VIERNES, 08 DE NOV

El Efecto: el cerrajero que consiguió lo que los astrónomos buscaron por siglos

Víctor Buso captó algo que era imposible, el comienzo de la explosión de una estrella. Y todo, desde su observatorio casero de barrio Hospitales de Rosario. Un descubrimiento que significó un antes y un después en la ciencia mundial. "Mi Supernova marcó el punto cero de la regla", grafica para dimensionar la importancia científica de su aporte.

 

En todo un desierto hay un grano de arena que no es arena, es oro. Una persona tiene una sola oportunidad para encontrarlo, entonces elige un punto X del desierto, se agacha y con decisión toma un granito. Uno entre miles de miles de miles de millones. Y ese es. Halló el oro.

La situación es análoga a la historia de Víctor Buso, un cerrajero rosarino -y astrónomo aficionado- que logró captar desde su observatorio casero y por primera vez en la historia el nacimiento de una Supernova.

 

Es inquietantemente casi nulo lo que se conoce de todo lo exterior a nuestro planeta. Se presume que en el universo existen miles de millones de galaxias, cada una contiene miles de millones de planetas, los cuales, a su vez, albergan miles de millones de estrellas. En definitiva, una cantidad inasible. Cada estrella tiene una vida útil que se puede extender unos diez mil millones de años. Cuando muere (por así decirlo) explota, un fenómeno que en Astronomía se conoce como Supernova. Si bien este suceso se ha captado en diferentes oportunidades, durante siglos los científicos han intentado dar con el comienzo del acontecimiento, para entender sus particularidades y razones.

Con ese objetivo, las principales potencias del mundo han destinado exorbitantes presupuestos para estudiar el hecho, pero sin resultados, por lo que una fuerte teoría indicaba que directamente no existía, hasta que una persona dio con la maravilla: desde el observatorio en su casa de barrio Hospitales de Rosario, Víctor Buso, un cerrajero y astrónomo aficionado descubrió el principio de la norma, el cero de la regla, el DO de la escala, el nacimiento de una Supernova, algo así como un Big Bang estelar. Una pepita de oro en medio del Sahara.

Desde casa

Todo comenzó la noche del 20 de septiembre de 2016, cuando Víctor llegó de trabajar y pasó de su oficio, la cerrajería, a su pasión, la astronomía. Hacía tiempo buscaba una Supernova porque “ahora se está focalizando a esos estudios” -comenta- por diferentes galaxias desde el telescopio en el segundo piso de su casa. Cada semana buscaba en lugar diferente. Así que ese día eligió una del mapa, algo lo llamó a la galaxia espiral NCG 613. “Al azar”, diría más tarde; por la razón que fuera, allí apuntó su dispositivo y como un francotirador comenzó a disparar cada veinte segundos.

Luego, al observar las fotografías descubrió que, donde antes no había nada ahora había un punto. Y fotograma a fotograma, el punto iba creciendo. Obnubilado por la situación, inmediatamente Víctor supo que había algo allí. E internamente creía que podría tratarse de una Supernova.

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Entonces llamó a un colega, le señaló el lugar de la estrella, él buscó en los catálogos, pero allí no había nada registrado. No podía ser. Rápidos de reflejos, dieron el alerta mundial para poder inscribirlo y asegurarse la autoría del descubrimiento. Como la madrugada comenzaba a aclarar la observación iba a ser imposible. Entonces otros astrónomos en distintos lugares del globo retomaron la búsqueda. Y en cuestión de horas le confirmaron que se trataba del nacimiento de una Supernova.

 

Que la suerte te encuentre trabajando

La pasión de Buso viene desde joven. Sus primeros acercamientos a la astronomía llegaron a partir del observatorio que crearon con un grupo de entusiastas rosarinos en el Colegio Cristo Rey. Más tarde, inauguraría el observatorio Busoniano, en el altillo de su casa. A través de estos años, Víctor dedicó gran parte de su vida al estudio del universo; así descubrió una estrella variable y siguió de cerca el cometa Halley en su último paso por la Tierra en 1986. Y ahora, “el gol”, como lo define él. La SN2016 GJG, en la jerga conocida como la Supernova Argentina, es su Gol de Diego a los ingleses.

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“Tardé un poco en caer, y después vino el llanto. Fue lindo, te dura la emoción. Cuando te vas enterando la importancia, empezas a volar… un tipo común en una ciudad con un telescopito”, expresa Víctor, con una emoción que le dificulta darle continuidad a sus palabras. “Fueron muchas las coincidencias, si mi señora me llamaba porque estaba la comida e iba perdía la oportunidad de verla en el momento de la explosión”, dice con asombro. Para sumarle casualidades a esta historia, ese día se realizaba una convención de astrónomos en Capilla del Monte, pero en la ciudad cordobesa no hay planetario, así que el único que estaba mirando el cielo en el país era Víctor.

 

Mañana te llama la prensa mundial

Al enterarse del descubrimiento, y dar cuenta del tesoro que tenía entre sus manos Víctor, científicos de diferentes puntos del mundo se contactaron para obtener las imágenes. Pero el cerrajero las guardó bajo siete llaves. Es que prefería que la investigación se realizara desde el país: “Si lo descubrimos acá tenemos que estudiarlo acá, vamos a hacerlo completo”.

De esta forma, un equipo local liderado por Melina Bersten y Gastón Folatelli del Instituto de Astrofísica de La Plata-Conicet-UNLP abordó la investigación, que fue plasmada en Nature, la más presitigiosa revista de ciencia en el mundo, que desde 1975 no publicaba un trabajo de astronomía.

“Te escriben de Nature, te dicen ‘esto va a ser publicado tal día, dos días antes te va a llamar la prensa mundial‘”, recuerda casi con naturalidad Víctor. Para más hermetismo, si se filtraba algo antes no lo publicaban. Es por eso que la noticia se conoció dos años después del día del descubrimiento. Dicho y hecho, a Víctor lo llamaron de Suecia, Rusia, China, el New York Times, Washington Post, la BBC y siguen las firmas. Como si fuese poco, se publicó un libro de su vida y se filmó una película, además de otros ofrecimientos para contar su historia en diferentes formatos.

A partir de su hallazgo, el cerrajero y observador aficionado Víctor Buso quedó en los libros de astronomía a nivel mundial. “Sentís que hiciste una contribución a la humanidad, como mucha gente que ha descubierto cosas, es hermoso. Van a pasar los años pero eso seguirá”. Es que antes del registro de ese instante en el que comienzó la explosión de la estrella “no había nada, para empezar a medir algo hay que arrancar por el cero. Mi estrella es la referencia, el resto se van a medir a partir eso”.

Se piensa que se produce una explosión de una estrella por galaxia por siglo. O sea, dar con el inicio de una (que son apenas unas horas) es de una probabilidad de una en algún número plagado de ceros. Pero una al fin…

 

 

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