“El gran desafío es inseminar la semilla de la colaboración”
Mario Raimondi, el creador de la fundación ‘El Desafío’, dejó en charla con Conclusión los deseos de la organización que lucha a diario contra la pobreza y la exclusión estructural en Rosario.
- Ciudad
- Mar 31, 2016
Por Jennifer Hartkopf
“Siempre fui un convencido de que si hay problemas para resolver, hay que resolverlos, hay que involucrarse”, se dijo Mario Raimondi allá por el año 2001, cuando en pleno contexto de crisis decidió crear la fundación ‘El Desafío’ que, desde entonces, combate la pobreza y la exclusión estructural en Rosario a través del trabajo comunitario con familias y chicos en situación de pobreza; y el desarrollo de programas que buscan incentivar la participación de los ciudadanos que no sufren urgencias sociales.
“Siempre, desde chiquito, fui un poco Mafalda. ‘Quilombero’, como se diría acá en Argentina”, expresó en diálogo con Conclusión el fundador que, junto al holandés Jorn Wemmenhove, llevó adelante el proyecto. Por aquel entonces Mario vivía y trabajaba en una empresa deportiva en Holanda, por lo que aprovechó su entorno para buscar apoyo económico y dar inicio a lo que en 2002 se convertiría en ‘El Desafío’.
Con el deporte como base, la fundación busca el progreso a social a gran escala, que sea una misión abarcativa y un compromiso a largo plazo que permita ser sostenido en el tiempo. “En la vida no podés decir me comprometo con esto y en el momento difícil tirar la toalla, porque justamente el compromiso se demuestra en esas situaciones”, apunta el especialista.
“Tenemos una teoría del cambio que tiene dos ejes: uno es el desarrollo juvenil enfocado en chicos -de 7 a 18 años del barrio Moreno y La Lata- que están viviendo en situación de pobreza y exclusión, y el otro pilar es la participación ciudadana de todos aquellos que no están en esas condiciones, pero que son también parte del país, algo que todavía, a los argentinos, les cuesta entender”, amplia mientras desayuna con un café y unas tostadas.
—¿A qué se refiere específicamente al decir “a los argentinos aún les cuesta entender”?
—Dentro de una democracia hay tanto derechos como deberes, participás consciente o inconscientemente con cada cosa que hacés, todo el día estamos construyendo el país. Todos nos necesitamos y siempre tenemos algo que aprender del otro. De ahí la importancia de promover la participación ciudadana.
Lejos del asistencialismo, Mario aclara que la fundación no trabaja “por los que más lo necesitan, ni por ser solidarios ni benéficos, lo hacemos porque entendemos que un país no puede funcionar sanamente ni progresar si tenemos un 30 por ciento de gente viviendo por debajo de la línea de pobreza, ¿en qué cabeza cabe? Eso me afecta a mí y nos afecta a todos”.
Proyectos en camino
Además de los 17 programas que ya están funcionando,y con 164 chicos ya inscriptos, la fundación cuenta, actualmente, con tres proyectos, dos de los cuales ya están en etapa de desarrollo, y otro que aún está en tratativas: ‘Laboratorio de Ciclismo Urbano’, ‘Escuela de Vida’ y ‘Academia del Desafío’.
El primero de los proyecto toma como eje la bicicleta porque “es el principal medio de transporte de los jóvenes, y la que les abre un mundo de oportunidades”. Y enseguida ejemplifica: “Hay chicos de barrio La Lata que no conocían el río, y lo tienen a 30 cuadras. Al ignorar todas las posibilidades que tenés, el desarrollo se ve totalmente minimizado y amenazado. Desde ese lado nos interesa el tema de la movilidad”.
La ‘Academia del Desafío’ es un programa de formación de personas que están en contacto con chicos a través del deporte: profesores de educación física, docentes, entrenadores, sean del ámbito público o privado.
“Consideramos que el deporte es una gran plataforma para el desarrollo personal y para el cambio. Sin embargo, en Argentina, no está explotado para nada porque los programas de estudio del Profesorado de Educación Física, por ejemplo, básicamente ofrecen conocimiento técnico, táctico, físico, algo de recreación y nada más”, expone Mario a Conclusión.
Asimismo consideró que “hablar de los valores del deporte es totalmente iluso y utópico” porque “de lo que hay que hablar es del deporte como plataforma de desarrollo para desplegar habilidades de vida que son objetivas, no subjetivas, como por ejemplo la capacidad de frustración, la comunicación efectiva, la resolución de conflictos, la actitud del autosabotaje, sobre esas habilidades es donde utilizamos y pensamos el deporte”.
Tal proyecto tendrá un período de 4 años que buscará capacitar, formar y seleccionar a 60 personas que estén en contacto con unos 200 chicos a través del deporte en todo el país. A esas personas las entrenarán durante una semana, con todo pago, para que luego, estos ‘graduados’ sean miembros vitalicios de la cadena y así empezar a expandirse. “Hablamos de 60 personas, 200 chicos cada una, son 12.000 chicos en un año, en un período de 4 años,ya son 48.000 chicos”, precisó el fundador.
