VIERNES, 22 DE NOV

¿Qué dicen las voces menos escuchadas durante la pandemia?

¿Cuáles son sus sentimientos? ¿Están cómodos con la virtualidad? ¿Extrañan la escuela y a sus amigos? Estos y más interrogantes fueron expresados en una profunda charla que mantuvo Conclusión con alumnos y alumnas de diferentes grados de la escuela Francisco Gurruchaga.

 

Por Gisela Gentile

En tiempos de pandemia, hasta las más simples acciones se han visto interpeladas; nuestras actividades y rituales cotidianos no serán los mismos por un largo tiempo. Ser conscientes de los acontecimientos históricos que estamos atravesando, hará que podamos sacar réditos de esta nueva “normalidad”. Cuando finalice la pandemia y no nos hayamos repensado, ¿para qué habrá servido la misma, todo habrá sido en vano?

Nuestra casa se volvió un lugar de tránsito permanente, para otros un lugar de trabajo, y para los más pequeños, la habitación o algún rincón de la casa se convirtieron en la “escuela”. Realidades diversas, formas completamente nuevas de comunicación, han marcado un antes y un después.

La mirada adultocentrista de la realidad ha hecho que niñas y niños del planeta no hayan sido protagonistas de esta historia. La hegemonía adulta ha marcado, en muchas oportunidades, una especie de ausencia de los más pequeños. Los discursos y normativas brindadas, rara vez fueron explicadas para ellos y ellas.

Lo que hacían desde siempre cambió, la forma de vincularse con sus seres queridos, su escuela, amigos y actividades sociales y deportivas, se vieron interrumpidas y modificadas. Y si bien podrán decirnos “a los adultos también”, lo que perdemos muchas veces de vista, es su mirada con ojos de niños hacia lo desconocido, en este caso nada más y nada menos que una pandemia que sigue ocupando la primera plana de los medios de comunicación y siendo eje de todas las conversaciones.

Francesco Tonucci, pensador, psicopedagogo y dibujante italiano, entiende que la cuarentena como medida de contención de la pandemia del Covid-19 ha acelerado y modificado un proceso de reducción de los espacios en que los niños habitan. En ese sentido, refiere que en los últimos 30 o 40 años la infancia habitaba tres espacios: la casa, como el lugar de los afectos; la escuela, como el lugar del aprendizaje; y la calle o el barrio como el espacio de vida, juego, aventuras y amistades.

Desde el comienzo de la pandemia, Tonucci habló sobre las formas creativas para continuar el proceso educativo y se mostró escéptico ante los anhelos e intentos de mantener la misma estructura educativa en un mundo donde todo cambió repentinamente. Sosteniendo también que es imprescindible que, cuando todo regrese a la “normalidad”, no se piense en recuperar  tiempo perdido porque no lo hubo.

En una de sus entrevistas hizo alusión a que los niños prácticamente no existen y que no aparecen en las preocupaciones de los políticos. La única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir de forma virtual.

Por estas profundas reflexiones que ha realizado este pensador y a la que se le han sumado otros, resulta de suma importancia saber qué piensan los niños y escuchar que están sintiendo en estos momentos tan álgidos y poco comunes. Conclusión accedió a una charla virtual con diferentes alumnos y alumnas de la Escuela Gurruchaga, de la que fueron parte niños y adolescentes de ambos turnos de primero, cuarto y séptimo grado. Una conversación que resultó por demás de amena y que contó con la asistencia de docentes y equipo directivo. Ocurrencias, espontaneidad, ansiedad, risas, alegrías y tristezas, fueron algunos de los tópicos que tuvieron como eje escuchar sus sentires.

El tiempo y la información

Cuando les preguntamos acerca de si creían que la pandemia duraría tanto tiempo, la respuesta salió muy rápida y la mayoría al unísono dijo que NO. Todos hicieron referencia a que en sus pensamientos la idea del tiempo era otra, considerando que iba a ser mucho menor, uno o dos meses quizás.

La información es mucha y nos llega de manera abundante, sobre esto reflexionaron. “Nosotros sabemos, pero en realidad son los médicos quienes deciden cuáles son las mejores medidas a tomar”, comentó Valentino.

