JUEVES, 21 DE NOV

«La Cordillera»: los juegos de la política

Se estrenó el filme de Santiago Mitre, en el que Ricardo Darín interpreta al presidente de Nación en un momento decisivo. Grandes actuaciones y una historia con muchos interrogantes.

Por Mario Luzuriaga

«La Cordillera» fue una de las películas más esperadas del 2017. Luego de ser elogiada en el festival de cine de Cannes le llega el turno para ser recibida por el público nacional.

Hernán Blanco (Darín) es el presidente de los argentinos, y su gobierno se ve amenazado ante la inminente información de corrupción durante su campaña presidencial. Pero al mismo tiempo debe lidiar con una cumbre entre países de sudamérica para la creación de una empresa petrolera multiestatal.

Es allí donde Blanco deberá tomar decisiones importantes que depararán el futuro del país y de su vida personal.

Santiago Mitre nos adentra al mundo de la política y, sobretodo, a la vida íntima del hombre más importante del país. Tiene la habilidad de crear este personaje que es similar a muchos políticos argentinos de los últimos 20 años. Se hacen críticas a su personalidad como le ha pasado a presidentes como Fernando De La Rúa e inclusive Mauricio Macri.

De todas formas Ricardo Darín hace un papel brillante, en la que interpreta a un verdadero presidente, que debe lidiar por un lado con las situaciones de un país, y por el otro, con su vida personal y su relación para con su hija Marina (Dolores Fonzi) que viene de una separación y problemas de adicción.

Y sobre todo tiene que llevar adelante una confrontación con el personaje de Christian Slater, que es interpretado de manera magistral.

Fonzi desempeña un buen papel en su rol de mujer con problemas emocionales, lo viene demostrando desde «La patota» (también dirigida por Mitre), personajes que le sientan muy bien. Érica Rivas está muy bien en su papel de asistente, una mujer que está atenta y decidida a hacer que todo salga bien y ser confidente de Blanco.

También brilla en su actuación Gerardo Romano, personificando al «hombre fuerte» del gabinete de Blanco; y al que tildan de ser el que lleva las riendas del país.

Mitre deja en claro que la política es un juego y el tema está en como jugarlo, ya sea rompiendo o siguiendo las reglas. Blanco es un presidente y las decisiones que tiene pueden ser acertadas o no; se le puede criticar muchas cosas, pero la película demuestra que es difícil estar en ese momento cumpliendo ese rol.

Quizás si la película no se hubiese salido del género de thriller político para meterse a un mundo más psicológico sería más interesante aún.

Califcación: Buena.

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