MARTES, 19 DE NOV

Docentes rurales: cuando los pizarrones gritan su rebeldía

El fallecimiento de la entrañable e invalorable docente fumigada Ana Zabaloy, nos debe interpelar en profundidad. El camino digno y consciente de los educadores rurales, se debate entre la soledad, persecución y descalificación de los poderosos, sumado al silencio cómplice de una sociedad fracturada.

Por Alejandro Maidana

“Las docentes rurales somos testigos privilegiadas del costo humano de este modelo basado en transgénicos y agrotóxicos”, Ana Zabaloy.

No existe otra manera de homenajearla, que continuando con su legado de raíces inquebrantables. Que su calidez sirva de cobijo para las próximas luchas, y que su memoria se convierta en fogón para mantener viva la llama que debe seguir ardiendo dentro de los corazones calientes.

Dolor, angustia, frustración y resiliencia, estos parecen ser los pasos obligados que debemos transitar casi como un apostolado, aquellos que no tenemos reparo alguno a la hora de definir a este modelo productivo como genocida ¿Cuánto nos duele e interpela la muerte de las y los valientes defensores de la vida? ¿Cuáles son los límites que abrazamos como especie humana? ¿Somos sujetos vacíos que nos movemos solo por impulsos mezquinos? Podría seguir intentando preguntas con el fin último de calmar la intensa necesidad existencial de encontrar esas respuestas que puedan alivianar tanto desconsuelo.

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Pero claro, si los días de las mayorías han seguido su curso de manera impertérrita a pesar de la muerte de una docente que evidenció en su cuerpo el daño que produce este modelo, la reflexión final debería estar hermanada al fracaso social y a la deshumanización de nuestra raza. Es por ello que consideramos menester recoger una serie de testimonios anclados al dignificante sendero que vienen transitando los docentes fumigados. Palabras que nacen desde las vísceras, reflexiones que buscan despertar la impavidez de un pueblo dormido e individualista.

Historias que se asemejan, caminos que se entrecruzan

La crónica de lucha de Mariela Leiva, se iniciaría a pocos kilómetros de su vivienda ubicada en la localidad de Basavilbaso (Entre Ríos).  Aquel día que fue fumigada junto a sus alumnos en la Escuela N°44 “República Argentina”, en el departamento Uruguay, Colonia Santa Anita. La jornada sería interrumpida por una avioneta que hizo una pulverización en los campos aledaños a la escuela donde terminaron tanto alumnos como la docente con síntomas de intoxicación.

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Entre Ríos es una de las provincias más fumigadas del país, por eso no extrañó que después de la denuncia de Leiva y posterior fallo condenatorio (ejemplar), se sucedieran otras en distintos puntos que pudieron visibilizar de manera explícita, una problemática que se sigue manifestando en carne viva.

“Siento una profunda tristeza por la muerte de la queridísima Ana, una víctima más de este modelo asesino”, de esta manera iniciaría la charla con Conclusión la valiente trabajadora de la educación entrerriana.

En torno a la enorme necesidad de continuar su legado, Mariela Leiva fue muy clara: “Nos queda seguir apelando a que cada uno de nosotros, como docentes, construyamos conocimientos desde el aula, y sigamos insistiendo en el reclamo de políticas públicas en favor de la vida”.

“Por otro lado invito a que solicitemos donde corresponda que el día del fallecimiento de Ana, sea declarado el día del docente fumigado”, espetó la Secretaria General de Agmer Basabilbaso, y referente provincial de la Campaña Paren de Fumigar Escuelas de Entre Ríos.

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Hacedores de una dignísima resistencia, los testimonios, todos ellos cargados de una notable cuota de sensibilidad, empatía y compromiso, se siguieron sucediendo. Fue Cintia Furini, maestra rural del Paraje Las Pencas, Díaz, provincia de Santa Fe quién brindaría el suyo: “Mi pregunta es cuándo la vida nos va a conmover, cuándo nos vamos a dar cuenta que con este sistema tan cruel que se agrava cuando se viola el no cumplimiento de la reglamentación vigente, estamos terminando con todo”.

