Una investigación arroja que los argentinos tenemos distintos tipos de agrotóxicos en nuestro cuerpo
Se trata de SPRINT, un proyecto de coordinación internacional que prueba el impacto de los químicos que utiliza el agro en los cuerpos humanos. “Vivas en la ciudad que vivas, no estás exento”, sostuvo el biólogo y voluntario del proyecto Claudio De Francesco.
- Ecología
- Ene 6, 2024
Por Alejandro Maidana
El Proyecto Sprint fue acunado por la Unión Europea e involucró a 11 países, 10 europeos (Países Bajos, Dinamarca, República Checa, Francia, Eslovenia, Portugal, España, Suiza, Italia y Croacia) y uno sudamericano, la Argentina. Una demostración cabal que a los europeos les interesa conocer en qué situación se encuentra nuestro país, ya que se trata de uno de los agroexportadores más importantes de lo que ellos consumen a través de sus animales.
El objetivo del proyecto tiene su anclaje en el análisis del comportamiento de los plaguicidas en el ambiente, y por ende, en los humanos. Un cuadro de situación que podría aportar claridad en la idea de hacer descender a la mitad la aplicación de agroquímicos para el 2030, cuadro de situación que resulta verdaderamente utópico para los tiempos que corren. Em definitiva, ese es el objetivo medular del Proyecto Sprint, por ello se busca analizar cómo afecta a la salud la mezcla de los distintos agroquímicos utilizados en la actividad agrícola.
Si bien se sabe puntualmente que cada plaguicida tiene un efecto concreto en la salud, no se sabe qué efecto produce la mezcla de los mismos, es por eso que se trata de la primera vez que este proyecto articula este tipo de análisis e investigación. En lo que le concierne a la Argentina, de la cual 73 personas fueron voluntarias, dicho proceso estuvo a cargo del INTA, liderado por la investigadora Virginia Aparicio, quién fue la que llevó adelante la coordinación local.
Muchas fueron las personas seleccionadas para el proyecto, destacando que la selección rescataba como punto de partida los lugares donde habitaban cada uno de los voluntarios, que lo que perseguía Sprint, era tener representados diferentes tipos de categorías de personas relacionadas con la exposición a plaguicidas. Las muestras involucraron muestras del ambiente, hacemos referencia al agua, suelo, plantas, sedimentos incluyendo el polvo de las casas.
También se presentaron las muestras biológicas propiamente dichas, allí se analizó el impacto sobre animales, en especial del ganado, en definitiva, todo lo que se utiliza en el campo para consumo. Sobre los 73 voluntarios, a los mismos se le realizaron minuciosos análisis de sangre, orina y materia fecal, incluso del aire que respiran. Para analizar el impacto de los plaguicidas en el aire, se utilizó una pulsera que los voluntarios debieron usar durante 7 días.
De esa manera se pudo captar las partículas que se encontraban flotando en los lugares en que los vecinos se movían. Es preciso mencionar que como el muestreo se llevó adelante en noviembre del 2021, en plena pandemia, la mayoría de los voluntarios no se movió mucho de su lugar. Por ello se pudo tener un buen registro gracias a esa situación, ya que se pudo localizar de muy buena forma los impactos locales. Los 73 participantes son personas que viven en distintas localidades del sudeste de Bonaerense. Para mencionar algunas, podemos citar a González Chávez, Benito Juárez, Coronel Dorrego, General Pueyrredón, Sierra de los Padres, Necochea, Lobería, Tandil, Tres Arroyos y La Brava, un lugarcito muy pequeño dentro del departamento de Balcarce.
Claudio De Francesco es biólogo y fue uno de los participantes del revelador Proyecto Sprint, en muy jugosa entrevista con La Izquierda Diario, brindó una serie de detalles que aportan un crucial manto de claridad sobre una problemática que increíblemente aún, sigue siendo negada y ocultada. “En lo particular ingresé al proyecto por estar viviendo en una localidad pequeñita (La Brava), la categoría que se denomina vecinos fue la que me cobijó. Vecinos seríamos todos los que vivimos pegados a campo que se están fumigando. Después, otra categoría que se analizó dentro de estos 73, más o menos todos divididos en iguales números, fueron lo que se denominó consumidores. Estas son personas que no viven en lugares cercanos que son sistemáticamente fumigados, sino que moran en ciudades, por ejemplo, Necochea y Tandil. Si bien están en zonas que tienen aplicaciones de plaguicidas en general, están lejos de los campos. Esto sirvió para comprobar si el efecto que tenían los plaguicidas era más fuerte en los que vivían cerca de campo, y no así en los que se encontraban alejados de los sembradíos, se lo denomina control en ciencia”.
