MARTES, 12 DE NOV

El estudiante: un actor fundamental en las conquistas sociales

En los agitados últimos meses del país, el movimiento estudiantil fue uno de los que más fuertemente se hizo sentir en defensa de sus derechos, alzando banderas como la de la universidad pública y la de un salario docente digno. Conclusión dialogó con referentes universitarios rosarinos para recobrar el sentido del Día del Estudiante desde una perspectiva más profunda, inclusiva y de lucha.

Jueves 23 de agosto. Más de diez mil rosarinos se volcaron a las calles en una marcha sin precedentes en la historia de la ciudad para defender la universidad pública, de la que participaron no sólo el movimiento estudiantil y los gremios docentes sino también gran parte del arco sindical y hasta el mismísimo rector de la Universidad Nacional de Rosario, Héctor Floriani.

Once días y pocas respuestas después, tendría lugar en Rosario otro hecho histórico: luego de cinco semanas de paro consecutivas, la noche del lunes 3 de septiembre, los universitarios de la ciudad tomaron once edificios públicos (nueve facultades y dos preuniversidades), tras decidirlo mediante asambleas en las que participaron 1.500 estudiantes.

Cada 21 de septiembre se conmemora en Argentina el Día del Estudiante debido a que en esa fecha de 1888 se repatriaron los restos de Domingo Faustino Sarmiento, fallecido diez días antes en Asunción, capital de Paraguay.

No obstante, en este 2018 en el que también se cumplieron 100 años de la Reforma Universitaria, el verdadero sentir del estudiante se recobró nuevamente en las calles y en la lucha. Cien años después de aquella reforma que permitió el ingreso de miles de jóvenes de distintas clases a la universidad, en una pelea en la que estuvieron fuertemente de la mano con el movimiento obrero, los universitarios volvieron a ponerse de pie para defender la educación pública como bandera y escudo en un país sumido en una profunda crisis.

“La principal definición para caracterizar el momento es que se despertó el gigante dormido universitario”, describió a Conclusión Manuel Leiva, secretario general de la Federación Universitaria de Rosario. “Los estudiantes tuvimos ese momento en donde la realidad llegó a sacudirnos”, aportó Romeo Jovel, vicepresidente del centro de estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario (UTN).

Durante varios días, y tal como se había logrado en otros puntos culmines de la historia de lucha por la educación argentina, los estudiantes lograron romper el cerco mediático e instalarse en las primeras planas de los principales medios del país, visibilizando no sólo las problemáticas de las universidades nacionales sino también del salario docente, uno de los más golpeados y estigmatizados por el actual gobierno.

Como también lo explicó Guido Borra, presidente del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística, “la participación estudiantil en este contexto de crisis, con los centros de estudiantes y las federaciones universitarias, fue fundamental para romper ese cerco que de alguna forma invisibilizaba estas luchas, demonizando tanto a los gremios docentes (que si hacen paro son unos vagos) como a los estudiantes (que si se movilizan o participan es porque no quieren estudiar)”. Demonización, producto de la imposibilidad de continuar tapando la problemática ante la gravedad de la situación y el conflicto, similar a lo que los medios hegemónicos intentaron perpetuar en su momento contra la lucha de los movimientos feministas y también en las distintas peleas de todo el conjunto de los trabajadores.

Esa demonización, también, baja en línea directa a través de argumentos ya subyacentes en el irascible argentino promedio, que son a su vez, como expresó Leiva, “ideas retrógradas que se quieren imponer y que son propias de un modelo que piensa que la meritocracia va a salvar a la mayoría de la gente o que la riqueza es por la teoría del derrame”.

Por esto, la lucha no fue solamente contra un Estado que no quiso dar el brazo a torcer en su política de ajuste y de recorte a la educación, sino contra un aparato creador de imaginarios sociales que el mismo gobierno alimenta a través de una campaña de desprestigio a las instituciones públicas.

En la era de las privatizaciones y del mercado libre, el dinero gobierna sin intermediarios. ¿Cuál es la función que se atribuye al estado? El estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y de la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un estado juez y gendarme, y poco más. En muchos países del mundo, la justicia social ha sido reducida a justicia penal.

