La primera expedición argentina llegó al Polo Norte
Una patrulla conformada por nueve personas colocó por primera vez la bandera nacional en la latitud 90 buscando concientizar sobre el cuidado del ambiente y reunir muestras para estudios científicos.
- Info general
- Abr 30, 2016
Una patrulla argentina conformada por nueve personas colocó por primera vez la bandera nacional en la latitud 90 buscando concientizar sobre el cuidado del ambiente y reunir en sus 10 días de travesía muestras para estudios científicos.
«¡Qué lindo que es verte flamear. Qué linda es nuestra bandera!», fueron dos de las frases que eligieron para anunciar que su misión estaba cumplida y que desde el mediodía del 22 de abril la celeste y blanca está en el Polo Norte.
Esa hazaña fue lograda por la primera expedición de argentinos que llegó al Ártico con el fin de concientizar sobre el cuidado del ambiente y reunir muestras para estudios científicos camino a la latitud 90.
La travesía que quedó en registros históricos puede graficarse con algunos números: 111 kilómetros recorridos, la resistencia a temperaturas de entre -25 y -30°C con un sensación térmica de -40°C y 10 días de caminatas intensas.
Pero, sin dudas, la principal cifra es el 9, que fue la cantidad de miembros de esta expedición, entre los que se encuentran 3 mendocinos (2 nacidos en la provincia y 1 por adopción): el general Víctor Figueroa, el suboficial mayor Luis Cataldo y el teniente Emiliano Curti, resalta hoy el diario UNO de Mendoza.
Los otros fueron el coronel Ignacio Carro, el coronel mayor Gustavo Curti, el teniente Juan Pablo De la Rúa, el subteniente Santiago Tito, Tomás Heinrich y Mauricio Fernández Funes. Esta osadía fue impulsada por la fundación Criteria y apoyada por Scholas Ocurrentes.
«Al momento de seleccionar el equipo buscamos gente con experiencia antártica, pero también sangre nueva que fuera luego capaz de trasmitir la experiencia. También fue fundamental que tuvieran buen estado físico para soportar el esfuerzo», contó el general Víctor Figueroa, de 59 años acerca de cómo fue conformando la patrulla, hace un año y medio, luego de que desde Criteria le propusiera dirigir la expedición.
El sanmartiniano, nacido en Tres Porteñas, cuenta con más de 30 años de experiencia en actividades antárticas. Con el grupo humano ya elegido, al cual este jefe definió a su regreso como «homogéneo y con un sentido de pertenencia y solidaridad inigualables», el desafío demandaría arduos entrenamientos individuales y grupales de cara a la agenda que se inició el 13 de abril, luego de que la patrulla partiera desde el archipiélago Svalbard, en Noruega, hasta la Base Barneo.
Desde ese momento, todo fue quedando registrado en imágenes y en un diario de viaje que era compartido a través de las redes sociales, principalmente. De eso se encargó Emiliano Curti, 29 años, uno de los más jóvenes expedicionarios. «Se pudo evidenciar que si no cambiamos, algo malo va a pasar porque los polos se van derritiendo», comentó quien desde hace 4 años se desempeña como teniente en el RIM 11 de Tupungato.
Es que ellos fueron testigos de la degradación ambiental causada por el calentamiento global y serán parte de estudios que buscan contrarrestarla, ya que tomaron muestras de hielo y extrajeron agua a pocos metros del polo norte geográfico para que ahora sean científicamente estudiadas.
En su caso, más allá de lo emocionante que fue formar parte del desafío, el gran aliciente fue lograrlo con su padre, Gustavo. «No había compartido con él ninguna experiencia militar y estar en esta las 24 horas tantos días fue único», relató.
Los riesgos a los que se vieron expuestos ante una geografía que poco tenía de uniforme y que resultó ser más compartimentada de lo previsto fueron parte de las etapas más duras.
«El espíritu del grupo fue lo fundamental para trascender y superarlo. La patrulla estaba muy preparada psicológicamente y tenía un espíritu de entusiasmo elevado, aparte de la ayuda que siempre fue recíproca entre todos», detalló el suboficial mayor Luis Cataldo, de 51 años, nacido en La Consulta, quien junto al líder de la expedición también llegó al Polo Sur en 2000.
Todo –aseguran– se fue compensando con las emociones que experimentaron en la marcha, como la llegada del mensaje que el papa Francisco les envío, ya que ellos llevaban la Encíclica Laudato Si.
Que iniciativas como estas ayudan a tomar conciencia sobre la degradación del ambiente, el agotamiento de las reservas naturales, la contaminación y también la desigual distribución de las riquezas fueron algunos de las frases que el Pontífice les escribió, además de afirmar lo siguiente: «Esta travesía que están protagonizando muestra que con amor, con esfuerzo y trabajando en equipo, es posible transformar los viejos muros en puentes».
«La leímos con mucha emoción y eso nos dio fuerza y nos alentó a seguir», confesó Figueroa.
Superadas todas las pruebas, el objetivo alcanzó su punto máximo cuando el 22 de abril, Día de la Tierra, empezaron a divisar la latitud exacta en donde debían colocar la Bandera, antes de entonar efusivamente las estrofas del Himno Nacional Argentino.
Ese momento, coinciden, fue el más importante. «El corazón palpitaba, corrían las lágrimas en silencio, fue el momento de la paz, de la tranquilidad, de la felicidad», señaló Cataldo.