Si los consumidores tuviesen valores tan altos como los de los vecinos, se podría llegar a pensar que quizá no es tan importante la exposición directa por vivir cerca de un campo fumigado como otra fuente, que, por ejemplo, podría ser el alimento. “Después había otras dos categorías que eran los productores convencionales, los que aplican plaguicidas regularmente y los agroecológicos, que son los que no aplican nada o minimizan al máximo la aplicación porque están en una transición hacia la agroecología. Estas cuatro categorías estaban más o menos divididas en igual número dentro de estos 73 voluntarios. Yo puedo hablar más que nada por la categoría de vecino, porque es la que me tocó, pero es conocido dentro del grupo porque nos juntamos cuando se suspendió este proyecto. Nos reunimos, nos fuimos convocando mutuamente aquellos que nos conocíamos como para poder hacer una apuesta en común y tener acceso a resultados, ya que no teníamos forma de saber lo que nos estaba pasando en general. Cada uno tenía sus propios resultados, pero no teníamos los de todos. De estos 73, hubo 32 personas que los compartimos, porque consideramos que tenía que ser algo público para que la información sirviera. Hubiese sido lindo tener todos, pero no se pudo dar, y no se va a dar nunca. Pero ¿Por qué no se va a dar nunca? Porque el proyecto ya fue dado de baja por el INTA, así que no va a seguir en Argentina, pero sí en el mundo.
¿El INTA censuró a los trabajadores de su propia institución para que no hablaran de este proyecto? Sí, esa censura tengo entendido que sigue, porque hace poco uno de los voluntarios comentó que se acercó a una persona que es empleada de INTA y le preguntó acerca de qué pasaba con el SPRINT, sin comentarle que era voluntario ni nada, como una persona más, y le dijo que todo lo que sea de SPRINT ellos habían recibido la orden de tener que responder que preguntarán directamente a asesoría legal, ya que ellos no podían mencionar nada al respecto. Ningún empleado puede hablar del tema. Esto por la línea de la dirección del INTA, que entiendo también que un grupo de voluntarios presentó cartas y presentó petitorios para que sea público estos resultados más en general del proyecto al que habían participado. Hemos hecho un petitorio a nivel nacional, nos respondieron desde asesoría legal un mensaje muy inentendible para una persona que no está formada en temas leyes, porque no se entendía nada de lo que argumentaban, una frase muy cortita, básicamente lo que sacamos en claro de ese mensaje era no les vamos a dar más nada porque cada uno de ustedes tiene su informe, básicamente eso”.
Lo que solicitaban los voluntarios era tan solo una explicación de lo que eso significaba, acompañado de un análisis global, comparativo, qué era lo que iba a hacer Virginia a París, la científica censurada por el INTA. “Esta censura se consumó después que Virginia nos enviara a todos los voluntarios el Zoom para la reunión que íbamos a tener donde nos iba a explicar lo mencionado. Por ello nunca tuvimos acceso a esa explicación general, sí nos dieron la posibilidad, porque hubo un cambio de dirección y un nuevo director en el INTA que nos convocó posteriormente a todos los voluntarios a una reunión a puertas cerradas dentro del instituto. Solo para los voluntarios, donde le permitieron a Virginia que nos explicara algunos resultados ¿Por qué digo algunos? Porque después, posteriormente, vino una cumbre en Nueva York, donde tuvimos acceso a todo, que fue una cumbre donde expusieron los investigadores de Sprint desde Europa, allí pudimos ver, los que tuvimos la suerte de estar en esa reunión, como en mi caso, de que había muchos más resultados que no le permitieron en ese momento a Virginia compartirlos. Bueno, ahora tenemos acceso a esos resultados, se trata de la segunda parte del Sprint que se censuró desde INTA, era el muestreo que se envió a Europa, los resultados se encuentran en ese continente. La segunda etapa era la difusión de esos resultados dentro del país, eso es lo que se censuró.