“Cuándo los niños, ancianos, las personas en general, van a estar antes que los intereses económicos. El campo ya no es el mismo, antes estaba poblado de pájaros, liebres, zorros, repleto de árboles como espinillos, aromitos, ceibos, hoy es el desierto, el desierto de la soja en donde se prioriza el capital económico por sobre la vida”, enfatizó la docente de la institución Félix de Olazábal, CER N°303.

Mónica González trabaja en la Escuela Técnica Nro 1 de Bolívar (Buenos Aires), e integra el Colectivo Tierra Viva del mismo lugar, como tantas otras docentes, entiende que la información para lograr la tan ansiada transformación, debe emerger desde sus bases. Lamenta no haber podido conocer en persona a Ana Zabaloy, pero no duda en enaltecer su camino y la obra realizada por ésta.

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“En el último encuentro de pueblos fumigados de Buenos Aires que se dio en marzo de este año, habíamos consensuado que fuera ella una de las coordinadoras del eje de educación durante el mismo, quién mejor. Lamentablemente unos días antes me avisó que no iba a poder concurrir debido a los problemas de salud que venía padeciendo”, sostuvo.

La herencia de Ana, esa que hoy descansa en las manos de las y los valientes que no piensan renunciar a un legado tan puro y descontaminado. “Ella sostenía que las docentes rurales éramos testigos directos del costo humano de este sistema basado en transgénicos y venenos, a lo que agregaría, que también somos víctimas. Ana fue una mujer sabia y valiente que supo enlazar voluntades de docentes, abogados y comunicadores, nos deja un camino de militancia claro, y se engrandece como referente de todos aquellos que luchamos de distintas organizaciones, por un modelo productivo que no nos envenene, por una alimentación saludable y un ambiente no hipotecado para nosotros, y las generaciones futuras. Por esto, y en memoria de la compañera Ana Zabaloy, desde el  Colectivo Tierra Viva de Bolívar, decimos bien fuerte, Hasta la Victoria Siempre”.

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Daniela Dubois vive en San Andrés de Giles e integra la Red Federal de Docentes por la Vida, además de compartir el espacio con Ana Zabaloy, fundadora de la red, mantenía una amistad consolidada en el respeto y los sueños colectivos. “Ana fue un ser humano excepcional, una mujer muy cálida, tan valiente como sabia, ella nos brindaba consejos muy claros. Su acercamiento a la tierra y a la ruralidad era algo realmente amplio, ya que practicaba la alfarería con el significado que tiene la misma, de hecho ella dictaba talleres de este hermoso oficio en su casa”, comentó Daniela.

Preparar dulces, armas huertas, y contemplar la naturaleza en su todo fueron premisa fundamental de los días de aquella mujer que supo discutirle al modelo productivo de una manera tan sencilla como corajuda.

“Como docente ella siempre daba cuenta de la importancia del espacio y el rol que ocupamos los mismos, la necesidad de profundizar el compromiso para alzar la voz cuando los niños, nuestros alumnos, son acorralados por los venenos que ponen en jaque su salud”.

Las escuelas rurales, esos pulmoncitos que luchan por recuperar ese aire puro que cargaba distintos aromas silvestres amigados con un campo que hoy se ha convertido en un desierto verde invadido por venenos. “Defender estos espacios es de suma importancia, las políticas de este gobierno nacional apuntan al aniquilamiento de las instituciones rurales. Se cierran matrículas de los primeros años, no se reabren las reinscripciones, y en el peor de los casos las puertas de algunas escuelas se clausuran para siempre. Anita siempre decía que las escuelas rurales eran el espacio desde donde la comunidad se congregaba, un espacio único de sociabilización, por esto y otras cosas era una ferviente defensora de estos indispensables lugares”, concluyó Dubois.

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Elio Kohan acumula cientos de kilómetros diariamente, algo que viene enquistado en la matriz misma del educador rural, morador de Colonia Avigdor, departamento de La Paz, Entre Ríos, no ocultó la enorme satisfacción de poder colaborar visibilizando su estoico trabajo en pos de la transformación de una oscura realidad.

