Amenazan a un integrante de la «Multisectorial Paren de Fumigarnos»

Arroyo Leyes es un pueblo fumigado de la Provincia de Santa Fe con altos índices de discapacidad superiores al promedio, con casos de cáncer, muertes súbitas, leucemia y afecciones crónicas en aumento. La localidad requiere de manera urgente una normativa local y provincial que proteja a sus habitantes de prácticas productivas dañinas para la salud y la naturaleza.

Por eso, se le exige a su Presidente Comunal, Eduardo Lorinz, que realice las acciones políticas y administrativas pertinentes para proteger la Salud e Integridad de sus vecinos y se tomen las medidas necesarias para la seguridad de Facundo Viola y su familia.

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Espinoso es el camino de aquellos que deben transitar la lucha en pos de no hipotecar su salud y la de los suyos. El agronegocio no tiene intenciones algunas de mediar con aquellos que como única arma, exhiben la unión y la dignidad por sobre una abultada cuenta bancaria.

Una militancia consciente que no ha cedido terreno

El activismo de Facundo Viola contra este modelo contaminante de producción, nace muchos años atrás. Entre el 2001 y 2002 integró una red de trabajadores orgánicos en Europa, moviéndose y absorbiendo diferentes experiencias en España e Inglaterra.

“Allí pude consolidar la idea de la importancia de producir sin venenos, y los beneficios que traen consigo para la alimentación, los productos sanos”, sostuvo Viola en diálogo con Conclusión.

Entre los años 2005 y 2007, formó parte de una organización denominada Asoprovida, una ONG internacional donde la base de la actividad era la lucha contra los transgénicos y por ende los agrotóxicos.  “Llevamos adelante talleres de sensibilización sobre esta problemática, que incluían a la población infantil. Allí coordiné la actividad nacional moviéndome por distintas partes del país trasladando los conocimientos sobre huertas orgánicas”, indicó.

Su profesión de periodista, lo llevó no sólo a ser una voz respetada, sino también a crear una importante revista llamada “La semilla”, que se editó durante varios años en nuestro país. “Después de esto, mi actividad me llevó a moverme por distintos países hasta el año 2013, donde termino por afincarme en la localidad de Arroyo Leyes desempeñándome como periodista tanto en medios televisivos como radiales. La temática siempre estuvo vinculada a las fumigaciones, a la exposición y explotación a la que estaban expuestos los trabajadores rurales”, relató.

La vueltas de la vida lo llevó a vivir frente a un campo fumigado, cabe destacar que en Leyes son más de 20, es decir que gran parte de la población está expuesta a los venenos. “Dolorosamente pude contemplar como morían los animales, las plantas, como un vecino fallecía a causa de una leucemia a los 40 años y otro que a los 42, sus riñones le decían basta. Muertes de niños y adultos por cáncer, perros a los que se les caía el pelo, todo consecuencia del impacto de las fumigaciones. Debido a esto decido avanzar con denuncias e interpelaciones tanto a propietarios de campos, como a las autoridades políticas.”

En Arroyo Leyes el porcentaje de discapacidad es más alto que la media, investigaciones médicas y científicas así lo ratifican. “Las primeras amenazas que sufrí se dieron a través de las redes sociales, por lo cual pude tener registro de las mismas. Pero después pasaron a ser insultos y amenazas coactivas hacia mi persona y mi familia. Las agresiones físicas no faltaron, incluso sufrí privación ilegítima de la libertad, ya que los fumigadores cruzaron sus autos frente a mi casa imposibilitándome la salida. Quiero destacar que en ese momento me comuniqué con la policía sin obtener respuesta alguna”.

La tensión psicológica a la que están expuestos los que pelean por sus derechos, es constante y demoledora. Si bien la resistencia pudo quebrar la terquedad de los dueños de esas tierras fumigadas, en Leyes aún persisten gran cantidad de campos con prácticas nocivas para la salud.

“Desde ese difícil momento, la solidaridad y la organización hizo que activen diferentes grupos a lo largo y ancho de la provincia de Santa Fe. La necesidad de obtener una ordenanza para nuestro lugar es imperiosa, es por ello que las presiones van en aumento”, relató el integrante de Paren de Fumigarnos.

Una nueva y deleznable amenaza 

Alrededor de unos 10 fumigadores pertenecientes a dos o tres familias de la zona, decidieron dar un oscuro paso en torno a las amenazas contra la figura de Facundo Viola. “Lo que solían ser aprietes en las redes sociales, ahora cruzó la raya. Las amenazas fueron dirigidas hacia mi persona, brindándome con lujos de detalles que tipo de vida tengo, los lugares que frecuento, mis actividades cotidianas y explicitando que me iban a dejar los ojos negros y la boca como un payaso. Con las pruebas antes mencionadas, decidí realizar una denuncia en la fiscalía, pero lamentablemente siguieron llegando capturas de pantalla acercadas por otros vecinos en donde se ofertaba dinero para aquel que accediera a agredirme”.

Amenazas que no deben quedar impunes, es por ello que se le exige tanto al poder político como judicial la protección y responsabilidad que el caso amerita. “Pude lograr que se designe al fiscal Estanislao Giavedoni, ya que solicité medidas de protección tanto para mí, como para mi familia. Considero imprescindible continuar con este trabajo de visibilización, con esta lucha por erradicar definitivamente las fumigaciones tóxicas que tanto daño están causando. Si bien considero de gravedad las amenazas que estoy recibiendo, muchísimo más serias son las muertes que vengo denunciando, los atentados contra la vida misma, y el último caso que involucra a dos bebés de escasos meses de vida que dejaron este plano a causa de muerte súbita. Ambos residían a escasos metros de campos fumigados, la idea es reagruparnos, organizarnos en red con las distintas multisectoriales, no pensamos dar ni un paso atrás”, concluyó Viola.