JUEVES, 07 DE NOV

Día de la Diversidad Cultural: ¿qué se conmemora el 12 de octubre?

En 1917 Argentina celebró por primera vez el Día de la Raza. En 2010 la fecha pasó a llamarse Día del Respeto a la Diversidad Cultural, con el objetivo de visibilizar las costumbres originarias que fueron arrasadas durante la conquista.

 

El 12 de octubre de 1492, el navegante español Cristóbal Colón bajó de la carabela La Pinta luego de una larga travesía por el Océano Atlántico, y pisó por primera vez, de forma accidental, tierra americana. Tras él venían dos embarcaciones más, La Niña y Santa María, que traían hombres y “chiches”: alucinados con las riquezas del sur del mundo, dieron inicio a un largo proceso de conquista y europeización de estas tierras, y para ello exterminaron a los pueblos originarios que habitaban lo que hoy es Latinoamérica.

Más de quinientos siglos después, los países suramericanos conmemoran esta fecha con diferentes nombres. En Argentina, por ejemplo, hasta el 2010 se celebraba el “Día de la Raza”, pero se decidió cambiarlo por el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, con el fin de revalorizar la cultura de los pueblos originarios, que fue prácticamente aniquilada durante la conquista.

A inicios del siglo XX, el entonces ministro español y presidente de la Unión Ibero-Americana, Faustino Rodríguez-San Pedro, propuso una celebración para unir a España con Iberoamérica. El 12 de octubre de 1914 se conmemoró por primera vez la fiesta de la Raza, un festejo que al año siguiente tomó el nombre de “Día de la Raza”.

En Argentina, la fecha se empezó a conmemorar en 1917, mediante un decreto firmado por el presidente Hipólito Yrigoyen que declaró a este día de fiesta nacional.

Un poco de historia

Por pedido de los Reyes Católicos, Isabel I y Fernando II, Colón partió de España el 3 de agosto de 1492, comandando las tres carabelas, con destino a India. Por un desvío accidental, cerca de las 2 de la mañana del 12 de octubre, cuando ya se habían agotado todos los cálculos y previsiones, Rodrigo de Triana, desde La Pinta, gritó: “¡Tierra a la vista!”. Los navegantes no estaban oriente, como creían, sino en una isla de Las Bahamas, en el Caribe.

En total, Colón realizó cuatro viajes a América en 1492, 1493, 1498 y 1502. No se sabe con certeza si el navegante alguna vez supo que se trataba de un territorio prácticamente desconocido para los europeos o si vivió convencido de que estaba en India.

Con la conquista de América, que se consolidó a partir del segundo viaje de Colón, España llevó al viejo continente riquezas minerales –como oro y plata– y vegetales –como especias y frutas exóticas para el paladar europeo–, lo que la hizo consolidar su poder y hegemonía.

Cultura arrasada

El continente que habían descubierto los europeos fue nombrado en honor al navegante Américo Vespucio, aunque los pueblos originarios, que vivían aquí desde hacía más de 20.000 años le habían asignado diferentes nombres a sus tierras. “En 1492, las cosas comenzaban a tener el nombre que les daban los apropiadores. A nuestro continente lo llamarían ‘las Indias’, y luego América. Durante siglos el ‘descubrimiento de América’ remitió invariablemente a la llegada de Colón a estas tierras, y la repetición de tal denominación en miles de libros y manuales de todo tipo terminaría por naturalizar lo que en realidad significó literalmente el entierro de las culturas de los pueblos originarios”, advirtió el historiador Felipe Pigna.

Cuando descubrió los escritos mayas, el obispo de Yucatán, Diego de Landa, apuntó: “Hallamos un gran número de libros, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual les daba pena”.

Para los españoles, católicos devotos, las costumbres y religiones de los pueblos originarios no eran otra cosa que pecados y la reencarnación del diablo, por lo que, en nombre de Dios, prosiguieron a exterminar todo lo que no se acomodaba a su cultura. Así fue que desaparecieron civilizaciones enteras y, con ellas, lenguajes, historias y culturas.

Para dar cuenta de cómo vivieron los pueblos originarios la conquista, el historiador colombiano Germán Arciniegas destacó: “Todo, hasta el paisaje, había cambiado. Los indios habían conocido los caballos, hierro, pólvora, frailes, el idioma español, el nombre de Jesucristo, vidrio, cascabeles, horcas, carabelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros de África, gentes con barbas, zapatos, papel, letras. Los caciques acabaron colgados en las horcas. Nació una ciudad de piedra. La isla era para los indios un nuevo mundo. Más nuevo para ellos que para los españoles”.

Los conquistadores no solo impusieron su idioma, sino que reconstruyeron un continente con su arquitectura, sus creencias y su religión, entre otras costumbres. Hasta el siglo XIX, cuando comenzaron a darse procesos independentistas en el sur de América, la premisa de España era clara: gobernar estas tierras, mediante la figura de virreyes, para extraer las riquezas y enviarlas al viejo continente.

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