Lichi killed the video star: lo analógico, lo digital y lo íntimo en un show con canciones renovadas
El músico y youtuber rafaelino estrenó la semana pasada su destacado nuevo espectáculo por streaming a través de IndieFuertes, el ciclo de Niceto Club, que está disponible para ver hasta este sábado. 70/30 dialogó con el artista.
- Espectáculos
- Dic 4, 2020
Por Santiago A. Fraga
Como si se tratara de un videojuego, cada canción es un nivel distinto y el ambiente se va transformando en cada una como si cambiase el escenario, aunque siempre siga siendo la barra del bar Feuer.
Con una impresionante puesta en escena, Lichi presenta su nuevo show por streaming, “Music killed the video star”, en el que renueva sus canciones para darles un formato mucho más íntimo, jugando entre lo acústico, lo analógico y lo digital.
Este destacado espectáculo del artista y youtuber rafaelino se grabó en vivo, pero no es un recital por streaming común y corriente, sino que fue pensado con la lógica de un cortometraje, para darle un valor agregado a una experiencia que termina siendo inmersiva y enriquecedora.
El mismo forma parte del nuevo ciclo de espectáculos de IndieFuertes, en una coproducción con Niceto Club y Distrito Siete. Fue estrenado el pasado 25 de noviembre y permanecerá disponible para ser visto hasta este sábado 5 de diciembre, cuando quieras y cuantas veces quieras, comprando la entrada a través de Passline.
Despegándose del formato banda, a lo largo de “Music killed the video star” se podrá ver a Lichi con su guitarra acústica (bellamente intervenida por la artista Paula Bolzan) y a Lucio Sánchez (a.k.a. Lusio) en teclado, sintetizadores y tirando pistas.
En niveles más avanzados de este juego, también aparecen otros personajes eventuales como Amelia Sagarduy (para cantar un cover de “Video killed the radio star”), “Efe” en guitarra eléctrica y el artista mendocino Padawan, con un aparición especial a través de proyecciones que poco tienen para envidiarle a las intervenciones del ‘Indio’ Solari en el último show de Los Fundamentalistas.
El 2020 había comenzado de forma muy distinta para Lisandro Ruiz Díaz. Habiendo presentado su primer disco a fines del año pasado, los planes para este año eran “grabar música y tocar en un montón de lugares”, con la idea de recorrer el país y alcanzar puntos como Uruguay o Chile. Finalmente, sólo llegó a tocar de forma acústica en Mendoza y junto a su banda en el estreno del ciclo IndieFuertes Rosario en D7, hasta que llegó la pandemia que nos detuvo la vida a todo el mundo.
En diálogo con Conclusión y 70/30, Lichi aseguró que, más allá del infortunio de ver frustrada la posibilidad de hacer una gira, todo este parate “sirvió para replantear un montón de cosas” y descubrir la posibilidad de “componer desde casa”.
“Sacamos un single que fue producido desde casas, mandándonos Whatsapps con ideas, y armando el tema en ese ida y vuelta. Descubrimos que tenemos esa posibilidad, por un lado, y también que tenemos la posibilidad de hacer música no tanto con el formato tradicional de una banda, sino por ejemplo como lo que fue ‘Oro’, donde canto sobre la pista que produjo Tuta Torres desde su casa. No está la banda tocando tradicionalmente, en un estudio, como siempre pasa. Entonces nos sirvió para probar otras cosas y darnos cuenta que hay más posibilidades con las que podemos jugar incluso en un año donde no haya una pandemia”, expresó el artista, quien además de su faceta musical se destaca principalmente en Youtube, donde su canal está cerca de las 61 mil suscripciones.
– Este año ya tuvieron una experiencia vía streaming con lo que fue el recital en Distrito Siete. ¿Cómo es eso de tocar para nadie pero a la vez para 9 mil personas (reproducciones)? Ya que si ese número lo extrapolás a cualquier escenario es una locura de gente.
