MARTES, 26 DE NOV

«Estoy en diálogo permanente con esa infancia donde tuve la suerte de jugar»

“Mío (de mí)” es una obra de teatro para niños compuesta por dos historias que resaltan el valor de los juegos y juguetes en la infancia. Carla Rodríguez, su directora, habló con Conclusión acerca de esta propuesta para los chicos.

 

Por Ariana Robles

La infancia es una de las etapas más significativas para el crecimiento y formación de una persona; y los juegos también marcan personalidades. Es por esto que la directora Carla Rodríguez, hace de «Mío (de mi) una obra en la que resalta el valor el valor de los juegos y juguetes de la infancia.

«Mío (de mi)» se presenta todos los sábados hasta el 17 de junio, a las 17 en el teatro «La Manzana» (San Juan 1950).

Conclusión dialogó con la directora y comentó sobre la obra y reflexiona sobre si se perdió o no la importancia de los juegos en la actualidad.

—¿Cómo surgió la idea?

—La obra nace un poco a partir de la lectura de cuentos infantiles que me gustan mucho y que fui encontrando en el camino en los últimos años. En ese recorrido encontré casualmente “Un pedazo de nube” de Malena Blanco y “Cositos” de Laura  Devetach, cuentos que siempre tuve en algún lugar  para ser trabajados. Siempre me gustaron mucho, tal es así que los he compartido con mis alumnas porque de alguna manera la búsqueda de juegos y juguetes viene ya desde hace varios años. La temática de la obra es la infancia y lo que generan los juegos en esa etapa, en cómo los juegos te definen como persona. Es más, siempre hago hincapié en la biografía lúdica, que sería ese juguete o que juego que nos marca en la infancia y que nos acompaña durante toda la vida.

—¿Por qué esa idea de creer que nos va a acompañar? 

—En algún momento lo leí, pero más allá de eso realmente lo siento así, porque en todo lo que hago, como mamá o como artista, siempre estoy en un diálogo permanente con esa infancia donde tuve la suerte de jugar. De alguna manera, están presentes  en este ser mamá donde uno se encuentra con sus hijos jugando, desde otra época, pero siempre vinculado a ello.

—¿Creés que esa idea  de los juegos y juguetes se perdió un poco en la actualidad?

—Creo que no se perdió pero sí se transformó porque la industria del juguete cambió,  hoy los chicos están más involucrados en la tecnología. Yo soy muy positiva y creo que no se perdió; hoy se comparte el tiempo con otro tipo de juego como lo es el celular, la play. De todos modos creo que eso tiene que ver con la responsabilidad del adulto para poder poner límites  a eso. Si no hay límites, no das a lugar a otra cosa. Siempre dijeron que los chicos tienen que aburrirse para que surja la creatividad. La creatividad aparece siendo curioso, entonces hay que darle lugar para que encuentre lo que más le gusta o lo que más lo representa.

—Volviendo a la obra, ¿de qué trata cada historia?

—Son dos historias contadas a modo de unipersonales pero que se relacionan entre sí. La primera historia trata sobre una niña despojada de juguetes y recibe una sorpresa de su papá, quien le da un conejo que aparentemente es un conejo porque para ella termina siendo un pedazo de nube. Ella cree que en el vínculo con él lo va a construir realmente como un conejo. La historia habla del lugar simbólico de los juegos y del lugar vincular, donde uno construye con el otro. La otra obra trata sobre una chica más salvaje y exploradora que está al aire libre buscando «cositos», que son esas cosas pequeñas que no se puede llamar de otro modo y que no todas las personas ven, pero que para ella si tienen un sentido muy particular.

—Con “ITO”, tu anterior obra, los chicos respondían de una manera muy particular, ¿cómo viven esta experiencia vinculada a la primera infancia? 

Acá es distinto porque es una obra que abarca toda la infancia. La vieron niños de hasta 12 años y ellos expresan que es para su edad y les gusta. En un comienzo tenía la expectativa de que iba a abarcar varias edades y la verdad, los chicos más grandes salen más enganchados. De acuerdo a la edad, conectan con algo,  tal vez los más chicos conectan con el muñeco y el conejo y los más grandes, también porque todos fuimos niños alguna vez. Cada chico se conecta con algo y eso es muy lindo, por eso me dan ganas de seguir haciendo esto.

—¿Por qué la elección de Mío (de mí) para nombre?

—A mí me gusta que el nombre sea pegadizo, que enganche. El nombre fue porque me parece que el niño tiene que ver con la primera persona, con el pronombre personal Yo, que es el que justamente se define en la infancia. A partir de esa etapa empiezan a definir cuáles son sus juguetes, sus cosas,  lo que digo,  lo que pienso. Me pareció importante reflejarlo en el título; y el “de mi” tiene que ver con eso de no hablar muy correctamente. Es una gramática media rebelde como los niños que son de inventar palabras.

—¿A qué apunta la obra? ¿Cuál es el mensaje?

—Mensajes puede haber muchos porque la interpretación de cada uno es lo que cuenta. Como hacedores podría decir que buscamos rescatar el valor de los juguetes y los juegos en la infancia, en lo importante que es eso en la definición que uno tiene como persona,  en la identidad, en como los juegos hablan de uno. Buscamos rescatar lo simbólico apostando a compartir un hecho estético que habla de algo artístico, de crear algo que uno siente que es autentico porque tiene que ver con estos textos, con la vida de cada uno de nosotros.

—Siempre estuviste vinculada a cuestiones artísticas y con los niños, ¿qué es lo que te motiva a hacer teatro para chicos? 

—Es un gusto muy grande y es una necesidad, tengo ganas de hacer esto. Empecé animando fiestas a los 14 años y me gusta muchísimo, me encanta poder hablar de cosas que también se hablan en el teatro para adultos pero de una manera simple.  Esto me motiva y a lo mejor a medida que crezcan mis hijos haga teatro para adolescentes.

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