“Yo le pido al Estado que intervenga mostrando al mosquito como un intruso en nuestras manzanas, no como un enemigo”
El biólogo y especialista en mosquitos Nicolás Schweigmann, dialogó con Conclusión brindando una serie de conceptos que buscan interpelar en profundidad a la incesante campaña de desinformación. Cómo prevenir este grave riesgo a la salud, eludiendo los paradigmas químicos que esconden grandes intereses económicos.
- Info general
- May 23, 2020
Por Alejandro Maidana
Sin dudas la renovada epidemia de dengue se ve claramente eclipsada por una que atraviesa al mundo en su enorme conjunto, la del covid-19. Si bien ésta podría ser la excusa perfecta para intentar morigerar el verdadero impacto originado por el mosquito vector Aedes aegypti, la realidad se emparenta más con la constante desinformación y la mala praxis, que con necias comparaciones.
El avance del Aedes aegypti se debe a que la problemática ambiental y educativa es profunda y provoca episodios de “caos social”, producido por un gran desconocimiento de los conceptos básicos necesarios para actuar. Y el por aporte de un gran ruido mediático asociado a oportunidades de sacar ventaja económica y/o política de la situación.
Es por ello que el desconcierto de las grandes mayorías en torno a las precauciones y daños que puede originar el virus del dengue, sigue calando hondo en las sociedades que deben padecerlo. La necesidad de informar consciente y responsablemente, choca en muchas oportunidades con el paradigma químico (fumigaciones), implementado para desinformar.
Nicolás Schweigmann es biólogo y especialista en mosquitos, e integrante del Departamento de Ecología Genética y Evolución de la Facultada de Ciencias Exactas y Naturales (UBA/ IEGEBA/ CONICET). En una charla esclarecedora con Conclusión, brindó detalles de suma valía en torno al derrotero del Aedes aegypti, y de la peligrosa campaña de desinformación y confusión que atraviesa a la sociedad en su conjunto.
Un mosquito que llegó en barco desde el África, y que producto de las estériles campañas estatales, sumado a la falta de conciencia ciudadana, sigue en vigencia. “El Aedes aegypti llegó en barco con los <negreros> desde Etiopía para anclarse en las ciudades como un incómodo souvenirs. Aparentemente no le ha ido bien en los ambientes silvestres del mundo, ya que siempre se los encuentra nada más que en las viviendas. Cabe destacar que su preferencia por reproducirse dentro de los hogares, cuenta con una explicación”.
La necesidad de mantenerse lejos de los depredadores naturales lo empujó a permanecer en el cobijo que le ha sabido dar el ambiente citadino. “Hay una prueba realizada con larvas de Culex pipiens, una especie de mosquito, que se hacen los muertitos frente a los depredadores, mientras que el Aedes aegypyi no, éstos se mueven de manera vigorosa generando para el depredador una concreta atracción. La respuesta automática de los depredadores es atacar al primer movimiento. Por ello es que el Aedes tiene éxito reproductivo solo dentro de las viviendas, ahora, si eliminamos a los depredadores que se mueven en las cercanías de los hogares, le estamos dando la oportunidad que se establezcan en los huecos de los árboles, plantas que acumulan agua, etc”.
Sobre los periodos con mayor presencia del vector en los últimos años, el biólogo sostuvo que “tres periodos estivales durante 2009, 2016 y 2020 demostraron que las epidemias de dengue pueden extenderse a las ciudades del norte y centro del país. Los epidemiólogos son capaces de distinguir <tiempos repetitivos> y un orden interno para explicar los factores que desencadenan el caos social de las epidemias”.
El rol del Estado en torno a las campañas de prevención, sobre esto Nicolás Schweigmann dijo que “lamentablemente quienes gobiernan con mirada estrecha, ven “linealmente” los problemas de salud y ambiente aplicando parches tecnológicos para tapar el caos durante el tiempo de sus mandatos. Los estadistas suelen buscar perspectivas en los tres niveles, asesorase por especialistas y así aprovechar las “oportunidades” para producir cambios a largo plazo”.
La creación del <enemigo> y el combate contra el mismo a través de la utilización de conocidos químicos, una campaña comercial que aporta indudablemente a la confusión. “Crecimos viendo una propaganda en la que ingresan mosquitos (el enemigo) por la ventana, y una mamá oficia rápidamente de escudo humano para la protección de sus hijos. Es allí donde toma un aerosol (el arma) y les dispara, acto seguido los mosquitos explotan, dando la visualización de una guerra.