– Re. Incluso, cuando salió en vivo yo esperaba, no sé, 400 personas. Pero hubo mil fijas, que vieron el show completo en el momento. Nunca bajó de 980. Y claro, es como tocar en vivo realmente ante un montón de gente. No sé en cuántos lugares entran mil personas, pero sí, una locura. También fue como poder tocar en un montón de lugares a los que no hubiésemos llegado. Nunca fuimos a tocar a pueblos muy lejanos, y de esa manera estamos tocando en todos lados al mismo tiempo. De alguna manera hicimos lo que había (porque no se podía hacer otras cosas), pero tuvo sus pros, sus cosas que nos sirvieron. Es decir, no fue sólo “es lo que hay”, sino que sirvió para un montón de cosas.
– ¿Cómo trabajaron este show? (“Music killed the video star”).
– La idea que nos trajeron desde IndieFuertes era hacer un show por streaming que sea como un cortometraje, como una peli, que tenga su cuestión estética, su cuestión conceptual, que no sea solo subir, tocar y que te filmen, sino que haya un contenido más, un sustento más. Entonces, ahí pensamos en esa mixtura entre mi figura con la guitarra acústica y elementos digitales, producir baterías electrónicas, sonidos pop electrónicos. Ese contraste siempre nos interesó mucho, jugar con eso, entre ese folk polvoriento acústico analógico y tradicional de décadas y las cosas modernas nuevas de ahora, que tiene que ver mucho con cómo el trap juega con la música. Viste que siempre son voces sobre pistas que produce otra persona. Ese choque entre dos cosas súper contrarias nos interesaba mucho, y medio que hicimos un show que se basa en eso. Entre lo digital vs. lo analógico, lo acústico vs. lo eléctrico, y son las canciones que la gente ya conoce y otras nuevas, pero con este nuevo tratamiento. No hay una batería, no hay un bajo, estoy yo con mi guitarra acústica y está Lucio, el tecladista, con su compu tirando pistas y tocando sonidos con el sintetizador, y un poco el concepto que quisimos reflejar es ese, el del choque entre lo digital y lo analógico.
– Con esto de la pandemia afloró mucho el streaming, explotó Twitch, los vivos y un montón de cosas que hicieron que la gente empezara a ir un poco más por ese lado. ¿A vos cómo te agarró, siendo que ya venías con todo un recorrido en esto?
– Yo siempre digo que a mí la pandemia, con respecto a lo que yo hago para vivir, me re sirvió, porque prácticamente el mundo me obligó a que me quede en mi casa y trabaje más. No tenía una excusa para salir y no hacer videos, componer canciones o laburar. Así que yo en ese sentido le pude sacar el jugo, porque dije “si estoy más en mi casa, no puedo hacer otra cosa más que seguir dándole”. Crecí mucho en Youtube en estos meses, y nada. Con la música sí un poco me chocaba por la idea de salir a tocar, pero no chocaba con la idea de estar acá con la guitarra, componer cosas, pasarle a los chicos, pasarle a un productor (que fue lo que terminó siendo “Oro”). Algunas cosas tuvieron que adaptarse, pero otras… mi vida de youtuber, mi vida diaria, como que no cambió tanto y a la vez fue positivo.
– ¿Te acordás cuándo arrancaste con Youtube? ¿Por qué te decidiste por ello?
– Siempre fui una persona que le gustó comunicar. El periodismo escrito me gustaba mucho, que todavía un poco hago eso. Estuve en radio, estuve en la tele, y Youtube apareció en un momento como una plataforma que me permitía un poco hacer todo eso al mismo tiempo, y a la vez el contenido que se miraba entre los youtubers me servía para jugar, comunicar o hacer contenido. Sentía que ahí era donde me gustaba más, y también el público que hay en Youtube es uno que siento que entiendo más yo. O, por ejemplo, si voy a la radio, el público de la radio no sé quién es, pero sé que no es ahí donde tengo que decir las cosas que quiero decir. Fue hace un par de años que se me ocurrió que dije “es acá”.
