“¡Es el poder, hermano; es el poder!”
“Que el hombre, hecho de barro, no te obligue, Señor, a arrepentirte, de haberle dado un día las llaves de la tierra”.
“Que el hombre, hecho de barro, no te obligue, Señor, a arrepentirte, de haberle dado un día las llaves de la tierra”.
Es sabido que la primera víctima de toda guerra es la verdad. Y, en estos tiempos, marcados por los avances en la comunicación, sin embargo se hace mucho más difícil discernir entre las motivaciones profundas, los intereses en juego y la trama obscena de negociados más que sospechosos. ¿Qué hay, realmente, detrás de todo lo que ocurre?
¿Será para que un día y en un instante menos pensado, a alguien se le ocurra, sin motivos claros, que lo mío llegó hasta aquí?
La propuesta avanza como llamado imperioso a “cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor”, lo cual implica poner en funcionamiento nuestras potencialidades para dirigirlas al servicio de la vida y su cuidado.
Para nuestro viaje de la vida necesitamos del viento. Pero también necesitamos un oído atento y un corazón bien dispuesto, no sólo para saber por dónde caminar, sino también para marcar caminos.