VIERNES, 22 DE NOV

En Córdoba unos abuelos se refugiaron en las Sierras y viven de cultivar marihuana

Viven en el Valle de Punilla y quieren que el Estado les permita sembrar sus plantas para poder fabricar sus productos con cannabis. Sueñan con un "Pami cannábico", expresaron.

Unos abuelos decidieron salir del estereotipo clásico de las personas mayores y salieron de la rutina con una actividad tan controvertida como especial: el cultivo de marihuana.

Según informe del periodista Sergio Carreras del diario La voz de Córdoba, los abuelos viven en el Valle de Punilla y quieren que el Estado les permita sembrar sus plantas para poder fabricar sus productos con “cannabis”.

La responsable de esta iniciativa, es Paula Culaciati quien según cuenta el informe, nació en Nueva York y “nunca pensó que la vida la colocaría a cargo de un jardín botánico”. Hace 82 años su abuelo, que fue intendente de Rosario, compró el predio en Huerta Grande, en el Valle de Punilla, para que su único hijo, enfermo de asma, tuviera una geografía amable donde respirar aire serrano. El papá de Paula falleció en un choque en 1991 pero dos años antes había creado el botánico que hoy muestra su explosión de verde junto a la ruta nacional 38, y trabaja integrado a diversas redes ambientales y científicas, tanto locales como internacionales.

Es así como Paula comenzó, junto a un grupo cada vez más numeroso de personas que viven en diferentes localidades del valle, a dar pelea en un tema que sigue sumando seguidores en el país: la legalización del autocultivo de marihuana para poder producir derivados medicinales.

“Ya somos grandes”

“Ya todos somos grandes y serios”, explica Paula. “Ya no nos importa si vamos a quedar bien o mal, o cómo nos van a mirar, ya nadie nos puede echar de nuestros trabajos porque la mayoría estamos jubilados, a muchos ya no los pueden meter presos porque tienen más de 70 años. Entonces qué mejor que dar esta pelea por la libertad y el bienestar de todos nosotros y de los más jóvenes. La planta debe estar libre porque el dolor no espera”.

Todos se asumen como un grupo de abuelos, o bajo la expresión –más políticamente correcta– de adultos mayores, que ya han vivido buena parte de sus vidas y quieren ayudar a los más jóvenes y a miles de personas que emplean marihuana con fines medicinales o recreativos. Crearon el colectivo Mayores Cultivan, por ahora reu­nido a través de la página Bendito Jardín, en Facebook.

Aseguran que hay interés extranjero para un tren metropolitano

Así como en otras ciudades argentinas existen grupos organizados de madres que luchan para que el Estado apruebe el autocultivo de la planta de cannabis , en este caso, este grupo se asume como la generación anterior, la más experimentada, que profundiza en la etnobotánica y el uso de fitoterapias para elevar la calidad de vida de las personas.

Entienden, lo mismo que todas las agrupaciones cannábicas del país, que la modificación que aprobó la Cámara de Diputados de la Nación el año pasado para permitir la importación de aceite de marihuana con fines medicinales, fue un parche insuficiente.

Si bien el proyecto, que todavía necesita la aprobación del Senado, dejó la puerta abierta para que el Estado nacional organice cultivos oficiales de marihuana, no hay indicios de que esta posibilidad pueda llevarse adelante en un plazo cercano.

Aunque no todas posaron para las fotografías, por motivos la­borales o familiares, más de 20 personas participaron de la entrevista con este diario que tuvo lugar en una antigua casona de piedra que existe en el ingreso del botánico.

Cultivadores y abogados

Hace pocas semanas fueron más de 200 los que se juntaron en el botánico para escuchar al médico Carlos Laje, creador de la Clínica de la Marihuana en la ciudad de Córdoba, y a partir de ese encuentro decidieron fortalecer el grupo y buscar la apertura de una sede regional para atender a pacientes que busquen productos medicinales cannábicos.

“Me encantaría poder cultivar marihuana en este jardín botánico”, dice Paula, “pero además de los problemas que podríamos tener con la Policía, nos angustian mucho los ladrones: ya son varios los cultivadores que acá en Punilla han sufrido robos de cogollos”, la flor de la planta, usada tanto para fumar como para producir aceite y otros productos. “Y cuando viene un ladrón y te roba lo que estuviste cultivando durante meses, ¿vas a ir a quejarte a la Policía o a una fiscalía sabiendo que es un cultivo que sigue siendo ilegal? Por supuesto que no”, se contesta, “por lo tanto estás indefenso”.

El grupo de abuelos que luchan por el autocultivo, además de numeroso, es muy variado e incluye no sólo expertos cultivadores, tanto en exteriores como en la modalidad bajo techo ( indoor ), sino también profesionales con los que pretenden organizar el reclamo frente a las autoridades.

Miryam Gómez es abogada, integra el grupo y piensa que “en este tema hay una necesidad de un cambio, que ya se está dando porque hay mucha gente que sufre y necesita acceder a los productos medicinales. Aquí estamos estudiando el marco legal con la idea de poder hacer un planteo ­superador”.

Por un valle cannábico

Mario Vaido, quien lleva ­décadas explorando las posibilidades de la marihuana, cuenta que fue detenido el 16 de febrero del año pasado y pasó 28 días en la cárcel de Cruz del Eje luego de que le encontraron dos plantas y flores cosechadas en su domicilio de Villa Giardino. “Adentro de la cárcel –cuenta– se vendía marihuana y otras cosas. Ellos tenían permitido el delito que me imputaban a mí”.

Mario Bejarano es licenciado en educación, cubano, conoció a Paula en Estados Unidos y desde allá vinieron juntos a Huerta Grande. “Llegué acá hace 13 años y pesaba 100 kilogramos. Descubrí el yoga, la marihuana, y pasé de ser un profesor que combatía la marihuana en las escuelas a un hombre nuevo, delgado, feliz, beneficiado por la planta”.

En las reuniones del grupo comparten proyectos, como el de convencer a futuro a las autoridades de Punilla para crear el primer “valle cannábico” de la Argentina, siguiendo el modelo de las regiones de granjas de marihuana que existen en California, que generan miles de puestos de trabajo, nuevas industrias y un nutrido turismo médico.

“Es increíble que no exista, por ejemplo, un Pami cannábico, organizado por el Estado para la tercera edad, que reduzca en miles de pesos el gasto en medicamentos que existe hoy”, dice otra de las asistentes al botánico, vecina de La Falda, que pide reserva de su nombre.

“Tenemos muchos integrantes que tienen entre 70 y 80 años”, cuenta Paula. “Estas personas no están sembrando marihuana para drogarse, para que les pegue más, están buscando alivio, mejor calidad de vida, y eso es lo que queremos conseguir para gente de todas las edades con este grupo”.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar

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