MARTES, 26 DE NOV

A 20 años de los asesinatos de Kosteki y Santillán, los reclamos sociales siguen vigentes 

El 26 de junio de 2002 el Estado reprimió una protesta de movimientos sociales que reclamaban “trabajo, dignidad y cambio social”. En este episodio resultaron asesinados -en manos de agentes policiales- los militantes del MTD, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. 

 

Este domingo se cumplen 20 años de los asesinatos de los militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Maximiliano Kosteki y Darío Santillán durante la represión a la jornada de protesta que tuvo lugar el 26 de junio de 2002 en los alrededores del Puente Pueyrredón, ejecutada durante la presidente de Eduardo Duhalde, que derivó en un adelantamiento de las elecciones.

Aquella protesta comenzó con una concentración temprana en las inmediaciones del Puente Pueyrredón que delimita con las avenidas Mitre y a Hipólito Yrigoyen, a pocas cuadras de la estación ferroviaria de la localidad bonaerense de Avellaneda, rebautizada por ley a partir de 2013 como “Estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”.

Hasta allí habían llegado militantes y dirigentes del MTD Aníbal Verón de distintos distritos de la provincia, integrantes de la Coordinadora del mismo nombre, como también de otras organizaciones, como el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) y el Polo Obrero.

En un clima de fuerte tensión, dado que los convocantes se proponían bloquear los accesos a la Capital Federal mientras que el Gobierno de entonces buscó impedirlo a cualquier precio y al mismo tiempo alentó una campaña en los medios contra las organizaciones piqueteras, la concentración llegó hasta el límite entre CABA y Avellaneda en reclamo de la generación de “trabajo digno, aumento de salarios, planes sociales y bolsones de alimentos”.

En las primeras filas de las columnas que llegaron por la avenida Mitre se veían banderas del MTD Aníbal Verón con las consignas de “trabajo, dignidad y cambio social”; la movilización se producía a seis meses del estallido social que había derrocado al gobierno de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001 con casi 40 personas muertas alrededor del país y más de 100 heridos graves.

Minutos después del mediodía de aquel 26 de junio de 2002, tras empujones entre manifestantes y los efectivos de la Policía Bonaerense, gases lacrimógenos y la respuesta de las pedradas, se desató en el lugar una fuerte represión que liberó los accesos del Puente Pueyrredón y trasladó los enfrentamientos hacia la avenida Hipólito Yrigoyen -ex Pavón- hacia el sur en dirección a la ex estación Avellaneda.

Los grupos de las fuerzas represivas de la Policía Bonaerense continuaron con su acción por la avenida Mitre en dirección al centro de Avellaneda con una gran cantidad de heridos de balas de plomo disparadas por Itakas, aunque también se tiraron postas de goma.

Tras el feroz operativo represivo montado por las fuerzas policiales -con carros de asalto, camiones hidrantes y motos-, Maximiliano Kosteki fue asesinado de un balazo en las puertas del supermercado Carrefour, sobre la avenida Yrigoyen de Avellaneda, en tanto que Darío Santillán fue matado en el interior del hall ferroviario a manos de los ex policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, un acontecimiento político-histórico que a partir de ese momento pasó a conocerse como la “masacre de Avellaneda”.

Días después se supo -gracias a documentos fotográficos- que Darío Santillán al momento de su muerte estaba socorriendo a Maximiliano Kosteki, ya caído en el suelo del hall de la estación ferroviaria, cuando un policía le disparó por la espalda.

Al día siguiente de la tragedia, el diario Clarín tituló el hecho en su tapa simplemente así: “La crisis causó dos nuevas muertes”.

Años después, a fuerza del impulso de la causa judicial impulsada por quienes habían sido heridos y por los familiares de los dos jóvenes asesinados, se logró la condena a los autores materiales de los crímenes: el comisario Fanchiotti y el cabo Acosta fueron condenados a prisión perpetua por doble homicidio y siete tentativas de homicidio.

Días después de la masacre, el 2 de julio de 2002, Eduardo Duhalde anunciaba el adelantamiento de los comicios presidenciales para marzo, en un intento por evitar correr la misma suerte de sus predecesores, que habían caído producto de una revuelta popular.

Con el correr de los años Darío Santillán y Maximiliano Kosteki se convirtieron en la expresión genuina de una juventud militante, una juventud rebelde, dispuesta a dar pelea por una sociedad más justa. Ambos hoy son símbolos de lucha, que el pueblo hizo propios después de sus asesinatos.

Juan Pablo Nocelli, referente del MTD Aníbal Verón desde antes de la “masacre de Avellaneda”, remarcó en diálogo con la agencia de noticias Télam: “Hoy, a 20 años de aquella tragedia nuestras consignas siguen siendo las mismas, como son el trabajo digno y alimento para el pueblo, cambio social, una nueva educación, una vida digna”.

“Creemos -añadió Nocelli- que después de tantos años los problemas sociales de fondo siguen vigentes en la Argentina y la lucha se mantiene por la recuperación de más derechos sociales. A más de 20 años seguimos reclamando que se haga justicia también con los responsables políticos de aquella masacre de Avellaneda. Hoy seguimos diciendo que la masacre de Avellaneda fue un crimen de Estado”.

Maximiliano Kosteki, de 25 años de edad, formó parte del MTD Aníbal Verón de la localidad de Guernica, en el partido de Presidente Perón, y Darío Santillán, de 21, militaba en el MTD de Lanús, ambos en el sur bonaerense.

Desde el MTD Aníbal Verón -que estuvo presente en en aquel trágico 26 de junio de 2002- se desprendieron varios grupos que se fueron integrando a otras organizaciones o que fundaron nuevas.

Hoy, el MTD Aníbal Verón -nacido en los barrios más humildes de la localidad de Florencio Varela- sigue existiendo y en su armado político, sus protestas y de planes de lucha callejeros está más cercano al Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), que a su vez articula con los movimientos piqueteros de izquierda encabezados por el Polo Obrero, brazo piquetero del Partido Obrero (PO).

Otros grupos escindidos de “la Verón” -como se la conocía popularmente en esos años- hoy están militando en las distintas versiones del Frente Popular Darío Santillán (FPDS).

Télam

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