Curso básico de injusticia” – Eduardo Galeano: “Patas Arriba”

Desprestigio del Estado a las universidades públicas

Las declaraciones formuladas en distintos discursos por los funcionarios del gobierno nacional y principalmente por el presidente, Mauricio Macri, con connotaciones despectivas del estilo “caer en la educación pública” o “¿qué es esto de universidades por todos lados?” y en paralelo con la reivindicación de las instituciones educativas privadas, forman parte de una clara política estatal, que en lo concreto es visible en un desfinanciamiento que se ve reflejado en el proyecto de Presupuesto presentado por Hacienda para 2019.

Por ejemplo, se destinarán al menos 593.016 millones de pesos en el pago en intereses de la deuda externa, un 49% más que en el año anterior y un 54% del ajuste total, siendo la única parte del presupuesto que avanza de la mano con la inflación.

Así también, Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología tendrán un 8% menos de presupuesto, mientras que las cifras que llegan a la Universidad Nacional de Rosario no se despegan de los montos que se recibían hace dos años.

“A la par que se sucedía todo el conflicto, comenzaron a salir publicidades de universidades privadas diciendo ‘No pierdas el año, sumate a la universidad tal’. Es lamentable que esté pasando eso, entendiendo que nuestra universidad es ejemplo en nivel académico, en gratuidad, que tiene las puertas abiertas para todos y es un ejemplo a nivel latinoamericano y a nivel mundial. Que esté pasando esto, que se les abra el paso a las privadas para que tomen mayor protagonismo, yo creo que tiene que ver con un plan del gobierno”, analizó Borra.

En el plano más simbólico del desprestigio, Milena Orayén, presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Humanidades, sufre en carne propia como todos sus compañeros la doble estigmatización estatal, ya que sumado al de la educación pública se suma el desprestigio en general a las ciencias sociales.

“Siempre nos llevamos un golpe más duro en la batalla cultural, y en ese sentido desde que asume Macri se siente cada vez más ese desprecio, lo cual es algo que venimos intentando los estudiantes que no pase desapercibido”, afirmó.

Humanidades, precisamente, fue uno de los polos más activos en la toma de universidades en Rosario y uno de los establecimientos que además de dar el puntapié inicial luego sostuvo mayor tiempo la medida.

El mismo día que los estudiantes tomaron las facultades, el presidente Mauricio Macri anunciaba que se eliminarían 10 ministerios: Ciencia y Tecnología, Cultura, Energía, Agroindustria, Salud, Turismo, Ambiente, Trabajo y Modernización; además del Sistema Federal de Medios.

El estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza.

Curso básico de injusticia” – Eduardo Galeano: “Patas Arriba”

Universidad, ¿pública?

“Vienen por todo, por la educación pública como la conocemos, por nuestros derechos humanos, por nuestro trabajo, por todo, y si no nos movilizamos, si no luchamos por lo que no nos toca a veces directamente, o lo que sí y no nos damos cuenta, no vamos a avanzar en derechos o vamos a seguir perdiéndolos. Tenemos que estar en defensa de la educación pública tal como está en el imaginario de esta sociedad. Hay que defenderla para que siga siendo así y seguir profundizando en eso”, proclamó Orayén, referente de AIRE y Mate Cocido.

En el marco de la lucha estudiantil, no solamente se puso en agenda la defensa de la educación pública tal cual la conocemos, sino que también se logró un debate en torno a qué clase de educación pública se quiere, y cuánto falta aún garantizar para lograr una universidad más inclusiva.

Borra, de la agrupación Manuel Belgrano, contó a Conclusión que lanzaron una campaña en las redes sociales con la pregunta “¿Vos podrías ingresar a la universidad si fuese arancelada?”, cuyas respuestas fueron en su gran mayoría negativas, y agregó: “Aún ya siendo pública, en el contexto de este y años anteriores ha habido una gran deserción de estudiantes por la falta de políticas de bienestar estudiantil que hagan que permanezcan dentro de las aulas, ya que si bien las universidades son gratuitas e irrestrictas los costos son cada vez más altos, mientras que los alquileres suben y los tarifazos hacen que los servicios sean cada vez más caros. Esto hace que muchos estudiantes terminen dejando la universidad o la facultad”.

