MARTES, 26 DE NOV

Habitantes de Gualeguay no se resignan a ser rehenes de un frigorífico avícola

Después del incendio originado en la planta Soychú, las quejas y denuncias se multiplicaron. Los moradores del lugar están cansados de convivir con la desidia que se desprende de una actividad privada que condiciona la vida en el lugar.

Por Alejandro Maidana

“La capital de los malos olores”, así definen el lugar que habitan aquellos que no se doblegan ante la abominable demostración de impunidad que exhibe una empresa avícola. Décadas de reclamos, años alzando la voz para que las palabras se estrellen contra oídos sordos. El lúgubre paradigma de los 90 sigue más vigente que nunca, las fábricas que “le dan vida” a pueblos y ciudades, son las mismas que los acorralan y les cercenan derechos constitucionales.

Cuando hablamos de correlación de fuerzas, indudablemente emerge la figura de un pueblo digno tratando de torcerle el brazo a los poderosos de siempre que, directa o indirectamente, condicionan los días de las mayorías. El artículo 41 de la Constitución Nacional es muy concreto, y sostiene “que todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”. Queda claro que a la CN suele ser desempolvada y defendida solo cuando lo que se encuentra en riesgo, son los privilegios de los de los poderosos. 

Grandes empresas generando problemáticas del mismo tenor, a las ya conocidas y denunciadas en un sinfín de oportunidades provenientes de Soluciones Ambientales S.A, se les suman la de un frigorífico que parece tener tomado al toro por las astas, cuando de inmunidad estatal y mediática se trata. Gualeguay se encuentra a merced de estas dos grandes empresas, pero claro, el temor existente tiene se anclaje en la conservación de los puestos de trabajo, algo que suele ser utilizado como ariete, cuando quienes se animan a interpelar sus actividades avanzan sin miedo alguno.

El 19 de noviembre del 2021, la voracidad de un incendio de enormes proporciones generó un daño de características dantescas a la médula del frigorífico avícola Soychú. Al fuego lo habría generado una chispa desprendida de una soldadora que al tomar contacto con grasa aviar disparó a que las llamas se hayan tornado incontrolable por los trabajadores del lugar. Desde ese preciso momento, habitantes del lugar fueron invadidos por una creciente incertidumbre y preocupación, lo que motivó que desde el Foro Ambiental de Gualeguay y la Asociación Civil Ecoguay, confeccionaran una serie de notas para ser enviadas a los distintos poderes del estado.

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A los olores nauseabundos que se desprenden de la actividad avícola, se le debe sumar el estruendoso ruido que proviene del molino donde se procesa el alimento para los animales, como así también, el polvillo en suspensión que genera la misma molienda. La tragedia a gran escala rondó por las calles gualeyas, algo que debe ser contemplado por las autoridades del lugar que incumplen con su tarea, tomando como referencia que esta empresa se encuentra anclada en pleno ejido urbano, con todo lo que ello significa.

Otra concreta preocupación, encuentra su argumento en el basural a cielo abierto en donde se queman los residuos sólidos provenientes de Soychú, a los que denominan “barros”. Lo tangible de la engorrosa realidad de Gualeguay, choca de frente con el furibundo lobby de una empresa que empuja tanto al estado, como a los medios de comunicación, a tirar la pelota hacia afuera. Mientras que resulta una utopía transitar por esta tierra entrerriana sin ser abrazado por los malos olores, la violación fragante de la Constitución Nacional y de los derechos humanos básicos, siguen su curso de manera impertérrita. Los gualeyos no solo deben transcurrir sus días en la capital de los malos olores, también deben contemplar, pero sin resignarse, como los deberes de funcionario público, son violados de manera sistemática por quienes se comprometieron a defender los derechos de quienes habitan Gualeguay, cuando en realidad hacen las veces de garante de una actividad privada contaminante.

