VIERNES, 22 DE NOV

Según la Cámara Argentina del Libro, el sector editorial retrocedió en un 45%

El informe, que se realiza sobre el registro ISBN incorpora los resultados de una encuesta que desarrolló la CAL entre sus socios -unos 500, entre editoriales pequeñas y medianas y librerías- la cual arroja tendencia alarmante: el 60 por ciento manifestó haber percibido durante el último trimestre caídas en las ventas que van entre un 5 y más de 20 puntos porcentuales.

 

La cantidad de ejemplares publicados en 2019 sufrió un retroceso de 45 % respecto a 2016 según datos de la Cámara Argentina del Libro que reflejan la caída del sector editorial y evidencian que «el mercado es casi la mitad de lo que era en 2015», aseguró Martín Gremmelspacher, titular de la asociación.

Aunque el promedio de novedades mantiene un número parecido -en 2016 hubo 20.804, mientras que en 2019 fueron 20.229-, la diferencia notable que traza el sector en los últimos cuatro años muestra una tendencia descendente en cuanto a la cantidad de ejemplares para la primera tirada.

En este sentido, las estadísticas muestran que: en 2016 eran 57 millones de ejemplares, en 2017 40 millones, en 2018 33, 8 y en 2019 el número bajó a 31 millones.

En cuanto a los lanzamientos del sector editorial comercial -que según el registro de ISBN, representa el 34 por ciento frente a otro tipo de publicaciones- la tirada promedio pasó de 2700 ejemplares en 2016 a 1700 en 2019.

Además, la mayoría de estas novedades salieron al mercado con una tirada de apenas 1.000 ejemplares, lo cual se traduce en menos de un ejemplar por cada librería del país.

«Las estadísticas muestran que el mercado es la mitad de lo que era en 2015 y que de 2016 a esta parte el sector no dejó de caer porque no hemos revertido la línea descendiente», sostuvo Gremmelspacher en diálogo con Télam, presidente de la asociación de editores desde septiembre último, responsable del sello Bonum y ex titular de la Fundación El Libro.

El informe, que se realiza sobre el registro ISBN (un identificador internacional), incorpora los resultados de una encuesta que desarrolló la CAL entre sus socios -unos 500, entre editoriales pequeñas y medianas y librerías- la cual arroja tendencia alarmante: el 60 por ciento manifestó haber percibido durante el último trimestre caídas en las ventas que van entre un 5 y más de 20 puntos porcentuales.

Cuando se les preguntó si habían tomado alguna medida frente a la crisis, 7 de cada 10 declararon que debieron modificar su plan editorial, y la mitad de los editores debieron rechazar obras por falta de presupuesto.

El 62 por ciento también declaró que realizó tiradas más pequeñas, lo que coincide con los datos obtenidos del registro ISBN.

La cámara advierte también que la caída del empleo registrado que en algunas ramas de la cadena de valor superó los 20 puntos, lo que evidencia otro indicador de la crisis del sector, sumado al cierre de librerías -como «Libros Pampa» después de 41 años en La Pampa que cerrará este fin de noviembre- la reducción de las editoriales y una menor producción gráfica.

«Que el sector esté en caída es tremendo desde lo económico para los actores de la industria editorial y es tremendo porque hay menos gente que se está cultivando, leyendo, hay menos autores que escriben y publican, lo que se frena es el conocimiento, la imaginación, el aprendizaje», señaló Gremmelspacher.

-Télam: ¿De qué modo cree que se podrían revertir las estadísticas del Informe presentado por Cámara Argentina del Libro?

-Martín Gremmelspacher: Es fundamental que se reactive el consumo porque el libro no es un producto de primera necesidad. Con el aumento del consumo, el libro repunta enseguida. La gente necesita tener plata en el bolsillo para comprar libros y que exista un consumo interno nos ayuda a los 500 editores y a los 1500 puntos de ventas. El consumo es la clave pero también debe haber políticas públicas dirigidas.

-T: ¿Cómo cuáles?

-M.G: Desde la Cámara Argentina del Libro apuntamos, primero, a una política fuerte de financiación: hoy el sector editorial está en una situación entre descapitalizada, endeudada, con retención de la producción de libros, y necesita capital de trabajo a una tasa razonable para salir de nuevo al ruedo a producir.

Algo importante en lo que estamos trabajando en las reuniones con los socios es la logística porque hoy el envío de libros al interior está costoso y eso le quita rentabilidad a las librerías del interior. El libro tiene un precio de tapa fijo en todo el país, el librero le paga al editor y debe hacerse cargo de los costos de logística y en esa cadena pierde plata. Lo que queremos es que el Correo Argentino sea el gran distribuidor del libro.

-T: ¿Cómo sería eso?

-M.G: En la década del 70, el correo tenía precios especiales para el libro, el libro se transportaba así. Lo que generaría es mayor rentabilidad en el librero y, sobre todo, sería una política federal porque estás ayudando a libreros de todas las provincias, y al mismo tiempo favorecés el tránsito de la cultura y la difusión de ideas. Hoy, por los problemas de logística, el librero compra menos, el editor vende menos y en las librerías del país se exhibe menos. Entonces, es fundamental que ese transporte sea económico.

-T: Se refería a la necesidad de políticas públicas de difusión ¿podría ejemplificar algunas?

-M.G: Acompañarnos y ayudarnos con las ferias que se desarrollan en todo el país: en la medida que podamos favorecer la difusión del libro eso ayuda mucho al sector. Por ejemplo, a diferencia de países como Colombia y México que tienen ferias con casi un 40 por ciento de capital del Estado, la Feria del Libro de Buenos Aires se soporta con capital privado. El sector editorial tiene una ventaja: el mundo editorial no necesita de grandes importes, no es una industria aeronáutica, acá hay una inversión muy baja y lo que necesita del Estado es mucha difusión.

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