“No puede ser que hoy un estudiante tenga que pagar más de 13 mil o 15 mil pesos sólo para estar en Rosario. Entonces, que digan que es gratuita no es del todo cierto, porque en realidad los costos para acceder a una universidad son muy altos. Hay millones que sueñan con entrar a la universidad y todavía no pueden acceder”, expuso por su parte Leiva, quien además de ser el secretario general de la FUR es referente del Alde y ex presidente del centro de estudiantes de Psicología. Él, también, pone en cuestión que no sólo hay que defender la “universidad como la conocemos, sino profundizar en la discusión de qué universidad necesitamos, porque que sea pública no quiere decir que haga a los conocimientos públicos o que esté al servicio del desarrollo nacional o de los más necesitados de nuestro país”.

La presidenta del centro de estudiantes de Humanidades, por su parte, hizo hincapié en que hoy por hoy el rol de los estudiantes es “entender el lugar que están ocupando en la universidad” ya que, “al fin y al cabo, es un lugar de privilegio”:

“Es un lugar de privilegio porque no todo el mundo puede entrar las facultades, porque la educación es pública, es gratuita en teoría, pero no todo el mundo tiene acceso, y no debería ser así. Creo que esa es una de las luchas, que la universidad sea cada vez más inclusiva y que esté al servicio del pueblo, siempre. Si como estudiantes quedamos aislados en nuestra propia realidad, la historia nos pasa por al lado”.

Eduardo Galeano, en su libro «Patas Arriba: la escuela del mundo al revés», en el fragmento “El derecho al delirio” del capítulo “La contraescuela”, elabora una extensa lista de derechos humanos que las Naciones Unidas no especificaron y que formarían parte de “otro mundo posible”, siendo uno de ellos: “La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla”

Aunque la administración pública quiera disfrazarse de madre piadosa, no tiene más remedio que consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo. En estos tiempos neoliberales, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de la salud pública y de la educación pública, como si fueran formas de la caridad pública, en vísperas de elecciones.

Curso básico de injusticia” – Eduardo Galeano: “Patas Arriba”

Unidad de los estudiantes

Una de las claves para pensar las tomas y para entender la importancia de la lucha del movimiento estudiantil, en un ejemplo que podría y debería ser imitado por el movimiento obrero en su conjunto, es la unidad de los estudiantes en pos de la lucha.

Romeo Jovel, integrante de Tecnológicos AutoConvocados (TAC) y vicepresidente del CEUTN, cuya facultad no sufrió como las demás el no comienzo del segundo cuatrimestre pero igual estuvieron en la lucha, puso el énfasis en que donde primero se eliminaron las diferencias fue en el seno interno de la facultad: “Nosotros impulsamos siempre que dejemos todas las diferencias para otro momento, que somos todos de la educación pública y que la defendemos todos juntos”.

No obstante, hubo también un importante click en la mentalidad de muchos estudiantes que nunca antes se habían movilizado y ahora levantaron la bandera en defensa de su educación, y esa también fue una de las grandes claves.

Los referentes estudiantiles coinciden en que para muchos ese cambio surgió a raíz de la incertidumbre de muchos alumnos de saber qué iba a ocurrir con sus parciales y con el cuatrimestre. Desde esas dudas más individuales, explicó Milena Orayén, se pasó al pensamiento colectivo y la reflexión de entender que “la educación como la conocemos, la educación pública, está en peligro por el modelo político del país que está llevando este gobierno”.

Para Manuel Leiva, el único responsable de “toda esta situación de casi perder el cuatrimestre” y de “la respuesta del movimiento estudiantil” es “el gobierno nacional”.

“Si el gobierno nacional tuviera voluntad de resolver el problema desde el día uno, no tendríamos que haber hecho todas las cosas que hicimos”, agregó.

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible.