Como el proyecto se encuentra censurado desde INTA, muchos voluntarios han decidido difundirlos por su parte. No dudaron en hacer uso del derecho que les asiste por haber participado y a debido a ello, poder socializar la experiencia y los contundentes resultados. “Eso es lo que nos está pasando, destacando que no tenemos formación como para hablar de este tema, de esto tendría que encargarse la persona responsable, pero no puede. Nos parece mejor cometer errores en la interpretación por no saber, que no decir nada. Nunca tuvimos una respuesta clara de la razón de por qué se suspendió, volvimos a preguntar una y otra vez, pero nunca se nos respondió. Destacando que hicimos una carta donde fue firmada por 44 voluntarios que tampoco fue respondida. Lo que solicitábamos eran los contratos originales que se habían firmado entre SPRINT y el INTA, ya que una de las críticas que hacía este último era que no tenían incumbencia en la salud. Al ver el contrato original, que está claramente especificado todo eso, quedaba claro que ellos firmaron sabiendo que iba a haber análisis en humanos, y avalando eso porque iba a ser por parte del Ministerio de Salud, no es que lo iba a ser el INTA. A mí no me vino a sacar sangre un agrónomo, me vino a sacar sangre un bioquímico certificado por el Ministerio de Salud. El INTA se ocupaba de la parte del muestreo en agua, en suelo, y los bioquímicos se ocupaban en humanos, pero era un proyecto conjunto”.
Es evidente que debido a la forma de comunicación que eligió el INTA, confunde de sobremanera a aquellos que se interesan en conocer los detalles del proyecto y sus resultados. “La censura tiene que venir por una situación que nos escapa a todos aquellos que participamos, por ello se trataría solo de suposiciones, ya que nunca nos dieron una respuesta. El número de plaguicidas totales en sangre que había en cada uno de nosotros era importante, y después, al haber asistido a la cumbre y haber buscado información de trabajos que se publicaron de Sprint en Europa, lo que encontré fue que nosotros tuvimos un valor que se denomina mediana. Si vos agarras esta distribución de acá (referencia al gráfico), desde el más chiquito al más grande, es el punto del medio. El punto del medio en Argentina estuvo en 5,5, pero en Europa se ubicó en 2. Es decir, si vos tenés que graficar esto mismo para Europa, la curva iría toda para abajo, representaría aproximadamente la mitad de la curva de la cual formamos parte. Los datos son demoledores, tenemos mínimamente el doble de plaguicidas en sangre, eso sale clarísimo, por más que tenga 36 números, sale clarísimo. O sea, en otras palabras, si bien el rango es el mismo, de 2 a 10, en Argentina se encuentra que más personas tienen mayor cantidad de plaguicidas. Otro dato no menor, en Europa el rango fue de 0 a 10, es decir, hubo personas que no tuvieron nada, nosotros no. El que menos tuvo, que en este caso fui yo que tuve 2”.
En uno de los gráficos se puede apreciar notablemente las concentraciones, cuánto por litro tenemos en sangre (con seguridad) aquellos que consumimos alimentos con agrotóxicos, o estamos expuestos a las fumigaciones. “Los datos que pudimos recopilar eran por sobre todo de vecinos, no de los trabajadores, ya estos que están en contacto más directo con los venenos. Cuando tuvimos la charla con Virginia en INTA, donde nos mostró los resultados de Argentina, ahí se veía que los productores convencionales tenían valores un poquito más altos. Lamentablemente yo no cuento con esos datos porque no los compartieron, la mayoría de las personas que compartieron datos son vecinos y consumidores, hay varios productores agroecológicos. Probablemente si se agregaran más productores convencionales estos números irían más arriba. Pero bueno, no los quisieron compartir y es un derecho que tienen, no podemos hacer nada, de igual manera los números son interesantes, a mí lo que me llama la atención es la gradualidad, el gradualismo que se ve, cómo va de a poquito, es como que todos tenemos plaguicidas en mayor o menor escala. Está bien, algunos se disparan más que otros. Los compuestos detectados en el análisis de Sprint son herbicidas e insecticidas, y todos están prohibidos. Eso también es llamativo, son los más frecuentes en sangre, son compuestos no aprobados por los estándares de Europa. Si bien tengo entendido que para el momento del muestreo aún no estaban prohibidos, si bien en la actualidad ya han sido prohibidos”, enfatizó el biólogo.