Consultados sobre si tenían miedo, comentaron que al principio sí. “Cuando conocíamos las primeras noticias me ponía muy mal, después ya no tanto”, sostuvo Juan, de cuarto. La palabra tristeza y contagio estuvieron en las voces de la mayoría. “Yo sentía que estaba desesperada para que pase, para estar de vuelta con todos, porque no quería estar todo el día en casa, aunque nos digan que podemos caminar unas cuadras”, reflexionó Malena, de primer grado.

Santiago, uno de los más grande de la charla, comentó que no tenía miedo, «ya que tarde o temprano iba a venir una cura que haga que todo esto termine”.

Estuvieron quiénes aprovecharon el espacio para contar que muchos de sus familiares y amigos habían tenido el virus, narrando cómo se dieron los contagios y el estado de salud actual. “A mí me sigue preocupando si alguien muere”, dijo Malena. 

Un día, la escuela física se detuvo

En el inconsciente de todos los niños y de todos los que alguna vez fuimos infantes, estuvo la idea de no ir más a la escuela, la rutina y el cansancio nos han llevado a pensarlo alguna vez, pero cuando eso ocurrió, no resultó tan genial. “Primero dije ‘ah, que bien’, pero luego pensé: ‘Quiero volver’”, dijo Juan, sumándose Federica al mismo pensamiento.

“El covid-19 me parece un nombre de monstruo y ya quiero volver a la escuela, ver a mis amigos y estar en los recreos, encima ahí había una biblioteca que abre en los recreos y extraño eso y a todos”, expresó Malena, de primero.

Tomás, que cursa séptimo, agregó: “Al principio estaba feliz, pero después pensé que era el último año y me puse mal, si bien sigo jugando con amigos no puedo jugar en persona y hablar con ellos”.

El largo tiempo de aislamiento motivó pensamientos -al principio- de cierta felicidad, que se desvanecieron con el pasar de los días. “Cuando me di cuenta que duraría tanto tiempo, comenzó a ser muy tedioso, el internet se corta, no todo se entiende de igual manera y no es lo mismo que aprender con un libro”, espetó Valentino.

Martina, de séptimo, sostuvo que sigue estando bueno no ir a la escuela, pero que la virtualidad implica no comprender todo, como sí se puede hacer de manera presencial. En tanto, una de las más pequeñas dijo: “Es más fácil ir a la escuela, ya que en la misma podés ver a todos y no es tan aburrido como una pantalla, no podés jugar, no podés hacer nada, solo mirar la pantalla”, sentenció Ema, de primero.

 Ahora que no está y se nota la ausencia, ¿por qué quieren volver?

Todas las frases que se sucedieron a esta pregunta tuvieron relación con el hecho de encontrarse cara a cara, volver a verse y por sobre todas las cosas poder jugar. “No solo extraño la escuela, extraño ir más al parque, ver a mi familia y primos”, dijo Sofía, de cuarto, compartiendo su sentir con Ambar.

Valentino está sorprendido de extrañar el levantarse temprano, ir a la escuela y tener una rutina; también acotó Genaro, de primero, que insiste en la duración, la espera y el aburrimiento que implica todo esto.

Si bien hace unos días se habilitaron las actividades para menores de 12 años, Federica insistió que extrañaba sus amigas del club y la actividad física.

“Nunca pensé que iba a querer tanto volver, aprendimos la lección”, dijo Juan, a lo que una de las docentes bromeó con que estaba tomando nota de todo y que es reiterativo el hecho de querer volver.

¿Quién nos ayuda en casa?

Muchos nombraron a sus madres como aquellas que acompañan con la tarea de las clases virtuales, los hermanos mayores también, mientras otros sostienen que hacen muchas cosas solos.

“A mi hermana más chica a veces la ayudamos los más grandes, y en mi caso que estoy haciendo los cursillos para ingresar al Politécnico, en muchas ocasiones le pido a mi maestra particular que me explique algunas cosas que no entiendo de clases”, dijo Valentino, de séptimo.

Los logros alcanzados en esta cuarentena comenzaron a ganar lugar en la amena y alegre conversación, “aprendí a leer y escribir con ayuda de mi mamá, mi papá y un poco solo” dijo Aramí, de primero. Y siguió Valentina, que comentó que aprendió a andar en bicicleta sin rueditas.

No existe el tiempo perdido, cada día que ha pasado les ha dejado más de una enseñanza, a ello se le suma la labor de los docentes que en una “nueva normalidad” y con pocas herramientas, han tratado de llevar nuevos conocimientos a los hogares. Micaela contó que pudo leer un libro, y también sumar y restar.