Voces que se levantan desde la dignidad y los derechos

Ana Ardaiz de Rosenfel pertenece a la Asociación Civil Ecoguay, una organización ambientalista que viene trabajando desde hace 21 años por los animales, y por el medioambiente en todas sus ramificaciones. “El frigorífico de aves Soychú tuvo un grave percance, las asociaciones ambientalistas de Gualeguay, que somos dos, fuimos las únicas que estamos dando una lucha desigual contra esta empresa. La misma cuenta con un gran poder económico y político para seguir manejándose desde las penumbras. Si el aire es irrespirable, imagínense la contaminación de nuestro hermoso río, la misma es impactante, destacando que contamos con un balneario único en la zona al que no podemos disfrutar”.

En estos pedidos solicitamos la radicación de Soychú en la zona oeste de nuestra ciudad, ya que los vientos predominantes de este lugar, provienen del este, lugar en donde se encuentra anclada esta empresa

Las piletas creadas para la faena de animales fueron pensadas para un número cercano a las 6.000 aves, cuando hoy la empresa industrializa a unos 200.000, si bien hay voces que se animan a hablar de 300.000. “Por todo lo antes mencionado, hemos enviado notas solicitando una pronta respuesta a la problemática suscitada por la actividad de este frigorífico, tanto a la presidencia de la cámara de senadores, como a la de diputados de la provincia, haciéndolas extensivas al señor gobernador y a la secretaria de medioambiente de Entre Ríos, y a las respectivas autoridades políticas de Gualeguay. En estos pedidos solicitamos la radicación de Soychú en la zona oeste de nuestra ciudad, ya que los vientos predominantes de este lugar, provienen del este, lugar en donde se encuentra anclada esta empresa. Pedimos que se investigue la proliferación de los gases tóxicos que se esparcieron durante y después del incendio, al igual que un informe que acredite el estado de salud de las y los vecinos expuestos a lo que pudo ser una tragedia de enormes proporciones”, indicó la vecina.

A los representantes políticos también volvimos a insistirles sobre el olor insoportable que emana este frigorífico ¿Están faenando sin las mínimas condiciones de salubridad?

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A la estoica participación de los bomberos, tanto del lugar como de la zona, que lucharon contra la propagación de las llamas, se le sumo un avión fumigador, una aeronave acostumbrada a cargar y esparcir los venenos que utiliza el agro. “Esto último nos llamó poderosamente la atención, elevando nuestra alerta, ya que nos preguntamos si este vehículo aéreo contó con el tiempo necesario para poder limpiar los regadores de agrotóxicos ¿El agua vertida sobre Soychú contenía químicos que tanto daño le hacen a la salud? A los representantes políticos también volvimos a insistirles sobre el olor insoportable que emana este frigorífico ¿Están faenando sin las mínimas condiciones de salubridad? El aire de Gualeguay es irrespirable ¿puede ser posible que todos los habitantes de este lugar seamos rehenes de una empresa que hace oídos sordos a nuestros pedidos? Si ese olor es tan penetrante, es sinónimo de que la contaminación es inmensa, y para que no haya impacto ambiental, el aire debería ser inoloro”.

También es preciso destacar que la empresa es catalogada como molesta, ya que los enormes camiones que ingresan y egresan de la misma, generan que el transitar por la ruta 11 se convierta en un verdadero calvario

