Comprueban por primera vez en un mamífero que las neuronas del reloj biológico se “remodelan” cada 24 horas

Un estudio internacional, realizado sobre ratones, en el que participó una investigadora del CONICET, sugiere que las neuronas que marcan el ritmo circadiano del cerebro adulto humano podrían tener un grado de plasticidad mayor al que se pensaba.

La investigadora del Conicet, Fernanda Ceriani que participó del estudio internacional realizado sobre ratones explicó que las neuronas que marcan el ritmo circadiano del cerebro adulto humano podrían tener un grado de plasticidad mayor al que se pensaba. A partir de estudios realizados en las llamadas moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), se sabía que las neuronas que controlan el reloj biológico cambian la capacidad de contactar y comunicarse con otras neuronas según la hora del día y los estímulos del ambiente.

Para esto, “pintaron” ciertas neuronas del SCN del ratón –llamadas VIP– con una molécula de un color rojo intenso que tiene la habilidad de escabullirse por todos los rincones del interior de las células. Al examinar el tejido cerebral bajo microscopios especiales pudieron detectar que la ramificación de esas neuronas cambiaba muchísimo a lo largo del día.

“Dentro del SCN del ratón, las neuronas VIP cumplen una función similar a las neuronas PDF con las que trabajamos nosotros en Drosophila, y que describimos cómo arman y desmantelan a lo largo del día sus contactos (sinapsis) con otras neuronas”, señala Ceriani.

El reloj biológico es un mecanismo interno que impone un ciclo de 24 horas –ritmo circadiano– a las funciones básicas de los seres vivos (liberación de hormonas, metabolismo, patrones de sueño, entre otras), organizándolas para que ocurran en el momento óptimo del día. Existe un reloj o “marcapasos” central, que reside en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo cerebral (SCN, por sus siglas en inglés); y varios relojes periféricos, que se ubican en diferentes tejidos del organismo.

El reloj central se pone en hora a diario en respuesta a claves del ambiente, principalmente los ciclos de luz y oscuridad, pero también por la ingesta de comida o la actividad social. Un mal funcionamiento puede generar diversos problemas de salud: desde una disminución de las defensas e insomnio hasta depresión, diabetes y menor rendimiento cognitivo.

De acuerdo con De la Iglesia sería muy difícil concebir que esto puede pasar en el reloj biológico de un ratón y no en el de un ser humano, ya que ambas estructuras tienen gran homología anatómica y funcional”. “El impacto es difícil de estimar en este momento, pero esperamos que experimentos futuros en el ratón puedan dilucidarlo”, concluye.

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