“Cada día que transitamos los caminos de la docencia, la figura de Ana nos acompaña como ejemplo de lucha. Tan explícita ha sido su resistencia, que tuvo que pagar con su cuerpo los costos del impúdico agronegocio, al igual que mi querido hermano Fabián Tomasi. Si bien este sistema nos va llevando puesto, a la par van floreciendo estas resistencias por la vida que le dan pelea desde las trincheras, en nuestro caso desde las escuelas rurales”, indicó.

El rol de las profesiones y la importancia de que las mismas se pongan a disposición de las mayorías, sigue ocupando un lugar de suma importancia en el debate interno que avanza. “Tenemos la obligación humana de permanecer en este lado, en el de la vida, destacando que el único enemigo es el agronegocio, si bien no desconocemos el amplio espectro de complicidades políticas, empresariales, judiciales, de los medios de comunicación y los distintos estamentos del Estado”.

“Entendemos que pese a lo pequeño lo nuestro es plantar una semilla para que pueda germinar la conciencia en defensa de la vida. En Colonia Avigdor tenemos hace muchos años instalado al Rabino Sergio Bergman con sus fundaciones que hasta hace poco practicaba la agricultura convencional con el uso de agrotóxicos, sentenció Kohan.

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El 27 de mayo pasado se pudo lograr el alejamiento a 1.000 metros de las aspersiones en los campos pertenecientes a las fundaciones de Bergman, sin duda alguna una enorme victoria en defensa de la salud. “Esto ha sido un verdadero espaldarazo para seguir profundizando la discusión, la presentación de estudios que explicitaban el impacto de las fumigaciones en la salud de los niños <daño genético> fue un empujón más que importante. Ana y Fabián estarán descansando, pero las luchas siguen vivas, despertando una y otra vez esas semillas que no paran de florecer en paz, seguiremos apoyados en estos maravillosos faros que iluminan nuestro camino”.

Aquellos que utilizan la tiza y la palabra como verdaderas armas emancipadoras, deben esquivar casi cotidianamente los embates del furibundo lobby del agronegocio, poder fáctico que arremete con desprejuiciado sobre todo aquel que decida interpelarlo.

El caso de Daniela Soldano es uno de ellos, quién poco días atrás fue removida de su cargo de directora de la EESO N°639 Patricias Mendocinas de Sastre. Sus 32 años como docente, y 23 como directora, de nada sirvieron para ponerle freno a un ardid que terminó por desplazarla generando un impacto brutal en la población santafesina, y en especial en el corazón de los vecinos autoconvocados que no se resignan a perder la batalla contra los venenos.

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Su palabra no podía faltar en este informe que persigue rescatar a un puñado de intrépidos, entre tantos otros, que lejos de transformarse en fundamentalistas del ombligo, exponen sus cuerpos en beneficio de los oprimidos. “Es difícil expresar en palabras lo que nace desde muy adentro. Pero es preciso destacar que no concibo otra manera de educar que no sea descolonizando las cabecitas de nuestros estudiantes enseñándoles sobre la importancia del compromiso, y la necesidad de ponerle el cuerpo a las causas justas. Esta es una lucha que persigue mantener y afianzar los  derechos adquiridos, para poder conquistar los que restan”, disparó Soldano.

Daniel Mangold, el pasado año sufrió en carne propia la opulencia del sector agropecuario. La Escuela de la Familia Agraria de Totoras, había retratado su despido sin causa. El veterinario y docente,  adjudicó su expulsión a las tensiones existentes en esa comunidad con “el lobby sojero”. Una constante que se repite a lo largo y ancho del país cuando se le discute al poder económico en primera persona. Si bien Mangold fue reincorporado a los pocos días gracias a la intervención sindical y la lucha de distintos sectores. Esto pudo desnudar la arbitrariedad con la que suelen manejarse las autoridades.

