DOMINGO, 17 DE NOV

El arte de crear un cuento

Maia Basso y "el Paila" son los encargados de crear todo el ambiente que se vivencia en un show de Los Cuentos de la Buena Pipa, una experiencia que mezcla visuales, teatro, tecnología y mucha creatividad. Nota especial para la #1 de Revista 70/30.

Por Federico Morel – 70/30

A la hora de encarar un show, Los Cuentos de la Buena Pipa se mantiene consistente a una idea de propuesta escenográfica que viene desde los principios de su inspiración. Este concepto integra desde intervenciones teatrales, vestuario y tecnología en luces, hasta proyecciones, pero sobre todo, mucha creatividad. Por supuesto que detrás de esa propuesta de la banda hay un trabajo previo, un análisis de ese concepto y una puesta en escena llevada a cabo por dos personas que aman su oficio y alimentan su autoestima cada vez que ven plasmado en el espectáculo su esfuerzo creativo. Maia Basso y el Paila nos cuentan como se lleva adelante el desarrollo creativo de una parte tan estética como elemental de la banda, que logra integrar un sonido trascendental con las diferentes expresiones artísticas que conforman su universo.

 

70/30 – El trabajo que vienen realizando con Los Cuentos ha sido casi una marca registrada en los shows de la banda, logrando captar parte del público a través de la estética. ¿Cómo fue este recorrido experimental del trabajo escenográfico con la banda?

Paila (P) – Comenzamos hace más de 10 años, y en un principio el formato escenográfico era más “teatral”. Había música y teatro. Las puestas se laburaban un año entero y se presentaban una o dos veces. Era muy grande, movilizar muchas cosas., como una bañera de fundición, o llenar un espacio con paja. Una vez hicimos llover adentro del escenario… esa fue una primera etapa. Luego de ausentarme un año, se sumó Maia y empezaron ahí el tema más lumínico, proyecciones. Cuando volví, empezamos a laburar los dos y fuimos encontrándole la vuelta con mapping. Y la tercera etapa, que es esta, es con luces y escenografía al mismo tiempo. El recorrido nos fue dando forma y también los lugares donde vamos tocando. Lo de hacer algo que sea transportable, que sea desmontable, es algo que fuimos aprendiendo con los años.

Maia (M) – Quizás, esa búsqueda tiene una especie de línea evolutiva en cuanto a las herramientas que fuimos incorporando en relación a la tecnología que podíamos poner en práctica. También con los recursos que teníamos y que tenemos ahora, y con un aprendizaje de esas tecnologías. En primera instancia, más plástica, escenográfica, teatral. Después, las visuales con la proyección, que fue otra incorporación tecnológica. Y después lo que tiene que ver con instalaciones lumínicas y la utilización de dispositivos programables o cuestiones más interactivas en cuanto a la música, el sonido y las luces. Tiene que ver con la evolución tecnológica y con los medios que teníamos a nuestro alcance y que se van incorporando poco a poco.

70/30 – ¿Cómo fue la etapa teatral? ¿Con qué desafíos se encuentran hoy a la hora de decidir la estética escenográfica?

– Yo siempre veo a Los Cuentos como un lugar de escuela donde nosotros podemos volcar cosas y tenemos el espacio, que por ahí como disciplinas aisladas se hace en otro circuito. Aprender e ir mejorando. En la primera etapa, la más teatral, eramos más; no era sólo una banda de rock sino que era también un grupo de teatro donde había seis actores, había cuatro o cinco cambios de vestuario por actor, “cuentos”, como lo llamábamos al principio. Era una puesta gigante. No sólo era arriba del escenario, sino también entre la gente. Cuando lo hacíamos nos sentíamos muy gratificados, pero con los años veíamos que era muchísimo laburo. Siempre con mucho amor, autogestionado. En esa época era hacer tres fletes, y ahora con este formato cargamos todo en uno. La primera etapa, si bien estaba la cuestión lumínica, era más que nada como recrear un ambiente. Por ejemplo. Cuando hicimos “Llueve” había una bañera de fundición, el lugar lleno de alfalfa y el que entraba, de repente, el mismo olor a la alfalfa a uno lo llevaba. Siempre fue una idea integral, y que sea toda una experiencia.

– Cuando se presentó el último disco había un poco de eso, porque se sumaba también el recorrido de distintas instancias del show antes que suceda el recital propiamente dicho. Ahí se abarcaron varias disciplinas en una. Eso también es una especie de marca registrada: tomar todas las disciplinas posibles, como el teatro, la música, la danza, lo plástico, que es algo que se viene sosteniendo. Después, entre medio de los shows grandes, la banda presenta sus recitales muchas veces al año, entonces hay que pensar en un formato que sea impactante escenográficamente pero con recursos un poco mas ágiles. Siempre hay que pensar qué se plantea visualmente antes de cada show.

