70/30 #4 – Kunyaza
Con partes de neo soul, de funk, de rock, de hip hop, de Prince, de Erykah Badu, de fuego, se podría decir que Kunyaza se encuentra aún dando sus primeros pasos en el largo camino de una carrera musical, pero ya demuestra ser una de las voces prometedoras de esta rica generación artística en la ciudad.
- Espectáculos
- Sep 18, 2019
Fotos: Florencia Vizzi / Colaborador fotográfico: Fernando Giorgio
Con partes de neo soul, de funk, de rock, de hip hop, de Prince, de Erykah Badu, de fuego, se podría decir que Kunyaza se encuentra aún dando sus primeros pasos en el largo camino de una carrera musical, pero ya demuestra ser una de las voces prometedoras de esta rica generación artística en la ciudad.
Kunyaza precisamente es el grupo que protagoniza la cuarta edición de 70/30, la nueva publicación transmedia del Diario Digital Conclusión, pensada especialmente para la difusión de la rica y vasta cultura rosarina, incorporando elementos en diversos formatos.
Dentro de las distintas producciones realizadas en esta edición, una de ellas es el #4 de la revista en formato papel, que será presentado próximamente de una forma distinta a los números anteriores.
Para leer todos los contenidos, podes acceder a la edición digital de la misma.
¿Querés tenerla en tus manos, en formato papel? ¡Buscala sin cargo en los siguientes lugares!
– Mal de Archivo Librería (Moreno 477, de lunes a viernes de 9 a 20 y sábados de 9 a 13).
– Paradoxa Libros (Mendoza 923, de lunes a viernes de 9 a 20.30).
– Biblioteca de la Asociación Empleados de Comercio Rosario (Corrientes 450, Piso 1, de lunes a viernes de 12 a 20).
– Conclusión (Corrientes 406, de lunes a viernes de 10 a 19).
Va por Eros (¡Dale, Eros!)
Por Facundo Díaz D’Alessandro
En la deriva eterna, naufragio del destino de la especie, para el alma humana lo real es insoportable. La realidad, probablemente desde hace mucho (si no desde siempre) se nos presenta velada, ante nuestra incapacidad de soportarla tal cual es, ilimitada. La muerte, que siempre está y estará ahí, esperándonos, es una de esas certezas intolerables. Hambre y apareamiento (constante), son otras de esas urgencias que la cotidianeidad pospone, hasta que sea la hora de satisfacerlas.
Esas son consignas existenciales, planteos interiores del ser que, o no se asumen o se asumen, como se ha dicho, velados, y probablemente ya asaltaban a las personas miles de años atrás.
Hay otra variante de la realidad, coyuntural. El actual es el mundo de la codicia voraz, la sociedad del rendimiento, una aldea gigantesca en la que hasta el goce es globalizado. Todo se presenta consumible, listo para ser deglutido, tragado sin masticar. Incluso el amor, que es de todo menos llano, sólo positivo, seguro, como se lo presenta hoy; es para confirmarnos en nosotros mismos. El exceso de oferta eleva las aspiraciones hasta lo irreal y, por supuesto, trae la depresión, el infierno narcisista. ¿El amor está en crisis?
Lo que podemos decir, amparados por filósofos orientales, avezados en la cultura occidental, es que el amor hoy “se positiva para convertirse en una fórmula de disfrute […] La sociedad del rendimiento, dominada por el poder (sé libre, tú puedes), en la que todo es posible, todo es iniciativa y proyecto, no tiene ningún acceso al amor como herida y pasión”.
Se bloquea así la negatividad (como exceso y transgresión) del Otro, en tanto polo opuesto. Sin esa alteridad no hay mensaje posible. Allí está el tesoro del significante, la posibilidad única de satisfacción de la necesidad (si es genuino, también del deseo). Donde se sitúa la verdad de lo que se dice (siempre fugaz).
Aquí aparece, finalmente, la llave. Ante la angustia ineludible de un sistema capitalista en fase desenfrenada (pura deuda sin gratificación, un camino de ida hacia la insolvencia) el siglo XXI se aparece como un desierto espiritual. En el infierno de lo igual, no hay espacio para la experiencia erótica.
El Eros, dios hijo de la carencia y la abundancia, obliga a salir de sí hacia el otro. Incluso hasta el límite de la muerte (del yo imaginario-narcisista). Al abrirse a la negatividad del otro (en tanto polo opuesto), el yo se disuelve más allá de sus propios límites. El espíritu se desangraría por las heridas infringidas por esa negatividad, si no fuera por la capacidad de conclusión. Se muere en lo otro para regresar hacia sí, distinto.