El derecho al delirio” – Eduardo Galeano: “Patas Arriba”

El pueblo unido

“Deciles que no les sirve luchar”, reza una parte de la letra de la canción “Setentistas”, de Attaque 77. En ese mismo tema, se menciona al Rosariazo y al Cordobazo, dos enormes ejemplos de lucha en la historia argentina.

“Hasta que no te pase a vos, no vas a entender”, dice otra parte de esa canción, dedicada a aquellos que no son capaces de sentirse interpelados ante la desgracia del otro. Uno de los grandes resultados que se generaron a raíz de la lucha estudiantil, además del cambio en la oferta salarial del 15 al 24% para los docentes, se dio, precisamente, en el encuentro de los estudiantes con el movimiento obrero, como ocurrió también, por ejemplo, hace cien años.

En las mismas asambleas donde se definían las tomas universitarias, el conjunto de los estudiantes votaba por movilizarse al día siguiente junto a los trabajadores del Cordón Industrial que reclamaban por sus puestos de trabajo.

En La Plata, los estudiantes salieron a la calle y se encontraron con los trabajadores del Astillero Río Santiago, momento en el que se dieron cuenta que estaban del mismo lado y luchando contra un mismo “enemigo”.

Hace cien años, para que tenga lugar la Reforma Universitaria, los estudiantes universitarios se solidarizaron con los que no podían ingresar y con los hijos de esos obreros que estaban dejando afuera. Hoy, además, la problemática se extiende hasta finalizada la etapa de formación, donde los graduados no consiguen empleo por la pérdida de fuentes de trabajo y la cada vez más escasa oferta laboral.

“Este sábado también se cumplen años del Rosariazo, que creemos que son momentos claves de la historia de nuestra tierra, en donde estudiantes y trabajadores se unieron, hicieron un plan en conjunto, entendieron las problemáticas que los atravesaban y es ahí claramente cuando el pueblo tiene todas las de avanzar en derechos. Creemos que ese es el camino, creo que es el camino que estamos tratando de construir y que hay que seguir profundizándolo”, expresó Milena Orayén.

“Los estudiantes no estamos para aislarnos en nosotros mismos y pensar que somos la vanguardia iluminada, sino que queremos colaborar y aportar al movimiento nacional que piensa que la Argentina tiene que ser distinta y que no está para lo que está viviendo ahora”, dijo Manuel Leiva. La secretaría general de la FUR, este viernes, se encuentra junto a los sindicatos y las organizaciones sociales como actores fundamentales en la planificación del próximo paro general en la ciudad.

¿Qué clase de profesionales estamos formando?

Jovel, desde su lugar en Ingeniería, expresó una profunda preocupación, también, sobre qué clase de profesionales se están formando de cara el futuro y para qué modelo de país.

“Si nosotros no tenemos dónde ir a trabajar, y si tampoco tenemos un modelo de país para poder desarrollar, para ser un ingeniero de verdad, ¿ingenieros para qué tipo de país vamos a ser? ¿O qué tipo de ingenieros? Porque ahora hay muchos ingenieros con un plan de estudios adecuado a lo que necesita una multinacional. Entonces vos no vas a desarrollar algo que necesita el país, te vas a acomodar a lo que necesita esa gran empresa de bandera extranjera que te está explotando tus recursos y seguramente tiene en sus planes seguir explotando esos recursos, y no va a ser para desarrollar algo que pueda fortalecer a Argentina y su industria para dejar de vivir de bicicleta y deuda”, criticó.

En una idéntica consonancia, Borra hizo hincapié en el rol que juega la universidad pública, que “no tiene que formar solamente profesionales especializados en una disciplina, sino que tiene que formar a estudiantes con conciencia social, que piensen en un modelo de sustentabilidad, de economía social, en el que todos tengamos lugar, y muchas veces vemos que lo que se pretenden es formar profesionales al servicio de un mercado que no brinda posibilidades”.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.

El derecho al delirio” – Eduardo Galeano: “Patas Arriba”

“En la educación pública lo que principalmente se aprende no son las carreras, sino que se aprende a defender los derechos todos los días”, concluyó el secretario general de la Federación Universitaria de Rosario, Manuel Leiva.

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