– ¿Antes de Youtube tuviste alguna otra experiencia con blogs o ese tipo de cosas?
– Trabajé en medios, estuve en Pogopedia, donde ahí creo que descubrí y empecé a jugar con la idea de hablar a la cámara, por ejemplo. Escribí para IndieHoy, estuve en Radio Meridiano, pero son todas cosas que me fueron construyendo y me iba dando cuenta que eran formatos o formas de comunicar, y que la que más me gustaba específicamente tenía que ver con todo lo que me permitía Youtube.
– ¿Cuánta era la repercusión que alcanzabas cuando subías los primeros videos?
– La repercusión llegó bastante rápido, por suerte. Un poco porque a mí mucha gente ya me conocía de otros lados, como por ejemplo Pogopedia o de las participaciones en los videos de Boffe, que es un amigo y youtuber de acá ya conocido desde hace mucho. Mucha gente esperaba que yo me hiciera mi propio canal. Lo patié mucho tiempo y cuando me lo hice, al toque hubo repercusión. Y las reglas de Youtube son que mientras más hagas, más te conocen, más repercusión tenés, así que hace dos años que no paro de estar en esa.
– ¿Cuáles son las cosas que te interpelan a la hora de escribir letras o de componer?
– Muchas cosas, que incluso esto se cruza también con mi contenido de Youtube. Generalmente, muchas veces tengo que decir que mi fuente principal soy yo mismo. Porque son cosas que vivo, que pienso o que me pasaron. Muchas canciones son cosas que me pasaron tipo puntuales, que hasta te puedo decir qué día me pasó eso que cuento en la canción. Son muy de “estoy enojado con algo, estoy triste con algo, estoy feliz con algo, y lo hago una canción”, pero siempre sobre algo que me pasó, o algo que pensé. Siempre hay una historia detrás que el protagonista soy yo. Y lo que me pasó, que también me pasó tanto en Youtube como en las canciones, es que me di cuenta que mientras más mi contenido era sobre mi mismo, más le interesaba a la gente. Porque contando mi historia, que yo pensé que era común y corriente, o cosas que pensé que no le iban a interesar a nadie como cómo fue mi adolescencia o cómo fue mi vida antes de mudarme a Rosario, o cuando me mudé, o mi descubrimiento de un montón de cosas, o si hablo de cosas que tienen que ver con diversidad o sexualidad, me empecé a dar cuenta que mucha gente tenía historias parecidas a la mía, o que la mía validaba las suyas, o que la visibilidad de lo que yo contaba le servía mucho al otro. Ahí me di cuenta que en mis contenidos, mis canciones, mis videos, está bueno que hable de mí mismo. Incluso llegué a pensar que no estaba tan bueno que hable sólo de mí o de cosas que me pasaron, porque era como hacer periodismo autobiográfico. Un “¿a quién le importa?”. Pero es todo lo contrario, a la gente le re importa, porque yo saco algo de mi individualidad, de mi privacidad, de mi intimidad, lo pongo afuera y se convierte en algo universal. Que, sostengo, es algo que le puede pasar a cualquier persona. Todas las personas seguramente tienen cosas para contar que le re servirían a otros.
– Y, a sabiendas de eso, ¿sos consciente de la llegada que tienen esos mensajes y de tu influencia?
– Eso tiene que ver con el momento en que yo veo que hay un montón de gente del otro lado esperando que yo publique algo, que haga un video, y que está dispuesta a escuchar lo que yo digo, sea lo que sea, del tema que sea. Si yo subo hoy un video a Youtube que el título del video sea un punto y una coma, hay mil personas que automáticamente van a entrar en los primeros 10 minutos. Sea lo que sea. Entonces sí, me da como un sentimiento de responsabilidad de decir “voy a hacer algo que esté bueno”, o “si voy a hablar de este tema voy a informarme bien antes de hablar”, o “¿estoy hablando de todo lo que tengo que hablar? ¿No estoy dejando nada afuera? ¿No estoy olvidándome de algo importante”. Sí, esas cosas sí las pienso. Sobre todo porque sí hay un montón de gente del otro lado que está posta curiosa y posta con ganas de ver qué les doy al día siguiente. Entonces, que esté bueno y que sirva.
