VIERNES, 22 DE NOV

La Patagonia emerge entre los destinos elegidos por observadores de aves

Algunos destinos destacados son Puerto Madryn y Península Valdés; hacia el sur, a menos de 325 kilómetros, la ciudad de Camarones, el área natural protegida Cabo dos Bahías y Bahía Bustamante, un pueblo alguero en el que viven menos de cincuenta habitantes, y a medio camino, la pingüinera de Punta Tombo.

El extenso y prístino paisaje de la Patagonia argentina se presenta como un destino en pleno ascenso para quienes disfrutan de la contemplación de aves, con propuestas aptas para todo público en verano y otras más desafiantes en invierno, que convocan a observadores avanzados y profesionales que persiguen, entre otras especies, al macá tobiano, endémica de la región y en peligro de extinción.

«En verano, la costa patagónica es súper interesante porque hay aves que no se ven en ningún otro lugar del mundo, como el quetru cabeza blanca, los cachalotes castaño y pardo, el canastero patagónico, el gallito arena y la viudita chica», explicó a Télam Francisco Táboas, divulgador científico y vocal de la Administración de Parques Nacionales (APN) por el Ministerio de Turismo y Deportes.

«Estas aves -continuó el especialista- son típicas del país, pertenecen a la ecorregión del monte, que está a mitad de camino entre la estepa y el espinal, y que se distribuye en diagonal, de la costa patagónica de Río Negro y Chubut a Salta, atravesando La Pampa, Mendoza y San Luis, sin llegar a cruzar a Bolivia».

En verano, las temperaturas en la Patagonia presentan una media que oscila entre 20 y 25 grados, condición que permite disfrutar de actividades al aire libre, con una vegetación que florece en todo su esplendor y lagos y ríos que se llenan de vida.

«Uno de los puntos más visitados por turistas extranjeros y nacionales es la costa de Chubut, porque en el mismo viaje se ven aves endémicas que están en los montecitos y todas las aves de la costa, como los pingüinos, cormoranes, un montón de bichos que son interesantes desde todo punto de vista», contó Táboas.

Algunos destinos destacados son Puerto Madryn y Península Valdés; hacia el sur, a menos de 325 kilómetros, la ciudad de Camarones, el área natural protegida Cabo dos Bahías y Bahía Bustamante, un pueblo alguero en el que viven menos de cincuenta habitantes, y a medio camino, la pingüinera de Punta Tombo.

En Santa Cruz, por ejemplo, Puerto Deseado tiene un registro de 125 especies de aves, entre las que se encuentran ejemplares de búhos y, dominando el agua, cuatro especies de cormoranes, el petrel, escúas, albatros y gaviotines. Frente a Puerto Deseado se ubica Isla Pingüino, donde se avista el penacho amarillo.

En invierno, la postal patagónica se transforma en un impresionante paisaje nevado con temperaturas bajo cero y lagos congelados, elegido por amantes de los deportes de nieve y quienes persiguen al macá tobiano, «una de las figuritas difíciles y más buscadas, que se puede ver en la desembocadura del río Santa Cruz o en las mesetas del lago Buenos Aires», precisó Táboas.

«En esa temporada, en la costa patagónica, todas las especies migran, excepto por el tobiano y cinco o seis especies más», detalló.

El recorrido es complicado si se opta por ir a las mesetas del lago Buenos Aires, que configura «una aventura bastante cara y exclusiva, ya que solo se accede en cuatro por cuatro y tours organizados por agencias de pesca», agregó el especialista.

«Se llega a un lugar hostil, en una temporada en la que hace mucho frío, cuando generalmente está todo nublado y se ve al macá de lejos», detalló el especialista sobre una experiencia no apta para todo público, pero que, ante la amenaza de que esta especie desaparezca, convoca a un nutrido grupo de observadores cada año.

 

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