VIERNES, 22 DE NOV

Escuelas de yoga analizan la elaboración de un código de ética

En el ámbito de la instrucción del yoga comenzó a debatirse la necesidad de elaborar un reglamento que contemple el consentimiento de sus practicantes. "Hay que construir un límite o un parámetro que antes no existía. Crearlo significa reflexionar, debatir, entender que si hago esto puede tener tal o cual impacto en la otra persona" sentenció la instructora Bárbara Weimberg.

 

Una ola de denuncias públicas sobre abusos en el mundo del yoga y la espiritualidad se esparció las últimas semanas en las redes sociales, en lo que se convirtió en un nuevo «Me too» que alcanzó instancias judiciales en Argentina, donde una causa por abuso sexual contra un instructor de yoga fue elevada a juicio.

En este contexto, el ámbito de la instrucción del yoga comenzó a debatirse la necesidad de elaborar un código de ética que contemple, entre sus consideraciones, el consentimiento de sus practicantes. «Tuvimos una posición proactiva ante esto. En 2019 empezamos a armar espacios de conversación sobre, por un lado, la cuestión del consentimiento y, por otro, cómo tratar cuestiones de género en las clases», sentenció Barbara Abeles, psicóloga y presidenta de la Asociación Argentina de Yoga Iyengar (AAYI), donde también integra el Comité de Ética.

La instructora de yoga y presidenta de la escuela Yoga Tierra, Bárbara Weimberg, está elaborando un código que será de acceso público. «Hay que construir un límite o un parámetro que antes no existía. Crearlo significa reflexionar, debatir, entender que si hago esto puede tener tal o cual impacto en la otra persona. En el yoga se juegan muchas cosas; es un espacio que muchas veces involucra a personas que vienen a practicar con mucha apertura y vulnerabilidad, porque vienen a trabajar cosas muy profundas».

Por su parte, Paola Torres, psicóloga e integrante de la Red de Psicólogxs Feministas, se refirió a los discursos que promueven una «verdad absoluta» y remarcó la necesidad de pensar en los puestos jerárquicos desde la ética. «Las relaciones de poder entre maestros y practicantes aparecen cuando hay discursos que se mueven en la verdad absoluta».

En la misma línea, Melisa García, fundadora de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), sostuvo que el problema está «cuando aparece esa voz autorizada, ese instructor o ese cura, ese consejero que ocupa un lugar totalmente asimétrico, y que tiene como la clave o la verdad en ese momento de lo que a vos te va a hacer sentir bien».

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