Mallo tuvo una actuación discreta.

Central jamás esbozó una reacción anímica ni futbolística que le permitiera al menos poder rescatar un punto. Se acercó solo por inercia contra el arco de Cozzani, obligado por las circunstancias, pero nunca tuvo claro que hacer para generar peligro. Los encargados de gestar fútbol totalmente ausentes y buscando hacer la suya, el lucimiento personal por sobre lo colectivo. Imposible llegar a buen puerto así. Nadie pidió la pelota ni se hizo cargo de tratar de construir algo, todo a los empellones, apelando a la heroica individual, como siempre.

Para redondear otra jornada para el olvido, ni siquiera el tiro del final le hizo un guiño al Canalla. Lovera, el héroe en aquella calurosa noche de Santiago del Estero ante el mismo rival, tuvo la posibilidad de cambiar por gol un claro penal de Iván Gómez, pero su remate cruzado encontró la resistencia del palo derecho y salió del área. Cuando la mano viene torcida…

Con este nuevo transpie fuera de casa, Central comienza a bajar la persiana temprano a un 2024 en que nada salió como esperaba. Si bien quedan doce partidos hasta el final del torneo, parece casi indescontable la diferencia de puntos que necesita para volver a meterse en el plano continental la próxima temporada. No obstante, eso deja de ser relevante si se atiende lo realmente urgente: tiene que dar un golpe de timón desde lo futbolístico, se debe a si mismo una reinvención total, reestructurarse internamente y definir como seguir. Es imposible que algo cambie haciendo siempre las mismas cosas.

Vaya si podrá dar muestra de esto un tal Ángel Tulio Zof, quien cuando tenía dificultades en el equipo apelaba al sustento seguro de las divisiones inferiores, encontrando valores que pudieran dar otra fisonomía al funcionamiento colectivo. Si Lequi conoce tanto a los chicos que tuvo en reserva y confía en ellos, ¿no habrá llegado el momento de utilizar a algunos de ellos para introducir nuevos conceptos y buscar algo distinto? Más sabiendo que hay jugadores amesetados que no responden hace tiempo y cuya mejor etapa parece haber quedado atrás.

 

 

 

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