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70/30 – ¿Qué desafíos y exigencias encuentran a la hora de armar un show?

– El desafío siempre es que el que vaya al show se encuentre con algo nuevo, y que sea algo mas que un recital de rock. Eso a su vez el mismo publico ya lo tiene instaurado. Por más que sea el mismo show siempre hay algo nuevo. La idea es siempre apostar a más. No siempre tiene que ver con sumar recursos o gastar más plata.

70/30 – En el trabajo técnico ¿menos es más?

– No sé si menos es más, sino que, el desafío es cómo hacer con poco mucho, que no es lo mismo. No más en cantidad, sino más en calidad.

-Lo que es sintético parece sencillo, pero es todo lo contrario. En esa sencillez hay una complejidad que vamos puliendo y armando. En los primeros shows era hacer estallar los lugares. Poníamos muñequitos de colores y tenía que haber cientos. Había un concepto de saturar, y esto de algo sintético implica algo no sencillo, sino elaborado.

70/30 -¿De alguna manera sienten que fueron creciendo en sentido creativo con el trabajo en la banda?

M – La estética y la visual acompaña el sonido de la banda. La idea es que sea una cuestión unificada. No es que una cosa va por un lado y la otra por otro. Siempre va acompañado del crecimiento musical de la banda. Lo otro sería cómo de todo esto se termina de cerrar una idea estética. El sonido tiene una estética, entonces, nosotros desde nuestro lugar, de la puesta en escena, o del vestuario (que lo hace Clara Sabetta), desde lo escenográfico, lo lumínico y demás, ¿cómo cerramos estéticamente ese show, esa propuesta musical?

70/30 – ¿En qué se basa el proceso creativo de definir la estética del escenario?

-Un poco en las etapas en las que está la banda. Por ejemplo, si se está pensando en un disco nuevo, ver cómo es ese disco para nosotros pensar en formas de cómo acompañar eso. Cuando se presento ¿Qué es el laberinto? tomamos el concepto de ese disco para pensar en algo mas gráfico, más plástico. Ahora ya se está trabajando en un disco nuevo los chicos, así que hay que pensar en qué formas encontramos nosotros en ese nuevo concepto del disco.

P – Generalmente, hay una etapa inicial que es de reunirnos con la banda, charlar, tirar ideas, y después lo vamos desarrollando nosotros. A veces pasa que vienen los chicos y dicen “Che, ¡no!”, y hay que volver a cero y empezar de nuevo por otro lado. Y bueno, hay que hacerlo. Pero por lo general nos reunimos, charlamos un concepto y después lo vamos desarrollando. Creo que por ahí desarrollamos más en la praxis. Muy pocas veces dijimos “Vamos a hacer esto”y después terminamos haciendo exactamente eso.

70/30  En este trabajo en conjunto ¿cómo es el proceso de integración de ideas hasta llegar al objetivo?

– Como todo proceso. Cada uno suma su idea y se va tratando de ver por donde encarar. Siempre se va cerrando en el hacer. Cómo partimos de un concepto de una idea y luego con las diferentes herramientas o elementos que tenemos, ir cerrándolo. Siempre es muy gratificante cuando termina el show y salió todo como queríamos o como lo esperábamos, o hay algo que nos sorprende. Cuando usamos un inflable, la gente lo comenzó a abrazar y a bailar. Son cosas que por ahí uno no planifica y cuando suceden uno siente que estamos en el camino correcto.

-En el medio nos puteamos (risas). Cada uno tiene una búsqueda personal de su práctica artística cotidiana personal, y me parece que eso se unifica cuando nos ponemos a pensar. A lo mejor yo trabajo o experimento con plaquetas programables, con luces, con videos y tengo tal idea, y Paila a lo mejor está trabajando con herramientas, telas, madera, y creo que esa es un poco la comunión que se da entre los dos.

70/30 – ¿Le gusta hacer este trabajo?

– A mí me encanta hacer lo que hago con Los Cuentos porque es un espacio de libertad total y sé que me puedo equivocar y que nunca va a ser un error, porque es experimentar y aprender sobre la marcha también. Es un espacio de libertad, experimentación y aprendizaje constante.

– Obviamente que lo disfrutamos mucho y que es recíproco porque la banda lo siente como algo necesario. Hacemos lo que nos gusta hacer y también lo vemos en la gente que va al show. Hay un ida y vuelta. Es algo que nos llena y sino, no lo haríamos. Lo hacemos por amor y nada más que por amor.

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