Schmid: «La OIT nació para construir un mundo más justo»
El dirigente sindical advirtió que existe el riesgo que en la OIT se pierdan los objetivos históricos por el cual fue creada y que se debe impedir que prosperen las propuestas empresarias de condicionar el derecho a huelga.
- Gremiales
- May 7, 2015
El titular del Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, aseguró que «uno de los frentes de disputa es precisamente la Organización Internacional del Trabajo (OIT), porque existe una tendencia a revisar o guardar en el cajón del olvido sus principios fundamentales», y afirmó que siempre «es posible discutir las tendencias contemporáneas, pero no esos principios y valores».
El también titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) se refirió así a la actual situación interna en el organismo laboral tripartito mundial ante la embestida empresaria para intentar cercenar o limitar el derecho de huelga.
«La OIT nació luego de la primera gran guerra, en 1919, para construir un mundo más justo. Hay que volver a fortalecer esos viejos principios y armar en esa línea la estrategia», subrayó.
El dirigente gremial añadió que «el campo académico, con todo su bagaje y contenidos, debe escarbar y ofrecer la disputa en el área económica, porque en las universidades no se abandonaron aún las ideas que estuvieron vivas hasta hace muy poco a nivel mundial».
Indicó que, sin embargo, existen resabios de los ’90 y, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), emergió con mayor fortaleza. Schmid sostuvo que hay «una disputa y una tarea a realizar desde lo académico y, en el plano nacional, existen expresiones muy importantes y elementos muy ricos en ese sentido, aunque se trata de una batalla a nivel internacional», puntualizó.
El integrante de la CGT Azopardo afirmó también que otra dimensión es «la ideológica, que consiste en que el sindicalismo impugne de forma total las teorías mercantilistas, porque si para algunos realmente el comercio es lo más importante en los albores del siglo XXI estamos fritos, ya que en el medio del mercado y del comercio no hay espacio para la solidaridad de los pueblos».
El dirigente añadió que de triunfar esa teoría será mucho más importante la Organización Mundial de Comercio (OMC) que la OIT, que debe ser «una preocupación central del sindicalismo mundial para avanzar de forma clara en el sentido de que en las propias reuniones de la OMC hay que profundizar este tema».
Sobre las estrategias que se debe dar el movimiento obrero, Schmid puntualizó: «Desde hace años se producen encuentros de alto nivel allí. Hay que iniciar una tarea hacia el interior de la OMC para democratizarla. Si existe un lugar antidemocrático es ese», dijo.
Schmid puntualizó que otra dimensión son «las políticas, porque se impone elaborar y promover estrategias que, en algún momento, dieron signos de vitalidad y positivos, pero son insuficientes».
También afirmó que en la región del continente americano existen «tremendas contradicciones y, si hay puntos de ruptura con los ’90, también los hay de continuidad, lo que se impone registrar a la hora de observar de dónde surgen las buenas señales».
«Ello no significa que la conciencia colectiva y popular no haya registrado que se realizó un avance muy importante. Pero también es preciso contemplar la columna del debe en esa cuestión», dijo.
Para el sindicalista, «un hombre con hambre jamás será libre»; afirmó que «el planeta tiene 3.200 millones de personas que a diario sufren problemas de empleo y trabajo vulnerable y, dos de cada diez, apenas arañan la seguridad social», y señaló que unos «1.200 millones apenas perciben dos dólares diarios para vivir».
«En ese contexto, hay que cerrarse a la banda, como se dice en términos marítimos. No es posible discutir la vigencia del derecho de huelga ni habrá posibilidad de hallar un equilibrio si no se obtiene el mínimo derecho a protestar ante la injusticia», dijo.
Por último, aseguró que mucho antes del nacimiento de la OIT o en lo albores de la Revolución Industrial «un anarquista afirmó que las libertades no se piden sino que se toman» y, ese, debe ser «el mensaje a llevar como integrantes del sindicalismo internacional».