– ¿Qué canales de Youtube mirás?
– En Youtube miro muchos videos, más que nada de los que hacen mi amigos Boffe GP, Tiza, Angie Velasco, mi novia Dani (Díaz). Consumo videos que se parecen más a los que hago yo, que tienen que ver con contenido LGBT+ o de diversidad, o cosas así, y también cosas totalmente lo contrario, como sketchs de humor. No sé, me sirve todo. En Youtube es como que me encanta todo, miro todo y veo qué está haciendo la otra gente, no para copiar, sino para ver en qué contexto sale lo que yo estoy haciendo. Qué videos se están viendo ahora en la plataforma. Pero veo de todo.
– ¿Qué artistas recomendarías?
– Musicalmente, este año estuve escuchando mucho a una artista de Buenos Aires que se llama Clara Cava, que la conocí en casi el único show que di este año en algún lado que fue un acústico en Mendoza. Ella tocó también el mismo día, y después justo este año sacó un EP, que no lo dejé de escuchar en todo el año. Se llama “Lavandina”. Y es fantástica, es muy nueva, está hace poco, así que la re contra recomiendo.
– Con la presentación de tu último disco, también se dio tu regreso a Rafaela, después de mudarte a Rosario hace diez años. ¿Ya habías vuelto a tocar allá con tu proyecto propio? ¿Cómo se sintió el regreso?
– No, siempre había tocado con la banda (Los Usuarios). Había tocado solista, pero en un acústico muy chiquito en un bar, que no tuvo tanta relevancia. Pero sí, fue la vuelta a Rafaela, con otro proyecto distinto. Y se siente re bien, sobre todo porque no tengo por qué ir. Yo soy de Rafaela, me conoce gente allá, pero en realidad no me conocen tantos como en Rosario, en Santa Fe o en Buenos Aires siquiera, que es gente que llegó después a raíz de lo que hago en las redes. Si yo tuviera un mánager que dijera “vamos a la ciudad a donde más nos escuchan”, no va a elegir Rafaela. Allá voy porque está mi mamá, o porque soy de ahí, pero no tengo por qué ir estratégicamente. Yo lo quería traer a Rafaela porque sentía que lo debía. ¿Cómo tengo un disco nuevo, canciones nuevas, y no las toco en La Mula, que es ÉL bar donde se tocan las canciones en Rafaela?. Entonces, lo hice casi por inercia, y fui, estuvo bueno, fue gente, pero fue eso, una obligación propia de ir. Después cuando había pasado todo me di cuenta que no era tanta la obligación como yo pensaba, pero fue copado y lo sentí necesario.
– ¿Y cómo viviste tus primeros años acá? ¿Qué expectativas tenías?
– La expectativa, más que llegar a un lugar nuevo, era irme del lugar viejo. Porque Rafaela es una ciudad en donde llega un punto en que ya conocés todo lo que hay que conocer, ya sabés todo lo que hay que saber y sabés que van a pasar años y años y va a seguir todo más o menos igual, porque es una ciudad bastante chica. Y tiene sus cosas, pero son casi siempre las mismas cosas, y como que quería una ciudad que tenga un techo más alto. Llegué a Rosario con ganas de explorar, de irme de aventuras en todo sentido. Obviamente hubo un proceso de adaptación de años, muy lento, pero la ciudad me encanta, me encantó cuando llegué y me re sirvió para eso que yo buscaba, que era más posibilidades y más cosas para hacer.