La ley de semillas y un claro intento de profundizar la privatización de la vida
El Ministerio de Agroindustria presentó un proyecto que persigue modificar la Ley de Semillas 20.247. “Quién se adueña de la semilla, se adueña de nosotros mismos”, enfatizó Facundo Viola, militante ambiental en charla con Conclusión.
- Info general
- Dic 2, 2018
La obtención del dictamen en las comisiones de la Cámara de Diputados a nivel nacional, ha generado tanto repudio como una concreta preocupación. Esta ley establece la privatización de las semillas, algo que refiere un concreto riesgo para la salud de las poblaciones y para el ambiente en general.
Un clarísimo intento de favorecer a las corporaciones que componen el monstruoso agronegocio, algo que se viene padeciendo con el desembarco del transgénico hace poco más de dos décadas. Implica aumentar la concentración de la tierra, y por decantación que la producción se consolide en pocas manos, en aquellas que no poseen callos pero si una abultada cuenta bancaria.
Los puntos principales de la reforma se centran, por un lado, en que en el pago de la semilla, estarán incluidos los conceptos por los derechos de propiedad intelectual que la semilla y los productos obtenidos a partir del uso de la misma contengan, y/o tecnología incorporada; y por otro, en el acotamiento del uso propio.
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Con un enorme recorrido en materia ambiental, Facundo Viola fue consultado por Conclusión y fue contundente a la hora de definir la médula del proyecto: “La idea oscura de apropiarse de la vida a través de patentes, germina en la indiferencia y en el desconocimiento de quienes somos. Somos Naturaleza, quien se adueña de la semilla se adueña de nosotros mismos, de nuestra historia, del presente y del futuro, cualquiera sea nuestro origen”.
Sobre la manipulación de la semilla, de aquello que da vida, sostuvo: “El planeta Tierra las acunó reproduciéndose y recreándose colectivamente en el entramado del sistema vital que también pertenecemos. De generar una ley en este sentido, creará un estado de desconexión mayor de la población con la vida, además de la homogeneización de los cultivos y la contaminación genética de las variedades nativas y criollas que, lejos de significar progreso, implican un atentado a los bienes comunes. La norma que se pretende aprobar consolida el Modelo Agroalimentario y el Paradigma <Socioambientalecogenocida> censurando la libertad”.
El proyecto de ley que pretende reformar la 20.247, va a habilitar el poder de policía a una institución conformada por el agroconcentrado para verificar si lo sembrado es posesión de la naturaleza o apropiación de un obtentor. Logrará criminalizar inocentes e imposibilitar que cada comunidad, pueda ejercer decisión acerca de con qué se alimenta y qué quiere producir. “Se ofrece una protección para los agricultores familiares y campesinos, pero en realidad se está cercenando su capacidad de autodeterminación, generando incluso un control sobre su identidad.”, indicó Viola.
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Sin dudas, este proyecto busca mayor concentración de riqueza en poco tiempo, agudizando el modelo que invisibiliza los costos en salud humana y ambiental. Por otra parte, hay que tener en cuenta que censura la diversidad de una manera dramática. De todas formas, el enfoque mercantil de la vida siempre encuentra resistencias y seguramente esta vez no será la excepción. En muchos rincones del país, sobre todo en montes, en las sierras, en algunos campos pero también en las macetas de las ciudades, se le estará resistiendo a esta idea.
La mercantilización de la vida, el capitalismo rapaz que arrasa con todo a su paso sin importarle el tendal que va dejando sobre los márgenes del camino. La autonomía alimenticia es un claro enemigo de un sistema que aborrece todo aquello que pueda generar vuelo propio. “La simiente y el alimento como mera mercancía especulativa, requiere el compromiso de todos para crear nuevos paradigmas socioambientales que incluyan de base sistemas agroalimentarios capaces de satisfacer el derecho a la alimentación sana, produciendo alimentos variados y de estación para consumo local”.
“Es nuestra responsabilidad con las generaciones futuras y una cuestión de supervivencia humana. Los mercados globales y el agrococentrado están lejos de ser capaces de resolver los problemas de malnutrición y hambre. Por contrapartida, los mercados territoriales locales, cada uno con su identidad y diversidad, son la herramienta de resistencia. Aquí un llamado a los gobiernos y los actores políticos en general”, concluyó Facundo Viola.