Concurso Guarda 14: cuáles son los mejores vinos de todo el país

El Concurso Nacional de Vinos Guarda 14 ya tiene sus ganadores. Después de intensas jornadas de trabajo donde un prestigioso jurado evaluó alrededor de 250 muestras bajo la fiscalización de la escribana Silvia Cervós, se conocieron cuáles son los mejores vinos de todo el país.

Tras concluir la primera edición de la propuesta que nació del sitio especializado de Diario Los Andes con el objetivo de contribuir a la difusión de la actividad en todo el país, poniendo en valor y premiando a los mejores exponentes, 13 vinos consiguieron Medalla Gran Oro, 31 se alzaron con la de Oro y un total de 34 obtuvieron Medalla de Plata.

Uno de de los puntos más altos del certamen, conforme a la opinión de los jurados, fue la gran diversidad de la geografía argentina que pudieron apreciar en los competidores, ya que participaron 139 bodegas, entre las que se destacan grandes empresas y pequeños productores, de nueve provincias distintas: Mendoza, Chubut, Córdoba, Buenos Aires, La Pampa, Salta, Río Negro, San Juan y Tucumán. “Tenemos una muestra del potencial vitivinícola del país”, destacó Cristina Pandolfi, presidenta del Jurado.

Durante la jornada del viernes, a lo largo de cinco horas, las 37 personalidades que integraron el jurado degustaron un total de 247 vinos que cumplieron en tiempo y forma con todos los requisitos de aptitud para poder ser parte del certamen. Divididos en siete comisiones de cinco personas cada una (dos tuvieron seis integrantes), calificaron un total aproximado de 35 vinos cada uno.

“Estamos gratamente sorprendidos, porque hemos tenido muy poco tiempo desde que surgió la idea y la difundimos, pero la respuesta que recibimos ha sido altamente satisfactoria”, ponderó Pandolfi. Y agregó: “Estamos realmente muy felices. Todo se dio en un clima de mucha concentración y seriedad para evaluar los vinos”.

El grupo de evaluadores liderado por la ingeniera agrónoma que es vicepresidenta de la Sección Enología de la Academia Argentina de la Vid y del Vino estuvo integrado a su vez por enólogos, sommeliers, periodistas especializados en la materia y expertos en vitivinicultura de distintas regiones del país.

Transparencia y seriedad

Un punto para destacar del certamen es que fue organizado bajo estrictas normas internacionales, por lo que la cata de las muestras se realizó completamente a ciegas, para garantizar la total objetividad, y solo un 30% de los concursantes pudo acceder a las medallas, algo que refleja que exclusivamente los mejores fueron premiados.

El anonimato de las muestras comenzó desde el momento que fueron recibidas por los organizadores, hasta el momento de develar a los ganadores. Es que cada vino ingresó con un código de referencia. Luego, la escribana Silvia Cervós le otorgó una nueva identificación numérica aleatoria que solo conocía ella. Ahí se inició un proceso de desidentificación de cada botella, en el que se le quitaron corchos y cápsulas y se les colocó una cubierta negra para todos iguales, con el objetivo de eliminar cualquier rastro de su marca, varietal o bodega. A partir de ese segundo número fue que los jurados pudieron identificar en cada planilla el puntaje que se le había dado, lo único que ellos pudieron saber del vino.

En la instancia de evaluación, los vinos fueron clasificados en categorías de acuerdo al contenido de azúcar residual. Del certamen participaron tintos, blancos, rosados, espumosos, dulces y naranjos de vinificación clásica, orgánicos, biodinámicos, naturales y fair trade.

Respecto al puntaje, los integrantes de las comisiones tenían por cada vino que llegaba a la mesa una planilla en la que debían marcar el puntaje que le otorgaban según la vista, el olfato, el gusto y una opinión apreciación general. El aspecto más determinante era el gusto, que significaba el 35% del puntaje final. La calificación definitiva de cada vino resultó de un promedio obtenido a partir de los puntos que le había dado cada jurado.