Estos son los elementos que se utilizan para desinformar, ya que dos mosquitos no hacen a la población de los mismos, una hembra pone entre 60 y 100 huevos, y en su vida puede llegar hasta los 500. Es decir que muerta la hembra vieja, ya tenemos para su reemplazo un hembra joven, eso las grandes formas de insecticidas no te lo muestran, ya que no aparecen ni las larvas ni los criaderos”.
La necesidad de que sea el propio Estado quién regule las publicidades comerciales, como premisa fundamental de un necesario cambio de paradigma. “Yo le pido al Estado que intervenga mostrando al mosquito como un polizonte, no como un enemigo, ese proceso se llama de <domiciliación> porque nosotros le dejamos lugar para su proliferación a través de los recipientes con agua. Esa es una visión biológica, pero por sobre todas las cosas, lógica, en realidad soy yo el responsable de darle lugar al insecto para que se reproduzca. Es decir, en lugar de luchar y combatir, debemos reducir los microambientes favorables para reducir los espacios de cría del mosquito, llevando adelante un control de natalidad”.
La partida que estamos jugando contra el mosquito que transmite malaria, fiebre amarilla y dengue, la estamos perdiendo por goleada, ya que no lo entendemos ni conocemos. “En lugar de fumigar y poner símbolos de <prohibido el mosquito> o <No al mosquito>, lo que debemos lograr es un ambiente seguro. En lo particular estoy trabajando con un concepto que el subconsciente no reconoce la palabra NO, es decir, que esto lo único que hace es impulsar la propagación. Distinto sería si yo te digo <Ambiente libre de mosquitos>, te estoy invitando a contribuir con la transformación que pretendemos llevar adelante”.
El paradigma químico, una barrera a derribar para poder mutar una realidad sumamente incómoda y preocupante. “El hombre necesita de los químicos para poder vivir, eso lo tenemos enraizado, vamos al médico y le pedimos una pastilla para el estómago, para poder dormir etc. Como también solicitamos a quiénes corresponda, una pastilla o producto para matar a tal u otro bicho, esto es algo instalado desde la segunda guerra mundial con el invento de los antibióticos y el DDT, ambos productos muy buenos para resolver los problemas en ese entonces. Si bien el DDT luego se prohibió, éste mutó en otros productos que la industria química impulsó, el paradigma químico sigue más vigente que nunca”.
Los ambientes saludables se logran a partir de la aplicación de conocimientos básicos sobre lo que conviene y lo que no conviene que se encuentre en el entorno donde vivimos y trabajamos. “Los saberes prácticos sobre el ciclo de vida de los mosquitos es fundamental. Sin embargo, es increíble que algo tan sencillo no exista en la currícula escolar como un tema permanente. La difusión sobre prevención es dirigida hacia los adultos y en la mayoría de los casos contiene importantes errores conceptuales. La ausencia de formación adecuada contribuye a que no existan programas de prevención sostenidos en el tiempo y se hable de dengue recién en los episodios epidémicos, y se aplique el paradigma químico para emparchar la situación y calmar el reclamo vecinal”, enfatizó el biólogo.
Por último, Nicolás Schweigmann acercó una última e imprescindible reflexión en torno a la otra epidemia, la silenciada. “El Estado tiene también responsabilidad ambiental sobre la presencia de basurales a cielo abierto en zonas urbanas, el reciclado de las cubiertas de vehículos usadas en la vía pública, los cementerios de vehículos incautados por el poder judicial, los floreros en cementerios humanos. También tiene la responsabilidad de prevenir la llegada de infectados al país, brindando algún tipo de información a los viajeros que les advierta la situación epidemiológica de cualquier enfermedad contagiosa de las ciudades destino (medicina del viajero). Las autoridades de los organismos mundiales deberían contribuir en no cometer errores conceptuales que favorezcan la desinformación”.
El invierno corresponde a la temporada donde las poblaciones del mosquito se encuentran en situación de mayor debilidad, no hay adultos y solo hay huevos acumulados en los recipientes, esperando el calor de la siguiente primavera. La prevención mediante la eliminación de recipientes (descacharreo) tiene un impacto mucho más fuerte en invierno porque el vector no tiene la posibilidad de responder mediante dispersión hacia las manzanas linderas. Solo el compromiso consciente, podrá liberarnos del dengue.