VIERNES, 22 DE NOV

El aumento de los alimentos en los barrios deja al borde del quebranto a los comedores populares, que están desbordados

Un informe apuntó que la canasta básica de los barrios subió casi 40% sólo el mes de diciembre. Abandonados por el Estado, los militantes populares advirtieron que los altos costos de la mercadería les impiden afrontar la compra de mercadería.

 

Por Manuel Parola

Los sectores más vulnerables lo son por tener un registro de ingresos mucho menor a la media, lo que los hace destinar la mayoría de esos ingresos a cubrir las necesidades más básicas. Sólo en diciembre, los alimentos aumentaron un 42,1% en los barrios de Rosario, con especial hincapié en las carnes, verduras y productos de almacén. Con la suba de los insumos, las ollas populares están cada vez más complicadas para seguir entregando raciones de comida.

Según un informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), hubo un aumento del 42,21% en la Canasta Básica Alimentaria y un 39,57% en la Canasta Básica Total en el mes de diciembre. Dicho de otra manera, una familia tipo de cuatro personas necesitó $603.249 para no ser pobre: “En una Argentina donde el Salario Mínimo Vital y Móvil en diciembre fue de $156.000, muchísimas familias no pudieron afrontar los gastos de la Canasta Básica Total el último mes del año, aún si ambos adultos hubieran percibido salarios mínimos”, apunta el relevamiento realizado en cooperación con la organización Libres del Sur.

Sofía Botto, directora del Isepci en la provincia de Santa Fe y referente del Movimiento Libres del Sur en Rosario, dijo en diálogo con Conclusión que “hay una profundización mucho más importante de la indigencia y de la pobreza. A su vez, los ingresos de las familias se ven licuados, más específicamente en los sectores populares donde vamos a empezar a tener muchas dificultades para afrontar las necesidades más elementales”.

Gentileza de Alejadra Amarillo

Estas medidas atacaron el bolsillo de los que menos tienen. Todo aumentó el doble o el triple”, lamentó Mónica Crespo, referente de la cooperativa Cartoneros Unidos e integrante de la Federación de Cartoneros y Recicladores (Facyr). Ella es además titular de un merendero en la calle Carrasco 2080 y apunta que todos los barrios de la ciudad se encuentran en situaciones igual de acuciantes: “En toda la zona de Rosario están todos iguales, con problemas para adquirir lo más indispensable. Los compañeros salen a cartonear y no les alcanza ni para comprar un kilo de pan”.

El comedor del cual es líder Crespo entrega 430 raciones de comida tres veces a la semana, pero esta semana no pudieron brindar esa cantidad de comida a la gente: en los barrios no hay plata. “Esta semana no le pudimos brindar la comida a la gente porque el pollo y la carne se fueron al carajo, y las verduras todavía más”, contó a este medio la dirigente cartonera y profundizó: “La gente a veces viene y preguntan qué podemos hacer para sostener la olla. Toda la semana estuvimos viendo de que pudieran llevarse una porción de comida que sea nutritiva. Tenemos gente que colabora y que nos ayuda, pero hasta a esa gente que nos ayudaba se le ha hecho muy difícil seguir. Todos los días escuchas la historia de dolor de los compañeros, de medicamentos que no consiguen los más adultos. Es muy triste el panorama”.

Los productos de carnicería son los que registraron mayor aumento, con un incremento del 57,27%. Le siguieron los productos de almacén con un 39,88%, los cuales son los que mayormente consumen los sectores populares, mientras que una familia necesitó $20.000 para tener una comida austera en Nochebuena y la fiesta de Año Nuevo.

Los datos son desesperantes, aún sin sumar los gastos extraordinarios que tiene cada familia durante las fiestas de fin de año», sostuvo Botto, quien subrayó que la mayoría de los incrementos “obedecen a las disposiciones del gobierno encabezado por Javier Milei quien, con las medidas de desregulación de la economía, da lugar a la especulación por parte de los grandes empresarios, permite precios exorbitantes en alimentos básicos y licúa los salarios de los trabajadores y las trabajadoras”.

“En el tema de los comedores, hay una situación compleja y es que funcionan a partir de que el Estado nacional les manda mercadería. Hoy en día no están pudiendo trabajar. Hace dos meses empezó a haber, sobre todo en la segunda quincena del mes, la presencia de adultos mayores y jubilados, siendo que los que más acuden son niños y jóvenes que retiran las porciones de comida para sus familias. Al momento estamos con muy poco diálogo con el gobierno nacional”.

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“Es tan abrupto el incremento de los precios que los ingresos de todo el mundo se van licuando. Sobre todo de quienes están siendo objeto de crítica y observación constante por parte del gobierno, como lo pueden ser las personas de origen popular o que reciben un beneficio del Estado”, graficó Botto.

Las ollas populares hacen las veces de trinchera para combatir la angustia de los vecinos en momentos de necesidad y urgencia, y de refugio para los sectores que no pueden sostener las cuatro comidas indispensables diarias y necesitan complementar en uno de ellos en algún comedor o merendero. No obstante, la explosión inflacionaria hace la tarea cada vez más difícil.

“Creció mucho la necesidad en los barrios, sobre todo en la copa de leche. Cada vez se suma más gente porque a veces es la única porción de comida que comen en el día”, contó a Conclusión Alejandra Amarillo, de la organización Libres del Sur Territorial: “Si ya veníamos mal, con estas políticas se agravó la situación. Si bien no se cubre la canasta básica y no se consiguen los alimentos para que los chicos se nutran bien, esto es todavía peor”.

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Un fenómeno que no se veía hasta el momento en los comedores fue la presencia cada vez más marcada de niños y ancianos buscando una porción de comida para llevar a su casa o sentarse a comer: “Recurren mucho a los comedores y eso indigna porque no se pueden sentar a comer en familia y compartir una comida. No es solamente una mamá o un papá que van a  buscar la copa de leche. Hay muchos jubilados solos que necesitan una contención, por ejemplo no tienen dinero para pagar una toma de presión. La copa de leche termina siendo una referencia para que vayan a medirse, a hacerse el control y, por parte de los chicos, puedan obtener apoyo escolar”, desarrolló Amarillo.

El momento de reproducción expansiva de las ollas populares fue durante la pandemia donde la problemática del hambre “se agravó muchísimo”. Las copas de leche siguieron funcionando luego del 2021 ya que “esa necesidad iba creciendo” pero la referente apuntó a Conclusión que este fenómeno “hoy se profundizó porque no sabemos mañana qué podemos comprar y qué no”.

Si antes venían 50 raciones, ahora han superado los 100 platos de comida. Las compañeras hacen malabares y a veces no es suficiente el insumo. Si no recibís por parte de un vecino o de un almacén, no se puede. En la pandemia había locales vecinales que nos ayudaban, que nos daban una mano, pero hoy ya es muy difícil hasta para ellos”, concluyó Amarillo.

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