La peor deuda: alertan que los niños de entre 2 a 6 años presentan déficit nutricional en Argentina

En esta fase de crecimiento, en los "segundos mil días", es crítico para establecer hábitos alimentarios que contribuyan a prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas en el futuro.

 

De la situación nutricional mucho se habla de los primeros 1.000 días que van desde la gestación hasta los dos años y es pertinente que así sea porque es una ventana de oportunidad que los niños puedan alcanzar todo su potencial de desarrollo y crecimiento. Pero esa ventana no se cierra al cumplir dos años y las estadísticas locales “no son alentadoras” respecto del estado nutricional de niños entre los 2 y 6 años, los segundos mil días.

En nuestro país, en este período presentan déficits de nutrientes esenciales para el crecimiento y el desarrollo como calcio, potasio, fibra, vitaminas A, C y D, mientras que es elevada en nutrientes críticos como sodio, azúcar y grasas saturadas.

Sin embargo, son también una etapa central, en buena medida para seguir estableciendo hábitos de alimentación que acompañarán durante toda la vida y condicionarán la salud futura.

 

Específicamente, lo que se ve en la alimentación de los niños es una escasa ingesta de frutas, verduras y lácteos, es particularmente bajo el consumo de yogur. Además, se da un exceso de ingesta de alimentos feculentos (hidratos de carbono, con preponderancia de fideos, arroz, panificados, galletitas) y carnes rojas.

Por otro lado, este tema fue abordado durante la presentación de PROFENI (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil), un equipo de profesionales de la salud con experiencia en temas relacionados con la nutrición infantil, que se unió para trabajar en conjunto en el desarrollo de propuestas para mejorar el perfil nutricional de productos alimenticios, llevar adelante investigación en este campo, comunicar para concientizar sobre alimentación y así contribuir a la construcción de infancias saludables.

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En el mundo, las diferentes formas de malnutrición están creciendo, pasando del enfoque centrado en el hambre a la subalimentación crónica, carencia de micro y macronutrientes, sobrepeso-obesidad y a enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación.

Además, “Todas estas formas de malnutrición afectan al desarrollo humano, teniendo entre sus efectos un impacto en el progreso social y económico, así como en el ejercicio de los derechos humanos en sus múltiples dimensiones. La pobreza lleva a la inseguridad alimentaria, al hambre y a la malnutrición; estas ocasionan un desarrollo físico y cognitivo deficientes, lo que genera baja productividad y eso acentúa la pobreza”, reconoció Dr. Omar Tabacco, médico pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría.

 

En este sentido, los segundos mil días son una etapa central, afirmaron los especialistas: representan una oportunidad clave para promover los mejores patrones de alimentación posible, para que estos contribuyan al estado de salud general de estos niños cuando crezcan, en lugar de ser causantes del desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 y varios tipos de cáncer, entre otras.

Ya está más que demostrado que la nutrición pediátrica tiene un impacto significativo en el desarrollo de enfermedades en la edad adulta. Por eso, se habla de “prevención primordial”, que es aquella integral y anticipada, que comienza tempranamente, con la implementación de estilos de vida que impidan el desarrollo de factores de riesgo.

Cerca de esta etapa, se consolida la incorporación del niño a la mesa familiar, representando un momento significativo en su crecimiento y desarrollo, porque va más allá de la acción de comer: implica aprendizaje, socialización y la adopción de hábitos alimentarios que se reflejan en los de la familia. Las comidas familiares permiten observar y seguir modelos. Si los hábitos de la familia son poco saludables, el niño los adoptará.

Fomentar una actitud amorosa y paciente hacia la alimentación y aprovechar las comidas como momentos de aprendizaje de hábitos saludables tiene un gran impacto en el bienestar del niño” sostuvo Alberto Arribas, especialista en Nutrición, presidente de la Asociación Civil Supersaludable.

 

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