Rosariazo: protestas, manifestaciones y huelgas en defensa de los derechos avasallados por la dictadura de Onganía
En mayo de 1969 comenzaron a evidenciarse los síntomas de un descontento que venía creciendo entre distintos sectores de la población debido al cierre de los canales de participación política y a la política educativa, social y económica del gobierno.
- Info general
- May 16, 2020
En 1967 la dictadura de Onganía, autodenominada “Revolución Argentina”, emitió un decreto-ley contra el comunismo, que en realidad estaba destinado a reprimir la actividad de todo el arco opositor. El movimiento obrero se dividió, a mediados de 1968, en dos centrales sindicales: la CGT Azopardo, de buen diálogo con el gobierno, hegemonizada por el metalúrgico Augusto Vandor, y la CGT “de los Argentinos”, combativa y opositora, liderada por el gráfico Raimundo Ongaro.
En mayo de 1969 comenzaron a evidenciarse los síntomas de un descontento que venía creciendo entre distintos sectores de la población debido al cierre de los canales de participación política y a la política educativa, social y económica del gobierno.
El 15 de mayo, la policía reprimió violentamente una manifestación de estudiantes en Corrientes. Allí murió asesinado por las fuerzas gubernamentales el estudiante de medicina Juan José Cabral. Dos días después, en Rosario, estudiantes que se movilizaban para repudiar el crimen de Cabral fueron enfrentados por la policía. Uno de los uniformados, el oficial Juan Agustín Lezcano, asesinó al estudiante Adolfo Bello, de 22 años. El hecho produjo la indignación de los rosarinos, que se manifestaron masivamente en una “marcha del silencio”. El 21 de mayo, la policía volvió a cobrarse una nueva víctima, el aprendiz metalúrgico Luis Norberto Blanco, de 15 años. Las calles de Rosario fueron ocupadas por obreros y estudiantes que levantaron barricadas y encendieron fogatas para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos, las que alimentaron con mesas, sillas, cajones, cartones y papeles arrojados por los vecinos desde sus balcones para colaborar con los manifestantes. Era el Rosariazo, el primer estallido de una larga lista que expresaba el descontento popular con la dictadura de Onganía, quien decretó la ocupación militar de Rosario y otros puntos de la provincia de Santa Fe.
El 16 de mayo, a causa de la inquietud producida por el repudio a los sucesos de Corrientes en la Facultad de Medicina, el rector de la Universidad Nacional de Rosario decidió la suspensión de las actividades durante tres días. Los estudiantes se congregaron en el Comedor Universitario, desde donde marcharon por el centro de la ciudad. 2Mientras tanto, desde la Capital Federal se anunció que se habían despachado refuerzos policiales a Corrientes y que la Gendarmería Nacional de Formosa estaba acuartelada en previsión de acontecimientos similares.
Al día siguiente, un grupo de unos 400 estudiantes se reunió nuevamente frente al Comedor Universitario, lanzando volantes y haciendo estallar artefactos de estruendo. La policía reprimió la manifestación que coreaba «Acción, acción, acción para la liberación».
El estudiante Adolfo Bello murió pocas horas más tarde. El ministro del Interior, Guillermo Borda, atribuyó la responsabilidad de los hechos a la actividad política y gremial de la izquierda. La Confederación General del Trabajo de los Argentinos decretó el estado de alerta y citó a un plenario para el 20; mientras tanto, organizaba una olla popular para suplir el comedor, que había sido cerrado por orden de la autoridad. Las manifestaciones cobrarían cada vez más intensidad en los días siguientes.
El 20 de mayo, los estudiantes rosarinos anunciaron un paro nacional 3. Medidas similares tuvieron lugar en otras provincias: en Córdoba se realizó una marcha del silencio, en Corrientes, los docentes pidieron la destitución de las autoridades universitarias y en Mendoza se dispuso un paro de actividades y una marcha del silencio.
El 21 de mayo, las agrupaciones estudiantiles universitarias y de enseñanzas secundarias de Rosario y la CGTA convocaron a una nueva marcha de protesta, que partiría desde la olla popular instalada frente al local de la CGTA. Raimundo Ongaro fue uno de los oradores en la asamblea previa. Las fuerzas de seguridad, mientras tanto, acordonaron la zona con fuerzas de infantería, caballería y vehículos blindados, instando a los manifestantes a disolver la concentración. Pese al operativo de seguridad se congregaron más de 4000 personas. Cuando iniciaron la movilización fueron reprimidos con gases lacrimógenos y fuerza física por la policía. El enfrentamiento devino campal, montándose barricadas en las calles y encendiéndose hogueras. Durante horas la policía intentó contener a los manifestantes, pero finalmente debió retirarse. Los manifestantes intentaron brevemente tomar la Jefatura de Policía, pero renunciaron a la idea y ocuparon el rectorado de la Universidad y la sede de transmisión de LT8 Radio Rosario en la cual participó el «trucha» Vanrell. Un balazo policial abatió al obrero y estudiante Luis Norberto Blanco, de 15 años. Las fuerzas de seguridad atacaron también al médico que lo asistía y el joven murió pocos minutos más tarde.
Desde la madrugada del 22, Rosario fue declarada zona de emergencia bajo jurisdicción militar. El general Roberto Fonseca quedó al frente del gobierno. Entre patrullas de gendarmería, 89 personas fueron detenidas como consecuencia de la marcha. El 23, un grupo de 38 sindicatos dispuso la realización de un masivo paro industrial. Junto con una declaración de los sectores de la Iglesia más afines a los grupos obreros, la huelga fue un duro revés para el gobierno. Más de 7000 personas acompañaron al féretro de Blanco en su procesión hacia el cementerio y los obreros de la Unión Ferroviaria, que había adherido al paro, se manifestaron contra la suspensión de los delegados que tomaron la medida. El conflicto en los ferrocarriles sería agudo y desembocaría directamente en el Segundo Rosariazo pocos meses más tarde. Mientras tanto, la oposición al gobierno se materializaba en la negativa de numerosos eclesiásticos a celebrar el Te Deum del 25 de mayo y pocos días más tarde en la insurrección del Cordobazo, seguido de un paro nacional. Cuando el 20 de junio el general Onganía visitó el rosarino Monumento a la Bandera, la CGT lo declaró persona non grata.