Tawakkol Karman: «Siento un gran orgullo y alegría cuando me llaman la Che Guevara yemení»
Líder de la primavera árabe y artífice de la revolución pacífica que acabó con una dictadura de 30 años en Yemen, la premio Nobel de la Paz pasó por Rosario y dialogó con Conclusión.
- Info general
- Dic 4, 2018
La primavera árabe fue uno de los movimientos políticos más revulsivos de los últimos años y uno de los que más ha conmovido porque resonó en todos los rincones como un grito feroz que arrasó con el manto de silencio e ignorancia y obligó al planeta entero a escucharlo y a poner los ojos en el mundo árabe más allá de los prejuicios y preconceptos.
Una de las líderes de esa primavera tiene cara de mujer: Tawakkol Karman, una joven activista y periodista, considerada la artífice de la rebelión pacífica contra el dictador yemení Alí Abdullah Saleh, cuando organizó una serie de protestas no violentas que encauzaron y fortalecieron el alzamiento contra un régimen que llevaba 33 años asolando Yemen.
Las manifestaciones comenzaron en 2007 y en 2011 fue detenida por «organizar protestas no autorizadas». Apenas fue puesta en libertad volvió a las calles a ponerse al frente de una ola que ya no podía detenerse. Ese mismo año recibió el premio Nobel de la Paz.
«Yemen está en este momento enfrentando las consecuencias de un golpe de Estado muy terrible, liderado por la milicia huti con el respaldo de Irán. Además enfrenta una guerra civil apoyada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. Es un ataque sobre el país, sobre los yemeníes porque no quieren que Yemen se convierta en una democracia estable y no quieren que haya una transición a un país democrático».
Tawakkol tiene profundos ojos negros, que se encienden cuando describe la realidad de su país y la lucha que, incansablemente, lleva adelante desde que era una estudiante. El laxo halo de sosiego que la envuelve contrasta con la firmeza y claridad política de su discurso. En entrevista con Conclusión, Tawakkol responde con dureza cuando se le pregunta por las voces que afirman que la primavera árabe ha fracasado y defiende el proceso revolucionario de su pueblo.
«La lucha por la dignidad y la libertad continúa», exclama. Y quiero dejar algo muy en claro a todos los argentinos: esta guerra que viene después de la primavera árabe, es una guerra liderada por los países de la región y por poderes internacionales que llevan adelante una contrarrevolución, una contrarrevolución que ha desatado el caos y la guerra porque no quieren que Yemen se convierta en un país pacífico donde los ideales de la revolución y el restablecimiento de la democracia y de la justicia sean una realidad. Son países que apoyan una guerra y que quieren regresar a Yemen a la dictadura. Ustedes, como argentinos, saben muy bien cómo sufren las personas bajo un régimen militar porque lo han vivido. Hace ya 35 años que la democracia llegó al país y Argentina ha sufrido muchísimo para poder terminar con la dictadura. Yemen en este momento vive las mismas circunstancias, sufrimos golpes militares, bajo el reinado de milicias, de dictadores, de una contrarrevolución apoyada por Arabia Saudita e Irán, que lo que quieren es borrar de la faz de Yemen los logros de la revolución y quieren convencernos que nuestro destino es la guerra y no la paz».
El alegre y etéreo ‘hiyab’ que enmarca el rostro de Tawakkol acentúa el fuego que asoma en su mirada y la pasión con que responde. Para un ojo poco observador, Karman puede parecer algo frágil a primera vista. Pero apenas comienza a hablar, queda absolutamente claro que esa mujer morena, bella y delgada es todo lo opuesto a la fragilidad.
Con tan sólo 39 años al día de hoy, fundó la organización Mujeres Periodistas sin Cadenas, lideró una de las revoluciones más significativas de la historia de Oriente, estuvo presa incontables veces, recibió un premio Nobel y vive en el exilio, en la clandestinidad, desde 2015 porque su cabeza tiene precio. Además, es esposa y madre de tres hijos.
