Paul McCartney: los 78 años de uno de los compositores más importantes en la historia de la música
El 18 de junio de 1942, en la ciudad inglesa de Liverpool, nacía Paul McCartney, quien años más tarde sería parte de Los Beatles, impactando de lleno en la música y en la cultura. A 78 años de su nacimiento, celebramos a uno de los compositores más importantes de la historia.
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- Jun 18, 2020
El legendario músico británico Paul McCartney, el hombre que junto a John Lennon, su compañero en The Beatles, formó parte de la dupla compositiva más importante de la música popular del siglo XX, y uno de los artistas más influyentes de la cultura rock, cumple 78 años.
Con una trayectoria de más de medio siglo, este hombre nacido un 18 de junio de 1942 en Liverpool aparece como una figura fundamental de la cultura popular, por la prolífica autoría de clásicos como «Yesterday», «Michelle», «Hey Jude», Let it be» y «Penny Lane», entre otros de su etapa con la famosa banda en la que tocaba el bajo, y «Live and let die», «Maybe I’m amazed», «Band on the run» y «My love», entre algunas de su carrera con Wings y como solista.
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Basta con señalar que se trata de uno de los líderes de la banda más importante de la música pop y que conformó con Lennon no sólo una exitosa dupla creativa, sino una especie de sociedad perfecta, en donde las virtudes de cada uno suplía las falencias del otro.
Precisamente, tras la ruptura de The Beatles, Paul debió soportar críticas que señalaban que a su música le faltaba audacia, crudeza y honestidad, tres elementos que le sobraban a su ex compañero. Del mismo modo, Lennon sufrió reproches permanentes por su desprolijidad y aspereza de sus composiciones, algo que no aparecía cuando trabajaba en colaboración.
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Obviamente, estas características no eran exclusivas, tal vez por la influencia mutua entre ambos músicos, y así que Lennon es el responsable del pulido «Imagine», McCartney es el autor de «Helter Skelter», el tema más radical de The Beatles. Más aún, el propio Paul osó burlarse de su «sentimentalismo» como respuesta a las críticas con la canción «Silly love songs» («Tontas canciones de amor»), su hit de 1976.
Pero además de sus innumerables éxitos y la gran cantidad de premios y reconocimientos recibidos, McCartney encabeza junto a The Rolling Stones la lista de artistas precursores capaces de pasear y disfrutar su propia leyenda, en maratónicos conciertos en donde logra reunir a varias generaciones interesadas en vivenciar en primera persona el fenómeno beatle, a través de uno de sus principales responsables.
Por otra parte, Paul también se ocupó de retroalimentar su propio mito con la constante publicación de nuevas placas, en muchos casos de notable calidad, como ocurrió con «Chaos and creation in the backyard», de 2005; «New», de 2013; y «Run devil run», de 1999, entre otros.
Sin embargo, cada uno de los logros en la carrera de este brillante músico no se dieron de manera azarosa, sino que fueron buscados a través de un arduo trabajo, debido a la casi obsesiva entrega que demostró a lo largo de su trayectoria.
Dotado de manera natural para la música, Paul aprendió a tocar de manera autodidacta varios instrumentos, una vez sorteada la dificultad de ser zurdo, entre ellos el piano vertical que ocupaba el living de su casa en el número 20 de Forthlin Road, en la zona liverpooliana de Allerton, propiedad de su padre Jim, un aficionado que había dirigido varias orquestas de baile de salón.
En medio de canciones tradicionales y estándars de jazz que sonaban en su casa, Paul se fascinó con el rock and roll, como muchos adolescentes en la década del ’50, con artistas como Elvis Presley, Buddy Holly y Carl Perkins.
Fue este amor por la música y, en especial, por el rock, el motivo que lo unió a John Lennon, a quien conoció por Ivan Vaughan, un amigo en común, en 1957, en una feria llevada a cabo en la Iglesia Saint Peter, en donde su futuro compañero en The Beatles se presentaba con su grupo The Quarrymen.
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Su pericia para tocar la guitarra, su capacidad para afinarla y el hecho de saber la letra y los acordes exactos de varios éxitos del momento fueron su pasaporte para ingresar al grupo que, tras algunos cambios de miembros y un largo periplo por bares de mala muerte, moldeó un sonido que lo llevó a realizar una verdadera revolución cultural en los ’60.
Así como cada tarde se juntaba con Lennon con la premisa de componer al menos una canción por día, McCartney mantuvo este plan de trabajo durante años, del mismo modo que se encargó de interiorizarse de cada detalle relacionado con el negocio de la música, desde la grabación de discos y su comercialización, hasta la organización de conciertos y giras y la venta de merchandising.
A la par que crecía su imagen como el beatle más apuesto y más convencional, Paul también forjó una imagen de artista que estaba en cada detalle, al punto de mantener largas charlas al respecto con el manager Brian Epstein y el productor George Martin.
También dejó en claro en cada creación su avidez por dotar a su música de elementos de la música clásica, tal como la trompeta piccolo incluida en «Penny Lane», la cual se le ocurrió mientras miraba por televisión un concierto de Bach, o el uso de cuerdas en «Yesterday», «Eleonor Rigby» y «She´s leaving home», por citar algunos ejemplos, en lo que puede considerarse una ambición por expandir las fronteras del gusto popular.
Su conocida «adicción» a la adulación pública, según la caracterización en la que coinciden todos los biógrafos que trabajaron sobre su figura o la de The Beatles, lo llevó a mantener serias diferencias con sus compañeros cuando decidieron no continuar con las presentaciones en vivo, a partir de 1966.
Previo a la separación de los cuatro de Liverpool, Paul se encontró en medio de un rumor, que hasta hoy persiste, referente a su supuesta muerte en un accidente automovilístico, así como en distintos escándalos periodísticos cuando reconoció que él también consumía drogas lisérgicas, como sus compañeros de banda.
Junto a su gran compañera de la vida, Linda Eastman, con quien formó una familia y se mantuvo unido hasta su muerte en 1998, atravesó los momentos más significativos de su historia desde finales de los ’60.
Fue junto a ella que formó Wings, la banda que sucedería a The Beatles hasta 1980, cuando finalmente decidió encarar formalmente una carrera solista, en la que también fue acompañado por su esposa.
Si bien los ’70 fueron épocas de éxitos comerciales, largas giras y algunos problemas con la ley por su reconocida afición a la marihuana, McCartney debió soportar todo el tiempo las comparaciones entre sus nuevas composiciones y las que había realizado para los Beatles, junto a Lennon.
Las críticas que le achacaban un carácter demasiado meloso a su música no le impidieron convertirse en el ex beatle más exitoso y prolífico.
Aunque en los ’80 atravesó su período creativo más bajo, Paul siguió adelante y recuperó su nivel a partir de «Flowers in the dirt», sobre el final de la década, en un trabajo en el que contó con la colaboración de Elvis Costello.
A los 78 años, con una trayectoria artística inigualable, un catálogo imposible de comparar con el de cualquier otro artista, un unánime reconocimiento mundial a su labor cultural, récords de ventas y un estatus que le permite ser parte del selecto grupo de encumbradas figuras a nivel internacional de diferentes ámbitos, McCartney opta por seguir en el centro de la escena y mantener viva la leyenda beatle.