Bromoxynil, fipronilsulfone y chlorpyrifos-methyque y el devastador 2,4-D, fueron los venenos que predominaron en los resultados del proyecto. Todos ellos representan una alerta más que importante para la salud. “Son inhibidores, carcinógenos y neurotóxicos, puede parecer un tanto sensacionalista este tipo de información, pero se trata de datos que vienen corroborados científicamente desde Europa. Es preciso destacar que hay muchos más agrotóxicos en concentraciones más bajas, menos de 1 microgramo por litro en general, que también circulan por nuestras venas. Esta sensibilidad que se ha podido medir en sangre tiene que ver también con los aparatos o las técnicas que tienen en Europa y que llegan a detectar ese tipo de niveles. No es nada fácil detectar plaguicidas en sangre, es uno de los aspectos más difíciles de encontrar porque tienen muy poca permanencia en el torrente sanguíneo, ya que circulan, por eso lo mejor es tratar de hacerlo en orina o en materia fecal, principalmente en lo primero. Otro dato importante, es que, si bien no se ha podido detectar glifosato, han aparecido trazas del mismo, y otro dato importante que acercaron en la conferencia de Nueva York, era la diversidad de plaguicidas y el efecto que pueden causar actuando en conjunto. Cada uno de los gráficos de barras compartidos muestran lo que es en Europa (azul) y lo que es en Argentina (naranja), si vos miras rápidamente hay más azules que naranjas a lo largo de todo el gráfico, eso quiere decir que en Europa hay más diversidad de plaguicidas que acá. El Proyecto Sprint se basó en el análisis de los efectos que pueden causar la variedad de agrotóxicos actuando al unísono. Mi opinión como científico sobre el Proyecto Sprint, es el mejor, el muestreo y el diseño son perfectos, la seriedad con la que tomaron las muestras, el tipo de análisis, los aparatos en los que los midieron, es algo impresionante desde el punto de vista científico”.
Argentina es un territorio enorme comparado a un país de Europa, y este fue el dato que utilizaron como argumento aquellos que no han escatimado en críticas al proyecto. Quizás para bajarle un poco la efervescencia a los resultados que mostraron números alarmantes en esta parte del continente americano. “El dato clave y que da por tierra las críticas, es que se las muestras tomadas fueron solo del sudeste bonaerense. Si uno se adentra en el proyecto, cuentan que la superficie que hay en el sudeste bonaerense, no es muy diferente a la que hay en lo que se muestreó en España, Francia y Portugal, por ejemplo. Argentina es el segundo país con mayor concentración de plaguicidas en orina, y aquí el dato es revelador, los vecinos son quienes concentran los valores más altos, es decir, yo hubiese esperado que diera más alto en un productor convencional que en un vecino. De igual manera la diferencia es exigua, todos estamos en la misma, y los consumidores están igual, ya que consumen productos que muy probablemente se hayan realizado con el método convencional, en cambio los únicos que tienen valores más bajos son los agroecológicos. La que consume un producto agroecológico, es una persona que se está cuidando lo máximo posible, y de igual amanera reúnen agrortóxicos, cuando en teoría no debería tener. Y una cosa que no aparece en este gráfico, pero que lo hemos comentado entre los voluntarios porque ha surgido el tema, es que las personas que son de hábitos vegetarianos tienen valores más altos que aquellos que no los son. Lo cual eso es como que ha marcado un shock, algo que uno no se imaginaba, porque obviamente ser vegetariano es comer más sano, uno está buscando comer de manera más saludable, pero claro, no es todo vegetal, el vegetal es lo que está más fumigado”.
El total de plaguicidas en orina, es un poquito más alto que el que aparecía registrado en sangre, ya que acá se concentra más debido a que los métodos de detección son más accesibles. “Es fundamental hacer esa salvedad, ya que hay muchos análisis que se han hecho de plaguicidas en Argentina, independientemente del proyecto SPRINT, no cuentan con la sensibilidad que tienen los equipos con los que se analizaron las muestras desde el proyecto en el cual participamos. Por ello, SPRINT hace las veces de ventana para poder ver qué cantidad tenemos más allá de lo que a veces no se puede detectar. Volviendo a las concentraciones de agrotóxicos en orina, todos tenemos un montón, desde 3 microgramos por litro hasta valores de 92. Los más frecuentes son metabolitos, se trata de compuestos que ya fueron metabolizados en el organismo, por ejemplo, el clorpirifós entre otros, se trata de insecticidas. Algo interesante sobre esto, es que son más frecuentes, ya que en el anexo que nos enviaban desde SPRINT, decía que no había datos, o sea que después no se sabe qué hacen, sin datos no quiere decir que se trate de algo positivo, sin datos significa que no tenemos ni idea de lo que causa. También aparece el glifosato, que es como nuestro caballito de batalla, que es lo que más tenemos en Argentina, el glifosato y el AMPA, que es el metabolito de este, todo el mundo, la gran mayoría de los voluntarios tenemos valores desde 0,1 más o menos hasta 0,7 en orina. Y esto es interesante, ya que la gente está al tanto porque salió en todas las noticias a nivel nacional que en Buenos Aires se hizo un análisis de orina y apareció que la gente de CABA tenía glifosato en orina. Tuve acceso a esos datos para ver los valores y hay gente en CABA que tiene valores de hasta un microgramo por litro, que es más alto que cualquiera de los que estamos acá, donde el máximo fue es 0,7. La duda está si esto se debe a la sensibilidad de cada de los equipos usados por uno y por otro, o como yo creo y tengo como hipótesis, que puede tener que ver que en CABA hay mucha gente con hábitos vegetarianos que, en otros lugares, y esto lo podría explicar. También en función de lo que nosotros vimos con la gente que tiene hábitos diferentes dentro del grupo”.
