Microsoft sumergió en el fondo del océano un centro de datos que falló una octava parte de uno en tierra
La empresa de software en el 2018 sumergió en el océano un centro de datos para analizar si era mejor tenerlo bajo el agua funcionando. Dos años después, lo sacaron y parecen que los resultados fueron sorprendentes.
- Internet
- Sep 15, 2020
En junio de 2018, Microsoft anunció uno de sus proyectos más novedosos: Project Natick, el cual consistía en sumergir en el fondo del océano un centro de datos con 864 servidores para ver si era más fácil mantenerlo ahí que en la superficie.
Cuando almacenamos «en la nube» o «en Internet» nuestros datos, en realidad, todos acaban en algún tipo de servidor físico que una gran compañía mantiene, en este caso Microsoft. Pero mantener dichos servidores no es tarea fácil y distintas ideas se han desarrollado para mantenerlos estables o perseverar los datos.
La compañía del software anunció que trajeron a la superficie el centro de datos sumergido a unos 35 metros de profundidad en el fondo del océano durante aproximadamente dos años, el cual compararon con otro similar que estaba en la superficie durante el mismo tiempo.
Según Microsoft, el centro de datos del agua solamente sufrió una octava parte de fallos con respecto al que se encontraba en tierra firme. Los centros de datos en la superficie normalmente se deben enfrentar a problemas como la oxidación, la humedad o el control de la temperatura al variar esta considerablemente durante el día y la noche o las estaciones. En cambio, debajo del mar la temperatura se mantiene de forma más constante y la cápsula que lo contenía estaba herméticamente cerrada al exterior.
La parte negativa, fue el soporte técnico y de reparación a profundidad, porque si bien falla una octava parte del centro de datos de la superficie, este igualmente falla. A pesar de esto, dicen que es energéticamente más eficiente y que se trata de una excelente idea para colocar centros de datos en zonas costeras que tengan una masa de agua considerable cercana.
El siguiente paso para Microsoft es demostrar que estos centros de datos se pueden arreglar fácilmente, reciclar o cambiar por otros nuevos una vez que llegan al final de su ciclo de vida útil.