El Amazonas en llamas, la llave maestra del agronegocio y la especulación inmobiliaria para hacerse de la tierra

Lo que sucede en estos momentos en Brasil es dramático, ya que se trata de uno de los sucesos más graves en torno a sequías de la historia reciente. No existe precedentes de lo que el país hermano está viviendo. Desde que se comenzaron las marcaciones de sequía y de lluvia en 1902, nunca se ha registrado una seca tan severa, tan grave, tan dura.

 

Lo que más preocupa, es que se trata de una sequía que viene siendo anticipa desde hacer aproximadamente seis meses. Si bien Brasil se encuentra transitando el periodo seco, se esperaba que el mismo abrace un proceso más cíclico, y dentro de los próximos tres meses. Entonces, existió una anticipación de la sequía, demostrando muy claramente que los ciclos de lluvias han cambiado.

Eso llevó a la percepción y la definición de que hay cambio climático en la Amazonía, que la Amazonía está sintiendo los cambios climáticos globales haciendo una reacción a estos cambios por cuenta de sus ciclos, que están ya visiblemente cambiados. Los científicos ya tienen como consenso, de que no existe más dudas de que esta sequía no tiene exactamente mucho que ver con eventos climáticos estacionales, o periódicos como El Niño o La Niña. Pero sí tiene que ver con las quemas y las acciones de expansión del agronegocio, de la monocultura de la soja y de la ganadería.

Con menor intensidad, pero también presente allí, la minería de pequeño y gran porte se ha expandido inmensamente por la Amazonía, separándola en partes. Por ello el impacto particularmente a las reservas indígenas, ya que se trata de territorios muy vulnerables. Como si fuera un queso suizo, hoy toda la región de la Amazonía está llena de agujeros, de huecos, dejados por los mineros ilegales, los garimperos en búsqueda del oro, del dorado, estimulados por un mercado internacional ilegal, de contrabando, que por cuatro años del gobierno Jair Bolsonaro no sufrió ningún combate, al contrario, fue estimulado.

Sin duda alguna se trata de una situación dramática, ya que también existen grupos interesados en la especulación inmobiliaria de determinadas áreas de la Amazonía, aprovechándose de las quemas para llevar a cabo su negocio. Al calor de las quemas, también crece el comercio de fincas, de haciendas, de grandes tierras, de porciones de tierra en toda la región norte de Brasil.

 

La opinión de Celso Sánchez, biólogo e integrante Grupo de Estudio de Educación Ambiental desde el Sur (GEASur) 

En este momento, más de la mitad del país de Brasil está con focos de incendio que han sido denunciados como criminales. La policía federal está intentando investigar, pero es muy difícil identificar culpables, si bien existe un consenso entre los policías que no dudan en sostener que muchas de esas quemas son intencionales. “Particularmente en el estado de Río Janeiro, en el que nos encontramos en el sureste de Brasil, también estamos con problemas de quemadas. Y con los policías que he hablado por esta situación que estamos atravesando, me comentaban que está recibiendo muchas denuncias como las que yo estaba realizando. En definitiva, en Río Janeiro también se están quemando muchas áreas y el proceso es muy semejante con el del resto del país”, sostuvo Celso Sánchez integrante del Grupo GEASur (Grupo de Estudio de Educación Ambiental desde el Sur) en dialogo con Conclusión.

La expansión de fronteras agrícolas o de especulación inmobiliaria, suele ser un común denominador en esta parte del continente. “Esto es algo real, recordando que en el 2022 hubo un fenómeno al que denominaron Día del Fuego, donde agricultores monocultivadores, y especuladores inmobiliarios, decidieron poner fuego durante el gobierno Jair Bolsonaro, estimulados por el discurso antiecológico del presidente, así fue como organizaron el Día del Fuego. Ahora lo que estamos viendo es un mes del fuego, ya que ampliaron las acciones incendiarias y esto es un consenso también de que la mayor parte de estas quemadas son criminales, esto es importante que se diga”, aseguró el biólogo.

En esta oportunidad los focos de incendio se dan en monocultivos de caña, pero, sobre todo, en partes de floresta o reservas indígenas, eso son los epicentros donde se denuncian las quemas criminales. “Más de la mitad del país está con focos excesivos de fuego, incendiarios, predominantemente criminales. Eso amenaza dos biomas, dos conjuntos de ecosistemas, la Amazonía y el Cerrado, que son nuestras sabanas, acá en la región centro-oeste de Brasil, donde está el estado de Mato Grosso, Mato Grosso del Sur, que hace frontera con el Pantanal, que es otro bioma, existe una planicie halagada de altísima biodiversidad que también está bajo fuego”.

