Francisco: «Judíos y cristianos deben sentirse hermanos»
Lo expresó en visita a la Sinagoga de Roma ante la presencia de diferentes comunidades judías en Europa y cuyo discurso fue interrumpido 15 veces por aplausos. Enfatizó sobre el diálogo judio-cristiano.
- Internacionales
- Ene 17, 2016
El papa Francisco aseguró hoy que «judíos y cristianos deben sentirse hermanos», en su visita a la Sinagoga de Roma donde hizo un fuerte llamado por el Diálogo Interreligioso y recordó a las víctimas del campo de exterminio de Auschwitz, al tiempo que exclamó que «el pasado debe servir de lección para el presente y para el futuro».
«Nuestras relaciones están muy cerca de mi corazón. Ya en Buenos Aires solía ir a las sinagogas y encontrarme con las comunidades allí reunidas, seguir de cerca las fiestas y conmemoraciones judías y dar gracias al Señor, que nos da la vida y nos acompaña en el camino de la historia», recordó Francisco, que se convirtió hoy en el tercer papa de la historia en visitar el Templo Mayor de la capital italiana.
«Con el tiempo, se ha creado un vínculo espiritual, lo que ha favorecido la aparición de amistades genuinas e incluso inspiró un compromiso compartido», agregó Francisco, que visitó la Sinagoga romana en medio de un fuerte operativo de seguridad.
Dentro del templo, Francisco insistió con su llamado al diálogo interreligioso, ya que «es esencial que nos reunamos como hermanos y hermanas ante nuestro Creador y le alabemos, que nos respetemos y valoremos unos a otros y tratemos de cooperar».
«Y el diálogo judeo-cristiano es un enlace único y especial, en virtud de las raíces judías del cristianismo. Judios y cristianos, por tanto, deben sentirse hermanos, unidos por el mismo Dios y un rico patrimonio espiritual común, sobre el que-construir y seguir construyendo el futuro», pidió Francisco, cuyo discurso fue interrumpido 15 veces por los aplausos.
Durante su mensaje, el pontífice recordó además «los grandes desafíos que enfrenta el mundo hoy», entre los que enumeró que «una ecología integral es ahora una prioridad, y cómo los cristianos y los judios pueden y deben ofrecer a la humanidad el mensaje de la Biblia sobre el cuidado de la creación».
«Los conflictos, las guerras, la violencia y las injusticias son profundas heridas abiertas en la humanidad y nos llaman a fortalecer el compromiso con la paz y la justicia. La violencia del hombre por el hombre está en contradicción con toda religión digna de ese nombre, y en particular con las tres grandes religiones monoteístas. La vida es sagrada, como un regalo de Dios. El quinto mandamiento del Decálogo dice: «No matarás», enfatizó Francisco.
«Todo ser humano, como criatura de Dios, es nuestro hermano, independientemente de su origen o de su afiliación religiosa. Cada persona debe ser visto con buenos ojos, al igual que Dios, que da su mano misericordiosa para todos, independientemente de su fe y de su origen, y que se ocupa de las personas que más lo necesitan: los pobres, los enfermos, los marginados , los indefensos. Donde la vida se encuentra en peligro, se nos llama aún más para protegerla», exclamó el Santo Padre.
Al llegar a la Sinagoga minutos antes de las 16 de Roma (12 de Argentina), Francisco puso flores en la placa conmemorativa de la deportación de los Judios de Roma en 1943 y de la víctima de un ataque palestino de 1982.
«Durante mi primera visita a esta sinagoga como Obispo de Roma, deseo expresar a usted, extendiéndola a todas las comunidades judías, los saludos fraternales de la paz de esta iglesia y toda la Iglesia Católica», había expresado el Santo Padre al arribar al templo y antes de recordar las visitas de sus predecesores en 1983 y 2010.
Dentro del Templo, el Sumo Pontífice se encontró con el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, y juntos entran en la sinagoga donde, con la Comunidad romana, hay representantes de diferentes comunidades judías de Europa para comenzar al ceremonia de la que también participó invitado especialmente por la comunidad judía local el encargado de negocios de la embajada argentina, Carlos Cherniak.
«Ni la violencia ni la muerte nunca tendrán la última palabra delante de Dios, que es el Dios del amor y de la vida. Debemos orar con insistencia para que nos ayuden a la práctica en Europa, Tierra Santa, en el Medio Oriente, en África y en otros lugares en el mundo de la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón, de la vida», pidió el Papa argentino.
«El pueblo judío, en su historia, ha tenido que experimentar la violencia y la persecución, hasta el exterminio de los Judios europeos durante el Holocausto. Seis millones de personas, sólo porque pertenecen al pueblo judío, fueron víctimas de las barbaridades más inhumanas perpetradas en nombre de una ideología. El 16 de octubre de 1943, más de un millar de hombres, mujeres y niños de la comunidad Roma judía fueron deportados a Auschwitz», recordó Francisco.
«Hoy quiero recordar de una manera especial: su sufrimiento, sus preocupaciones, sus lágrimas nunca deben ser olvidados. Y el pasado debe servir de lección para el presente y para el futuro. El Holocausto nos enseña que siempre debemos máxima vigilancia, a tomar medidas rápidas en defensa de la dignidad humana y la paz. Me gustaría expresar mi cercanía a cada testigo del Holocausto que aún viven; y dirijo un saludo especial a los que están presentes aquí hoy», finalizó el Obispo de Roma.
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