Omar Quinteros, el cura párroco que se le plantó a la megaminería
El camino de la fe lo depositó en La Rioja, lugar donde nacería una historia maravillosa. “Es preferible morir joven por una causa, que de viejo sin haberse jugado nunca”, le dijo a Conclusión en una charla reveladora.
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- May 20, 2018
“Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición.” Carlos Mugica
El padre Omar Daniel Quinteros nació en Villa Cura Brochero (Córdoba), criado en el Valle de Traslasierra, es el menor de 11 hermanos y aun sigue gozando de la presencia de su longeva madre de 95 años. Dueño de un carisma especial y un compromiso muy pocas veces visto en lugares conservadores como Famatina, se animó a ser actor de una de las páginas de mayor resistencia social de nuestro país.
“El haberme criado hasta los 10 años en Traslasierra, en permanente contacto, comunión y sintonía con todo lo referido a las bellezas naturales y en armonía con la creación de dios y sus habitantes, ha creado en mí una sólida conciencia medioambiental”, de esta manera iniciaría el dialogo con Conclusión el padre Omar.
El respeto y la admiración por lo que dios ha creado, es para este párroco el motor impulsor que lo ha llevado a defender lo que generaciones futuras deberían seguir disfrutando. En su etapa juvenil se formó juntó a los “padres franciscanos conventuales”, algo que lo marcaría para siempre, “ellos imprimieron en mi una fuerte espiritualidad, también la mística de San Francisco de Asís, patrono de la ecología y hermano universal de todas las criaturas. Esto claramente ha afianzado en mí la protección por todos los ecosistemas que dios nos ha dejado para que vivamos en este planeta dignamente, sanamente y lo leguemos para las próximas generaciones”, sostuvo.
Su formación teológica la dividió entre Buenos Aires y Chile, algo que le amplió de sobremanera su horizonte para toda Latinoamérica y el mundo. “La importancia que implica cuidar nuestro reservorios de agua, nuestros bienes comunes y los recursos naturales, fue lo que afianzó la lucha que dimos junto a los pobladores de Famatina”, indicó el párroco.
La resistencia en un lugar tranquilo que se vio convulsionado por la actividad minera
Empujado por la espiritualidad trinitaria (vivir en constante alabanza a Dios Padre por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo) y el carisma de la Iglesia Renovada en El Espíritu Santo, hizo que Omar Quinteros no dudase ni un segundo en plegarse a lo que iba a ser una pelea estoica.
“Luego de 12 años de lucha pacífica y paciente, porque así fue la resistencia por el “Famatina No Se Toca”, podemos decir que se ha transformado en un clamor que ha tenido eco hasta en lo más recóndito de nuestro país y el mundo”, relató
La importancia del despertar de la conciencia de la ciudadanía, fue sin duda alguna el principal bastión para contener los embates de un poder mayúsculo. “Ante la ambición desmedida y los intereses espurios del neocolonialismo financiero, personificados en las corporaciones multinacionales saqueadoras y en los gobernantes entreguistas de turno, que con el pretexto de imprimir un poco de oxígeno financiero no dudan en entregar recursos naturales no renovables como el agua y los minerales. Verdaderos paraísos terrenales que atan de pie y manos a la población”.
Hasta el 2015 el acompañamiento de esta causa lo había depositado a Omar Quiteros al borde de la ilegalidad. “Como sacerdote acompañar manifestaciones, piquetes y reclamar a las autoridades gubernamentales me colocó en una posición más que incomoda. Pero la audiencia que nos concedió el Papa Francisco en Roma, ha legitimado mi lucha y mi causa. También he recibido la solidaridad de muchos pastores, sacerdotes, obispos entre otros”.
Haber tomado esa posición, dejó expuesto a críticas y prejuicios a Quinteros, pero a él poco le importó, “esta lucha ha enriquecido mi ministerio, ha despertado mi vocación sacerdotal, mi deseo de servir a Dios a través de la defensa de los pueblos, del agua, de todo lo que significa la creación”, indicó.
Un libro, un mensaje, un camino de fe y esperanza
¿Por quién doblan las campanas en Famatina? Es el nombre del libro escrito por el padre Omar Quinteros, “las campanas de la Iglesia de Famatina fueron unos de los bastiones principales de esta lucha, a través de ellas nos comunicábamos y encontrábamos cuanta vez lo necesitábamos. Debido a que nos hallamos entre Cerros, la señal no solía ser muy buena por ende los teléfonos en muchas oportunidades no nos servían, allí aparecían ellas, las campanas”, contó.
Por los hijos de nuestros hijos ¡El Famatina no se toca ni se tocará! Una plegaria que explícitamente logró volcar en esta gran obra alguien que no dudó jamás qué lugar ocupar en la sociedad. “Este libro cuenta con un variado material publicado por los diversos medios gráficos, tanto afines como independientes, y de aquellos que abordaron la cuestión desde una mirada oficialista y pauta dependiente. Así mismo aportamos material epistolar, poesías, discursos y canciones que grafican la dramática pero digna lucha del pueblo del Famatina”.
Dejar un legado, abrigar la conciencia de aquellos que vieron como la misma se despertaba, a eso apunta el libro de un valeroso cura párroco, “cada uno sacará sus propias conclusiones y juzgará si vale o no la pena jugarse por una causa justa aunque en ello se te vaya la vida, porque más vale morir joven por una causa justa, que de viejo sin haberse jugado nunca como supo decir el recordado padre Mugica”.
Por último y como corolario de una enriquecedora charla, el padre Omar Quinteros dejó una reflexión: “Junto a la Asamblea soberana de Famatina y el pueblo famatinense hemos atravesado estos 12 años de lucha con mucha dignidad, entrega y generosidad. Por supuesto que no ha sido gratuito, en mi caso particular tengo 5 causas penales aun vigentes, falsas e irrisorias, a tal punto que no consigo que la justicia me impute o me sobresea ya que han sido armadas. La persecución mediática y oficial, el escrache, las amenazas, han significado un enorme desgaste en lo personal, pero reitero, no dudaría jamás en dar mi vida por esta causa de ser necesario”, concluyó.