La costa donde está la Mata Atlántica, también está bajo fuego. La situación reinante es verdaderamente alarmante, las imágenes de satélite que muestran las quemas son impresionantes. “Esto también se puede apreciar desde los satélites, el BrasilSat 3 y otros, es el deslocamiento del humo. Hace unos 30 años se descubrió el efecto de lo que nombramos ríos voladores, que son los deslocamientos de masas de aire, llenos de agua, de la evapotranspiración de las plantas de la floresta, y que vienen como corrientes aéreas, como verdaderos ríos, en camadas de la atmósfera bastante altas, que cargan más agua en el cielo que los ríos mismos”.

Este deslocamiento de agua por ríos aéreos va a humedecer, a llevar agua a toda una faja que viene desde el norte, pasando por el centro oeste hasta el sureste y el sur del Brasil. Esto es fundamental para toda la biodiversidad, para la manutención de la vida, para el equilibrio hídrico sistémico del país, pero lo que analizaron desde Geasur, es que esto está desreglado. “Fue un evento climático sumamente extremo, con lluvias de 800 milímetros, o sea, muchísimo, el triple de lo normal, por ello el desastre originado en la región sur, más precisamente en Río Grande del Sur, a principio de este año. Se trató de dos eventos similares opuestos, diluvios y seca, una clara ecuación del perjuicio climático que estamos atravesando en la Amazonia. Lamentablemente lo que viene es aún más profundo, para que tengan una idea, la taja de desnivelamiento del río Amazonas en el 2023 fue de 22 centímetros, hoy estamos con 23 centímetros al día, entonces es más intensa este año, y es justo el año siguiente, o sea, el río casi no se recuperó y ya viene otra sequía severa”.

Lo que se vive en Brasil, y por añadidura va a impactar en la Argentina, se trata de una acción tangible de impacto de la acción humana sobre este evento. “La intervención humana con el crecimiento de una lógica de monocultura, de incentivo al agronegocio de larga escala, que en los últimos años vivimos y que no cesara, ha desembocado en acciones criminales impulsadas por estos grupos. Los mismos están estimulados por una lógica que nosotros la definimos como una ideología antiecológica, antinaturaleza y en nombre del progreso. Fíjate que en nuestra bandera está escrito orden y progreso. Así estamos con este proyecto devastador en curso y que resulta incompatible con la vida humana. Como consecuencia, tenemos cada vez menos capacidad de resiliencia de los ambientes naturales, impactos directos en la población más vulnerable, que son pueblos indígenas, comunidades libereñas, comunidades quilombolas o palenqueras, que son parte de los 25 millones de habitantes de Amazonas, de la región norte y centro-oeste”.

La provincia de Amazonas hoy tiene a 350.000 personas que sufren los impactos directos de este fenómeno minuciosamente detallado por Celso Sánchez. “Si sumamos los otros estados, podemos calcular que tenemos millones de personas hoy impactadas directamente, sea su movilidad, su deslocamiento, como así también también la llegada de alimentos y de todo tipo de transporte que se hace en la región norte, ya que se utilizan los ríos y muchos están inclusive con dificultades de navegabilidad. Entonces, las consecuencias están ahí, apareciendo, y eso seguramente se va a sentir con el aumento de los precios de los alimentos y de las mercancías que vienen de esta parte. Por supuesto eso va a ser una presión inflacionaria y ahí veremos todas las consecuencias de la macroeconomía que tenemos por cuenta de los impactos climáticos. Eso es un punto, el otro, y también que es muy grave, tiene que ver con la pérdida de biodiversidad. No sabemos, no tenemos idea de cuántas especies están siendo extintas de vez, desapareciendo para siempre en estos tiempos, en este momento con esta quemada, lamentablemente no tenemos idea”, indicó el integrante de GEASur.

El impacto es impresionantemente grande, y sumamente fuerte sobre la biodiversidad. “Nos produce muchísima tristeza a nosotros los biólogos contemplar estas escenas y solo nos resta llorar, un llanto profundo de dolor. No podemos decir que no fue por falta de aviso, por falta de ciencia, por falta de comunicación, esto tiene que ver con una opción política, la opción por la necropolítica y no por una política de vida”, concluyó Celso Sánchez.

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