Otro de los elementos que sufre un poderoso impacto, es el suelo, ya que los barros, que no representan otra cosa que los residuos sólidos, son enterrados en distintas chacras de la ciudad sin el mínimo respeto al medioambiente. “También hemos contemplado como se desparraman distintos residuos en un basural a cielo abierto nada mas y nada menos que al lado del río, no debe existir acción más peligrosa y contaminante que esa. También es preciso destacar que la empresa es catalogada como molesta, ya que los enormes camiones que ingresan y egresan de la misma, generan que el transitar por la ruta 11 se convierta en un verdadero calvario. Nuestras quejas son diarias, y hace años que la venimos realizando, pero debemos decir que aquellos que debieran brindar una respuesta política, hacen oídos sordos. Por último, otro elemento contaminador, se encuentra en el molino de esta empresa, sitio en donde fabrican el alimento balanceado para las aves que serán faenadas. Desde ese lugar se esparce por el aire distintas partículas que se convierten en un polvillo en suspensión que afecta los pulmones del vecindario. Esta gente nos ha invitado a visitar sus hogares, y allí pudimos comprobar como el techo de sus hogares, sus patios y plantas se encuentran cubiertos por este polvillo, no quiero pensar como se debe encontrar su aparato respiratorio. Estos mismos vecinos son los que denuncian que es imposible poder conciliar un sueño reparador debido a los ruidos constantes que atraviesan la noche generando otra violación fragante a los derechos de quiénes habitan el lugar. Insistimos en la necesidad de que esta empresa se radique en la zona oeste de la ciudad, Gualeguay tuvo en su momento un intendente visionario que había dispuesto a través de una normativa, un futuro parque industrial en la zona que oeste, lamentablemente por la imposibilidad de contar con el cableado eléctrico, el proyecto no pudo avanzar. No aguantamos mas esta situación”.

Por ello es menester empatizar con aquellos que viven en cercanía de esta empresa, vecinos que deben cerrar sus ventanas para no ser invadidos por los olores, y ni hablar de poder disfrutar de su patio

Quién también brindó su comprometido testimonio, fue Lali Oliveira, una vecina de Gualeguay que lejos de claudicar en la lucha por abrazar una vida saludable, decidió hacer pública su inquietud ante tamaña demostración de desidia e impunidad.  “En lo particular, mi padecimiento está relacionado a los olores. Yo vivo lejos de Soychú, en la otra punta de donde se encuentra ubicado el frigorífico, sin embargo, cuando salgo en bicicleta desde mi casa, me es imposible no descomponerme del olor nauseabundo que emana este lugar. Por ello es menester empatizar con aquellos que viven en cercanía de esta empresa, vecinos que deben cerrar sus ventanas para no ser invadidos por los olores, y ni hablar de poder disfrutar de su patio. Incluso, en los últimos días tuve que llegarme a un negocio que se encuentra muy cerquita de Soychú para adquirir algunos regalos navideños, sinceramente no se podía estar, el aire era irrespirable”.

Es muy evidente que los desechos que provienen de la actividad de Soychú no son procesados, empujando a que el impacto ambiental sea sumamente explícito

Pese a la tangible realidad que atraviesa Gualeguay, no existe un compromiso colectivo que aliente a poder torcer la realidad. “Somos muy pocos aquellos que nos animamos a elevar la voz, o generar algún tipo de reclamo. En cuanto al impacto ambiental, el mismo es muy explícito, el mismo se da tanto en aire, como en tierra y agua de acuerdo a como se procesen todos los desechos, destacando que los controles estatales no existen, y que no constata absolutamente nada. Es muy evidente que los desechos que provienen de la actividad de Soychú no son procesados, empujando a que el impacto ambiental sea sumamente explícito”.

Supongamos que jamás pueda conocerse el impacto que genera la actividad avícola en Soychú, ahora, lo que es imposible de barrer bajo la alfombra, es el penetrante olor a podrido que te descompone y te cercena la posibilidad de respirar libremente

Cuando la empresa sufrió el voraz incendio de noviembre, aquellos que vienen resistiendo su impiadosa actividad, consideraron potable la posibilidad de una reubicación, pero eso lejos estuvo de suceder y hoy se sigue levantando nuevamente en el medio de la ciudad.” La realidad nos indica que la mayoría de los habitantes de este lugar están relacionados con Soychú, ya sea porque se encuentran trabajando en la firma, o tienen algún familiar o amigo que lo hace. Por ello el silencio o el miedo es lo que predomina, ya que no debe existir una sola persona en Gualeguay que no padezca los impactos ambientales y el condicionamiento a su calidad de vida. Supongamos que jamás pueda conocerse el impacto que genera la actividad avícola en Soychú, ahora, lo que es imposible de barrer bajo la alfombra, es el penetrante olor a podrido que te descompone y te cercena la posibilidad de respirar libremente”, concluyó.

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