Considerando que su reflexión es de suma valía, las palabras de este incansable batallador de la docencia, también quedaron plasmadas en estas líneas empapadas de dignidad. “Charlando con distintos compañeros, una de las cosas que acontece, está ligada profundamente a las distintas preguntas que podemos hacernos, sospechando de las respuestas que algunas puedan tener, todas están ligadas a la humanidad que el hombre puede tener como especie”, relató.

El estado de situación de las cosas como disparador de un sinfín de consideraciones asombrosas que lamentablemente naturalizamos. “No hemos logrado madurar lo suficiente como raza para hacernos esas preguntas que nos interpelen, entre ellas podemos citar como la comunidad en su gran mayoría puede aceptar que muera una docente fumigada. Una persona como Ana Zabaloy que no solo trabajaba con niños, también ayudaba a las familias en el contexto de ruralidad, como puede banalizarse esa muerte, como no moviliza a las comunidades, porque no hay marchas, porque no nos quebranta como sociedad, estamos todos adormecidos”.

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¿Por qué nos entristece la pérdida de un campeonato de fútbol pero no la pérdida de una persona como Ana? Se pregunta una mil veces un tipo sensible y rudo a la vez, que se alarma por la crisis de valores que nos atraviesa como sociedad. “Esto me recuerda a la analogía de la rana hervida de Olivier Clerc que se puede ajustar perfectamente a nuestra realidad. Estamos naturalizando cosas que son horrorosas, y esas cosas tienen que ver con cuestiones que atentan contra la continuidad de nuestra especie. Otra de las muchas preguntas que nos hacemos, tiene que ver con hasta cuándo tendremos que soportar a los sectores poderosos gozando de su impunidad manifestada con arrogancia y violencia contra el pueblo”, enfatizó Mangold.

¿Hasta cuándo seguiremos soportando este sistema pseudodemocrático, representativo y corrupto?; se pregunta el trabajador de la educación que en la actualidad dicta clases en el CEA N°5 de San Genero. “Este sistema ha demostrado a través de sus tres poderes que solo está capacitado para cometer latrocinios contra el pueblo defendiendo el interés de las clases dominantes, de los sectores de la oligarquía, de los poderosos ¿Hasta cuándo seremos cómplices de estas injusticias que nos alía indirectamente con los opresores aumentando el dolor de los oprimidos? En esto pienso, en la actitud cómplice de muchos docentes y médicos, que en muchos casos en lugar de mostrar sensibilidad para con sus colegas que pelean a favor de la vida, se levantan contra los mismos”.

Otra de las muchas preguntas que se hace Daniel, está ligada a la elección de la sociedad de caminar hacia el cadalso, satisfechos con esta democracia que les permite elegir cada dos años al esbirro mas copado, y sentirse progresistas por contar con esta oportunidad brindada.

“Ningún político se ha comprometido en su totalidad, y la mayoría cuando ostenta el poder hace añicos sus promesas electorales para poder garantizar gobernanza con estos sectores genocidas y ecocidas ¿Por qué seguimos tolerando que los ricos sigan gozando de sus privilegios a costillas del pueblo trabajador sacrificando la vida de los nuestros? ¿Cómo podemos naturalizar el no acceso a tierras para vivir y producir alimentos sin venenos en paz y armonizados con todos los seres vivos? La tierra tiene dueño, hasta la peor tierra está alambrada, no se vende, no se puede acceder, y los que la tienen la violentan todo el tiempo”.

La avaricia le gana por goleada a los sueños de aquellos que se resisten a vivir de las migajas que caen al piso del enorme banquete que se dan los poderosos. “No podemos aceptar la idea de mudarnos para ir en búsqueda de un ambiente sano, ya que estos sujetos están en todas partes esparciendo sus venenos y ambición. La situación del planeta es catastrófica e irreversible, la sociedad persigue y criminaliza a aquellos que luchan por el bien de la propia sociedad, me pregunto si la humanidad merece el sacrificio de estos seres altruistas”. De esta manera finalizaría su exposición Daniel Mangold, una persona de vuelo rasante, un estoico defensor del estado de bienestar profanado por un sistema miserable y deshumanizado.

 

 

 

 

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