VIERNES, 22 DE NOV

Las amenazas comerciales de Trump son realmente la Guerra Fría 2.0

El presidente norteamericano abre sus negociaciones con una amenaza. No cuesta nada, y nunca se sabe si puede conseguir una bicoca.

Por Michael Hudson

El Presidente Trump ha amenazado al Presidente de China, Xi que si no se encuentran y hablan en la próxima reunión del G-20 en Japón, el 29-30 de junio, los Estados Unidos no va a suavizar su guerra de tarifas y sanciones económicas contra las exportaciones y tecnológicas chinas.

De hecho, habrá alguna reunión entre líderes chinos y estadounidenses, pero nada que pueda considerarse una negociación real. Estas reuniones están normalmente preparadas de antemano, por parte de funcionarios especializados que trabajan juntos para preparar un acuerdo que anuncien sus jefes de Estado. Pero esta preparación no ha tenido lugar, ni puede tener lugar. Trump no delega su autoridad.

Trump abre sus negociaciones con una amenaza. No cuesta nada, y nunca se sabe (o al menos, él nunca sabe) si puede conseguir un bicoca. Su amenaza es que los EE.UU. pueden dañar a su adversario, a menos que el país se comprometa a respetar la lista de deseos de los Estados Unidos. Pero en este caso la lista es tan poco realista que a los medios de comunicación les da vergüenza hablar de ello. Los EE.UU. está haciendo peticiones imposibles de rendición económica, que ningún país puede aceptar. Lo que parece ser la superficie sólo una guerra comercial es realmente una Guerra Fría en toda regla 2.0.

La lista de deseos de EE.UU.: sumisión neoliberal de otros países

En juego está si China va a estar de acuerdo en hacer lo que Rusia hizo en la década de 1990: poner al frente una marioneta como Yeltsin que puedan manipular los planificadores neoliberales, para cambiar el control de su economía de su gobierno al sector financiero de Estados Unidos y sus planificadores. Así que la auténtica lucha es realmente sobre qué tipo de planificación debe tener China y el resto del mundo: la de sus gobiernos para aumentar la prosperidad, o la del sector financiero para extraer ingresos e imponer la austeridad.

La diplomacia de Estados Unidos tiene como objetivo hacer dependientes a otros países de sus exportaciones agrícolas, su petróleo (o del petróleo de los principales aliados de Estados Unidos, que este controla), de su información y tecnología militar. Esta dependencia comercial permitirá a los estrategas imponer sanciones que puedan privar a las economías de los alimentos básicos, energía, comunicaciones y piezas de repuesto si se resisten a las peticiones de Estados Unidos.

El objetivo es obtener el control financiero de los recursos mundiales y hacer que los “socios” comerciales paguen intereses, derechos de licencia y altos precios por los productos sobre los que Estados Unidos goza de “derechos” de monopolio y la propiedad intelectual. Así, la guerra comercial tiene como objetivo hacer dependientes a otros países de los Estados Unidos, de sus bienes de alta tecnología, petróleo, alimentos, bancos y finanzas, cuya interrupción provocaría la austeridad y el sufrimiento hasta que el “socio” comercial se rinde.

La disposición de China para darle un triunfo a Trump

Las amenazas son baratas, pero el señor Trump en realidad no puede seguir adelante sin volver en contra suya a los agricultores, Wall Street y el mercado de valores, Walmart y gran parte del sector de TI en el momento de las elecciones sí sus aranceles sobre China aumentan el coste de la vida y de hacer negocios. Su amenaza diplomática es realmente que los EE.UU. se cortarán su propia garganta económica, imponiendo sanciones a sus propios importadores e inversores si China no se rinde.

Es fácil ver cuál será la respuesta de China. Se pondrá de lado y dejará que Estados Unidos se autodestruya. Sus negociadores están bastante dispuestos a “ofrecer” lo que China ha planeado hacer de todos modos, y dejar que Trump presuma de ganar una “concesión”.

China tiene un gran edulcorante que creo Xi Jinping debe ofrecer: Se puede nominar a Donald Trump para el Premio Nobel de la Paz. Sabemos que quiere lo que su predecesor, Barack Obama, consiguió. Y ¿no se lo merece más? Después de todo, está ayudando a unir a Eurasia, empujando a China y Rusia a una alianza con los países vecinos, llegando hasta Europa.

Trump puede ser demasiado narcisista para darse cuenta de la ironía implícita. Al ser el catalizador de la independencia comercial, financiera, alimentaria y en tecnologías de la información de Asia y Europa, también los hará independientes de la amenaza de sanciones de Estados Unidos y dejará a los EE.UU. aislados en medio del multilateralismo emergente.

El deseo de Estados Unidos de un Yeltsin neoliberal chino (y de otro Yeltsin en Rusia, para el caso)

Un buen diplomático no hace exigencias para las que la única respuesta puede ser “No”. No hay manera de que China desmantele su economía mixta y la entregue a los Estados Unidos y a otros inversores globales. No es ningún secreto que Estados Unidos logró la supremacía industrial del mundo a finales del siglo XIX y principios del XX gracias a las grandes subvenciones públicas al sector de la educación, las carreteras, las comunicaciones y otras infraestructuras básicas. Hoy, las economías privatizadas, financiarizadas y “Thatcherized” son muy caras e ineficientes.

Sin embargo, los funcionarios de Estados Unidos persisten en su sueño de promover a algún líder chino o partido neoliberal pro- “libre mercado” para causar el daño que Yeltsin y sus asesores estadounidenses infligieron a Rusia. La idea de Estados Unidos de un acuerdo “beneficioso para todos” es aquel que “permite” que China crezca siempre que acepte convertirse en un satélite financiero y comercial de Estados Unidos, no en un competidor independiente.

La rabieta comercial de Trump parte del hecho de que otros países simplemente están siguiendo la misma estrategia económica que una vez hicieron grande a Estados Unidos, pero que los neoliberales han destruido en EE.UU. y en gran parte de Europa. Los negociadores estadounidenses no están dispuestos a reconocer que Estados Unidos ha perdido su ventaja industrial competitiva y se ha convertido en una economía rentista de alto coste . Su PIB está “vacío”, consiste principalmente de las finanzas, seguros y bienes raíces (FIRE), de alquileres, beneficios y ganancias de capital mientras que la infraestructura de la nación decae y su mano de obra se reduce a una economía a tiempo parcial de “plataformas”. En estas condiciones, el efecto de las amenazas comerciales sólo puede ser acelerar el impulso de otros países para ser económicamente autosuficientes.

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