El Proyecto Sprint arrojó varias certezas, una de ellas es que, si bien Europa cuenta con mayor diversidad de plaguicidas, en Argentina tenemos más concentración de agrotóxicos. “Acá hay algo importantísimo que salió de la cumbre, que lo destacaron ellos mismos, es que el glifosato es el primero, es el que más frecuencia tiene en todos los voluntarios, pero en Argentina el 100% tiene glifosato, el 100% de las personas testeadas dieron positivo de glifosato. Así que somos como el país campeón en este tema al respecto, es una cosa muy llamativa, y si bien uno sabe o lo imagina, estamos muy expuestos. Si bien los vecinos y trabajadores rurales estamos un poquito más arriba, la concentración de glifosato en orina es prácticamente similar en todos, tomando como referencia también a consumidores y a aquellos que eligen lo agroecológico. En general lo mismo que vimos para orina y sangre, lo vemos con la materia fecal, incluso se encontró más concentración, unos 18 plaguicidas, hasta 759 microgramos por kilo, muchísimo. Si bien que haya mucho en materia fecal puede ser un buen dato, ya que podríamos decir que estamos eliminando mucho de lo que tenemos dentro, por otro lado, que todo esto esté circulando por nuestro cuerpo es una locura.
El Proyecto Sprint también se ocupó de investigar el polvo de las casas, por lo que se les recomendó a los voluntarios tomar muestras con sus aspiradoras diariamente. De esa manera podrían analizar la presencia de plaguicidas. “Si bien es un dato que le llamó mucho la atención a la gente de Sprint, no marcó una diferencia fundamental entre Argentina y Europa, ya que a nivel mundial sucedió lo mismo que pasó acá. Y es que en el polvo de las casas es donde más se acumularon los plaguicidas, de todas las matrices muestreadas fue la que más plaguicidas concentró. Comparado con suelos, cultivos, aire, agua y el sedimento, el polvo de las casas es lo que tiene muchísimo más, casi el doble. Es decir, yo puedo andar caminando por un campo que fue fumigado, pero adentro de mi casa tengo más concentración que si estoy pisando ese campo ¿Cuál es la explicación que dieron los investigadores? Más allá de que pueda haber un entrampamiento por el viento que se acumula en las casas, es que las personas son las que transportan plaguicidas en su ropa. Desde Sprint recomendaban sacarse los zapatos al entrar a las casas ya que uno puede traer mucho plaguicida en su calzado, ellos veían muchas complicaciones por sobre todo en el caso de los bebés, ya que estos gatean”.
La conclusión del Proyecto SPRINT fue que las mezclas de los residuos de pesticidas están omnipresentes en todos los ecosistemas, y por ende en los humanos. Utilizaron la palabra omnipresente, por eso dicen que manifiestan en todos lados, aunque no lo veamos. “Por último quiero agregar que por lo que estamos viendo con otros análisis, que yo no tenía acceso todavía en el momento que armé esto, es que la dieta es bastante importante en el caso nuestro. Quizá esto sea más para Europa, que ellos tienen más regulaciones en lo que comen, acá, por otros análisis que se hicieron a determinados voluntarios, que los compartieron hace muy poquito, se ve que dentro de lo que es la comida que estamos consumiendo, la misma tiene más concentración de pesticidas. A esto habría que sumarle lo que sucedió en CABA y en otras localidades que están alejadas de los campos donde se fumiga y tienen alta concentración de agrotóxicos. Probablemente sea la alimentación el mayor problema, así que nadie está exento de eso. Vivas en la ciudad que vivas, no estás exento. Las mezclas de plaguicidas tienen un efecto más contundente que la acción de un solo pesticida, este era uno de los objetivos que tenía el Proyecto SPRINT, analizar las concentraciones. Por ello recomiendan que hay que tratar de buscar nuevos umbrales y límites para muchas de las matrices, y que en esos umbrales hay que incluir el transporte atmosférico. Sostenían que no está incluido en las regulaciones. Es decir, se puede aplicar tantas cantidades, pero hay que tener en cuenta la deriva, el tema de cuánto se puede expandir cada compuesto hacia los costados por el tipo de transporte y por el lugar en el que estés. O sea, no es igual el transporte en un lugar con un determinado viento que con otro. Y sugieren iniciar una transición hacia un sistema de agricultura más sostenible que esté basado más en técnicas agroecológicas”.