Cuando Tawakkol habla sobre ese destierro lo hace con todo el cuerpo.»Realmente lamento mucho no poder vivir en mi país y tener que hacerlo en el exilio, pero realmente las milicias huties y los Emiratos Árabes y Arabia Saudita no quieren que regrese a mi país. Ni yo ni ninguno de los otros lideres que también se encuentran en el exilio. Otros están dentro de Yemen, pero tanto los que estamos fuera como los que estamos dentro estamos sufriendo esta guerra que representa la peor catástrofe humana en el momento. El pueblo yemení está sufriendo hambrunas, enfermedades, falta de educación, falta de agua, no cobran sueldos, hay muchísimo sufrimiento. Y esta guerra debe terminar ya».
La Che Guevara Yemení
Las barreras idiomáticas no parecen existir en la entrevista. Más allá de la traductora, y de su inglés bien modulado, la premio Nobel de la Paz se hace entender a través de la expresión de sus manos y su cara. Y una muy amplia sonrisa gana todo su rostro cuando se le pregunta qué siente cuando la llaman la «Che Guevara Yemení», como se hizo popularmente conocida en todo el mundo.
¡«Oh, mi Dios, Oh mi Dios»! exclama con alegría. «Es un orgullo, un gran orgullo», repite varias veces. «Me encanta escucharlo, estoy sumamente orgullosa de que me llamen así, porque el Che Guevara es una inspiración. Inspira a todas las personas que hacen sacrificios por lograr el sueño de la libertad. Yo uso medios pacíficos, medios no violentos, pero el Che Guevara es una gran inspiración».
La sonrisa se borra cuando llega la hora de hablar de Donald Trump y de su política, puertas adentro y afuera. Tawakkol adopta otra expresión, rayana en la tristeza, al afirmar que siente vergüenza de ser parte de este siglo, donde hay tanto odio.
«Creo que todo este discurso de odio, nacionalismo y racismo es el resultado de la ausencia de la comunidad internacional oponiéndose a la violencia de las dictaduras. Toda la crisis de los emigrantes que huyen de sus países por el odio y la guerra… realmente me siento avergonzada de ser parte de este siglo, donde hay tanto odio y tanta gente desagradable liderando uno de los países más importantes del mundo. Pero creo que esto es una situación temporal, que no va a durar para siempre. Porque creo que el mundo se merece que trabajemos juntos, se merece la coexistencia, la paz y el amor. Creo firmemente en las nuevas generaciones , creo que ellos van a poder resolver todo este deterioro que estamos viendo y creo que estos líderes del odio que presiden estos grandes países van a salir de escena dentro de poco».
En relación a ello, la mujer no olvida la desesperada situación de millones de inmigrantes en todo el mundo. «La solución a las inmigraciones no es el odio, no son las barreras ni los muros, la solución pasa solamente por terminar con las dictaduras y las guerras que matan a los ciudadanos y los empujan a huir de sus países. Las dictaduras deben ser detenidas… creo que las personas lo van a hacer, se va a continuar en la lucha y se va a lograr terminar con esa barbarie».
Ya sobre el final de una entrevista que no dan ganas de cerrar, Tawakkol responde sobre la realidad actual de las mujeres en los países árabes. Y pone el acento en la lucha por los derechos humanos y la participación política.
«Ellas están luchando. Luchan por la libertad en cada uno de sus países, están enfrentando regímenes autoritarios y están en el medio de la batalla. Y también están haciendo grandes sacrificios para lograr la democracia y para lograr barrer con los dictadores, porque en la medida en que esto se consiga vamos a poder garantizar los derechos humanos que son los derechos de la mujer».
Esa participación política es también el mensaje que Tawakkol Karman eligió dejar para a las mujeres latinoamericanas antes de despedirse. Un mensaje de fortaleza, dignidad y lucha.
«Tienen que ser fuertes, tienen que liderar la lucha en América Latina para liberar al continente de la corrupción, del tráfico de mujeres, de las drogas… tienen que pelear contra las empresas multinacionales que se están robando la riqueza latinoamericana, tienen que ser fuertes, más fuertes aún para liderar la lucha contra las corporaciones y contra todo aquello que ataca la posibilidad de la libertad en el continente».