La acumulación infinita, de capital, de datos, de información, obseniza la vida en alta definición (HD). No deja lugar a la fantasía, que habita lo indefinido. Así lo erótico se vuelve sospechoso. Florece sí el lado animal (instinto) y las altas formas del espíritu, se armonizan. Sin una negatividad se da siempre lo mismo. El Eros transforma, conduce y seduce al pensamiento a campo traviesa de lo no conocido. Asume la muerte (Thanatos) y no niega la razón (Logos). Se impone primordial, entonces, salvarlo en esta era, en la que claramente agoniza.
Kunyaza, como rito, no es una sexualidad vacía. Incluye al misterio y al deseo no consumado (del todo) como alegoría del goce negativo. Susurra al oído para no detener la búsqueda de satisfacción, y a la vez alcanzarla. Se trata de un pensar enfático en el otro. Morir, evaporarse en las ganas de ser bebido en naturaleza y curarse(te) una vez más. Eros, como si fuera polvo, es de donde venimos y a donde vamos. Acabará con nosotros, para salvarnos. Y salvarse.
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Transformando sentido en movimiento
Por Santiago A. Fraga
Escuchar a Kunyaza es abrir todos los sentidos a una de las voces más prometedoras de esta generación híbrida que tomó la posta de marcar un nuevo camino en la forma de hacer, expresar y trabajar la música y el arte desde Rosario. Principalmente, en el contexto de un mundo digitalizado y altamente globalizado y en un momento en el que el rock se quitó su máscara de idolatría para que la juventud encuentre en la mixtura, en otras culturas y en muchos otros géneros (y a la vez en ninguno) aquella nueva manera de sentirse representados o inspirados. Un lugar que se resiste a ser encasillado, en donde todo es todo y, a la vez, nada es nada.
Con partes de neo soul, de funk, de rock, de hip hop, de Prince, de Erykah Badu, de fuego, Kunyaza se encuentra aún dando sus primeros pasos en el largo camino de una carrera musical, pero habiendo ya logrado un profesionalismo y una proyección que verdaderamente los hacen destacar dentro de la escena. En octubre de 2018, vio la luz su primer disco “Partes del fuego”, una declaración de principios de la banda y con un diseño de tapa (de Pia Toffano) que canaliza perfectamente lo que evocan la experiencia de verlos en vivo o escuchar las grabaciones de estudio.
A lo largo de las once canciones que componen el material discográfico, el fruto del proceso de una búsqueda interna sale a relucir en forma de un ambiente -llamémosle- groove que eleva y se mantiene en lo alto permanente. No existe tema tranquilo, ya que hasta los más “lentos” o “calmos” tienen su parte de explosión y sacuden a un ritmo que invita con insistencia al constante movimiento (bailar, mover la cabeza, o lo que uno más guste).
Hermanados actualmente en el denominado Movimiento Unión Groove junto con otras bandas de alto calibre y proyección de la ciudad (de quienes hablamos en la revista #2), cada paso dado por el grupo, como los shows y las grabaciones, se dieron de forma autogestionada, incluyendo lo que fue una de las últimas grandes experiencias de KYZ: una gira por México.
Durante todo junio, Kunyaza recorrió las tierras aztecas para promocionar su material y aprender de la movida en el país de Emiliano Zapata, realizando conciertos en espacios culturales, festivales y en la calle y recorriendo ciudades como CDMX, Toluca, Guadalajara y Cholula, con una gran recepción por parte del público de la música emergente de allí y la prensa especializada.
En ese paso por el suelo mexicano, donde contaron con la colaboración de Asfalto Producciones (Rosario) y Polychord Music (México), pudieron visitar varios medios de comunicación de aquel país, donde entre otras cosas fueron partícipes de sesiones de grabación audiovisual como CAP Digital, que hoy pueden encontrarse en Youtube.
Actualmente, Kunyaza está integrado por Sofía Maiorana (voz), Sofía Casadey (voz), Lucila Priotti (voz y flauta), Nano Bianciotti (teclados), Guillermo Petraco (guitarra), Martín Valci (bajo) y Lautaro Canals (batería y voz), habiendo participado en lo que fue la grabación del primer disco Dani Lesté en voz, Claudio Cardone en arreglos y co-produccón, Diego Crisálida en el mastering y Hernán Bianciardi como orquestador y director de vientos, además de otros catorce músicos invitados, siendo grabado en Longplay Records.
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Discografía
«Partes del Fuego», contado por Sofía Maiorana -voz-, Lautaro Canals -batería y voz-, Martín Valci -bajo- y Nano Bianciotti -teclados-.