La tecnología y el día a día

Todos asumieron que están utilizando mucho más todos los aparatos tecnológicos, citando que se conectan con sus amigos y amigas de manera online para jugar y poder hablar. En la virtualidad encontraron un punto de encuentro.

Nos contaron, que en este nuevo contexto, los cumpleaños los festejan a través del Zoom, en las clases de la escuela en donde el cumpleañero puede soplar las velitas junto a sus amigos y amigas. Las videollamadas fueron parte de algunos festejos, donde los más chicos se juntaron a charlar, si bien algunos cumplieron años en épocas donde algunas personas podían juntarse, la mayoría ha tenido que adaptarse a esto. “Cumplo en enero, el año pasado no me pasó pero tengo miedo de tener que cumplir en pandemia”, dijo Clarita.

Manuel de cuarto aprendió a hacer una torta en taza de chocolate y dulce de leche, pequeñas historias y enseñanzas que nos quedarán de estos tiempos.

¿Qué cambiarían de la forma de trabajo?

Estaría bueno no mandar tanta tarea y hacer clases de Zoom más largas, para que todos los compañeros puedan estar presentes. Hay muchos chicos que dicen hago la tarea con mi hermano y no voy a la clase y pierden interés”, apreciaron.

En torno a sus compañeros y la presencialidad, la mayoría sostuvo que muchos no hacen las clases y en algunos casos han contado que algunos nunca lo han hecho. “Siempre son los mismos los que no se conectan”, sostuvieron.

La falta de buena internet junto al trabajo de los convivientes del hogar, fueron algunas de las causas nombradas por los alumnos.

El esperado regreso

Vamos a hablar y a gritar cuando volvamos”, expresaron muchos. En algún momento vamos a volver pero con barbijos, dijo Matu, de séptimo.

Valentino aportó que, si se vuelve este año, debería ser en grupos muy pequeños, mencionando la incomodidad de tener que comer, a lo que le sumaron el hecho de pasar tantas horas con el barbijo puesto, que muchas veces dificulta la respiración.

Los chicos y chicas de séptimo, hicieron una mención especial en torno al cierre de este año, “si no vuelven las clases, nosotros que estamos en el último año no vamos a poder vernos otra vez dentro de la escuela”.

El ingreso a la secundaría también es un tema de conversación entre los adolescentes, ya que esta nueva forma de virtualidad ha modificado el ingreso a esta nueva etapa. “Los cursillos los hacemos por diferentes plataformas virtuales y es alto lío. Al no ser de manera presencial se complejiza más la situación”, comentaron.

A la hora de preguntarles si sintieron que habían sido escuchados en este nuevo contexto, comentaron que en muchos casos no se había contemplado si todos los alumnos tenían acceso a internet, cámaras, micrófonos, y todo lo que se necesita para poder hacer las clases por Zoom.

Dentro de los pensamientos que surgieron en la charla, la empatía para con otros que no cuentan con los mismos recursos salió a flote, en varias oportunidades. “No todas las realidades son las mismas, y muchos chicos no han corrido con la misma suerte que nosotros que sí podemos estar conectados y seguir de alguna manera con las clases”.

Vivencias que quedarán grabadas más allá de esta amena charla de Zoom, historias y aprendizajes de un año atípico. Donde los lazos afectivos y las pequeñas cosas cobraron importancia, lejos quedó la incertidumbre de si se iba a poder evaluar en este contexto, ya que a las claras quedó que lo adquirido en este tiempo no cabe en una libreta. Cada uno con sus formas, algunos hablaron, mientras que otros tenían sus cámaras apagadas, particularidades que deben ser atendidas y respetadas porque, en épocas de pandemia, nadie tiene la verdad absoluta.

 

Participantes de la charla (los y las interesadas fueron elegidos de manera democrática mediante un sorteo):

Turmo mañana

1A :Aramí Simon Sabena, Genaro Dreyer y Malena Luetic

4A: Juan Messiez, Federica Silva Maslo, Manuel Peralta Dorigo
7A y 7B:  Noa Aguilera,Facundo Stenacher , Tomas Vigano, Lola Miro

Turno tarde

1 B: Ema Enrique, Micaela Virga, Maitena Gonzalez
4 B: Ambar Landinez, Clara Giacone, Sofia Garcìa Gamarra
7 C: Santiago Berta, Valentino Formaggini, Federico Gotzl

 

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