Partes del Fuego (2018)
Sofía Maiorana: “Partes del Fuego fue un disco que lo último que le llegó fue el nombre, porque fueron un grupo de canciones que vinimos laburando durante un par de años. Muchas son de Martín, algunas de nosotros, algunas compusimos en grupo. Creo que apuesta netamente a la búsqueda de la canción en sí misma. Cada tema es un viaje diferente estéticamente, y al mismo tiempo hay una congruencia que reúne todas las canciones. Creo que el lenguaje también en el que están escritas hace que cada uno pueda llevar a su plano el significado de las mismas. No hablan de cosas muy concretas y son bastante extrapolables. Como una especie de “kunyihoróscopo”, o como una herramienta, justamente”.
Lautaro Canals: “Es como la carta de presentación de la banda. Lo que resume la primera etapa de Kunyaza. En el momento en que teníamos las canciones que íbamos a grabar se decidió hacer la preproducción, que básicamente la comandó el Tincho pero que la hicimos entre todos porque cada uno tuvo que hacer su laburo. Y ahí: agarrar la escoba, empezar a limpiar un poquito, acomodar las cosas en los muebles, y empezar a cranear arreglos que no estaban en las canciones. También, previamente, empezar a resolver sobre ciertas cosas que empiezan a aparecer, porque a la hora de grabar si no las tenés definidas, hacés agua […] Kunyaza arrancó con ganas de hacer estos géneros que vienen hace rato creciendo y haciéndose cada vez más masivos que son el funk y el neo soul. Haciendo como una mezcla de todo en realidad, canciones con esos aires. Arrancamos haciendo covers de Erykah Badu, de The RH Factor, y después surgieron las canciones propias, pero con ganas de hacer estos estilos. Ese fue el motor. Y después el disco plasmó todas esas canciones que veníamos tocando y trabajado”.
Martín Valci: “El disco fue un montón de cosas. Emociones. Fue como una entrada a otra etapa de la vida, de decir «Bueno, hasta acá es todo lo que hice y ahora vamos por un poco más». Fue un poco esa apuesta, que si bien en general todos los discos son un poco así, creo que el debut de una banda, de un proyecto que atraviesa a cada uno, fue así como un gran logro, una gran meta, pero también un punto de partida que nos realimentó y nos dio ganas después de salir a mostrarlo por todos lados, de ver hasta dónde puede llegar. Nos generó adrenalina, energía, alegría, un poco de nervios también, pero una alegría enorme”.
Nano Bianciotti: “Yo entré a Kunyaza con el disco en el horno, casi por llegar, y esa energía… el disco Partes del Fuego es amor total, desde el primer momento. Es muchísimo laburo, y todos los temas son energía al 100%. Más allá de que tienen sus distintas ondas y eso, no es que en algún momento decís «Bueno, este tema es medio bajón», sino que al contrario, son más trancas pero te explotan la cabeza igual. Me acuerdo que antes yo a Kunyaza lo fui a ver en vivo y fue tremendo”.
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Podcast: Cauce y Consecuencia #1
«Los Cuentos de la Buena Pipa», narrado por Guido Brunet
Como parte de la naturaleza transmedia con la que fue gestada y es llevada adelante 70/30, a partir de esta edición se presentan oficialmente los podcasts de esta publicación del Diario Digital Conclusión. Bandas, artistas, proyectos e historias se verán reflejadas a través de las distintas publicaciones, que se podrán escuchar de manera libre y gratuita a través de Anchor.FM y Spotify, entre otras plataformas.
«Cauce y consecuencia» es el primero en ver la luz y en donde se repasarán distintas historias que merecen ser contadas sobre las bandas de Rosario y su vasta movida. Atravesada por el río Paraná, la ciudad tiene su propio cauce por el que transitan miles de expresiones que nacen, crecen y viven (y a veces, desbordan) con una potente fuerza propia, capaz de saltar las barreras y los obstáculos que el mismo trayecto impone. ¿Cuál fue el camino que tuvieron que navegar estas bandas para poder expresar su arte en esta parte del mundo?
En este primer capítulo, con la voz de Guido Brunet: Invierno de 2007. Una reunión en Arroyo Seco. Once personas con habilidades en la música, el teatro, el cine, el diseño o las artes plásticas se debaten un nuevo proyecto para llevar adelante. El objetivo: usar todas las herramientas expresivas posibles para contar una historia. Así nacieron Los Cuentos de la Buena Pipa, que en aquel entonces era un grupo que no pensaba en la idea de hacer canciones, ni mucho menos discos.
Escuchalo en Spotify y Anchor.fm:
¿Te perdiste los números #1, #2 y #3 con Los Cuentos de la Buena Pipa, Mamita Peyote y Farolitos? Miralos a continuación:
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