Finalmente, ‘Escuela de Vida’ trabajará sobre el concepto del desarrollo de habilidades y lo abrirá a todos los jóvenes. “Van a ser cursos puntuales de un día, o de cuatro horas, o de dos meses, donde todo lo que trabajemos surgirá de los mismos chicos”, detalló.
“Somos muy críticos con la educación tradicional que te aleja de la creatividad, de tu talento, de la experiencia; los chicos terminan la primaria y la secundaria con lo mínimo. Además, lamentablemente muchas veces reciben mensajes tales como ‘vos no vas a llegar a nada’ entonces juntamos esos conceptos y empezamos a trabajar en esta iniciativa que será a partir de agosto y van a ser grupos mixtos, de chicos del barrio y chicos que no estén en situación de pobreza que van a pagar y sostener la financiación del programa, para que haya integración y conocimiento cruzado”.
Financiamiento
‘El Desafío’ recibe aportes de inversores sociales que colaboran con 50 o 100 pesos por mes, lo que representa alrededor del 30 por ciento del presupuesto anual; sponsors y empresas privadas, un 30 por ciento más; fundaciones, ONG, y fondos de cooperación internacional, otro 20 por ciento, y por último, eventos realizados por la propia fundación que significan otro 20 por ciento.
“No recibimos subsidios ni donaciones del Estado. A futuro queremos desarrollar negocios sociales, que tengan como fin que una parte de las ganancias sirvan para financiar los programas comunitarios que hacemos, que sirva para mantenernos”, reveló Mario y siguió:“Nuestra matriz a futuro es financiarnos con los inversores sociales, los eventos que hagamos y los negocios sociales para ser sustentables”.
Principales desafíos
A nivel macro Mario sueña con “poder inseminar la semilla de la colaboración”. Según observa, “la competencia es algo que está muy arraigado en nuestra cultura. No está esa mentalidad de colaboración que necesitás para crecer, para mejorar, para generar conflicto creativo. Y eso nos resulta bastante difícil, por eso transmitir esa visión es un desafío”.
A nivel micro y a corto plazo, señaló el hecho de poder “alcanzar la propia sustentabilidad, no tener que depender de nadie en tema de recursos, y lograr escalar y salir del barrio, de Rosario, para generar mayor efecto contagio”.
—En relación a los desafíos que plantea, ¿cómo ve la situación actual en Rosario y en el país?
—Siempre con mirada optimista, no obstante, no vemos cambios grandes en el país. La gente viviendo en situación de pobreza en 33 años de democracia que llevamos no lo hemos resuelto. Tampoco veo que a nivel Estado haya políticas serias que tengan que ver con el empoderamiento del desarrollo de la gente. Sí ha habido políticas de asistencia, pero son buenas sólo si están acompañadas por planes complementarios de desarrollo y no es el caso, eso a nivel Estado falta. Lo que sí dentro de la Fundación hay gran cantidad de gente queriendo participar, que está entendiendo que la democracia significa deberes, responsabilidad; no va más la de poner el voto cada 4 años y pensar que el funcionario de turno que elegimos va a resolver las cosas. Hay más participación ciudadana. Argentina es un país donde la participación ciudadana no ha sido estimulada para nada, y yo lo atribuyo a los mismos partidos políticos que han transmitido un mensaje claro de que la participación ciudadana en democracia se hacía solamente a través de los partidos políticos.
Algunas dificultades
Las realidad de los chicos que asisten a los distintos programas, según cuenta Mario, responde a un ambiente “muy violento” caracterizado no sólo por la violencia física que se vive en muchas familias, sino también por la falta de alimentación adecuada, ausencia de servicios sanitarios, gran influencia de criminalidad, situaciones de machismo marcado, entre otras, lo que provoca “mucha desesperanza, una autoestima bajísima y una capacidad de proyección nula”.
Algunos resultados
El año pasado el 84 por ciento de los chicos mejoraron sus habilidades en logros que van del 70 al 85 por ciento; la mitad de los chicos que no estaban escolarizados volvieron a escolarizarse, todos los que estaban escolarizados mantuvieron su escolarización y además, mejoraron su rendimiento académico. A nivel general, como las mini bibliotecas públicas que el año pasado fueron 8, hubo 65.000 usuarios en toda la ciudad a lo largo del año.
“Todo nace de una motivación de no conformismo. Nunca nos conformamos. Es la búsqueda constante de la excelencia”, cuenta el líder de la fundación.
El año 2015 terminó con un plan de 10 años que se basó fundamentalmente en el desarrollo de los programas comunitarios con los chicos, mientras que este 2016 inaugura una nueva etapa de 10 años más que pondrá el foco en “escalar el impacto y llegar a mucha más gente incorporando nuevas formas”.
“Cada una de las historias es conmovedora. Ver los cambios y crecimientos es fantástico. Y vos lo único que hiciste fue ponerle el marco, darle la contención, escucharlo, fijarse cuáles son sus intereses, ver cómo potenciarlo, cómo manejar el contexto horrible en el cual viven los chicos. Después ellos solos logran su desarrollo. Ver que lo que hacés funciona, es maravilloso”, finalizó Mario con una sonrisa en el rostro.
La visita de Obama
La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunió en la Usina del Arte, en Capital Federal, con jóvenes emprendedores; entre ellos se encontraba Luz Amuchástegui, directora de los programas de ‘El Desafío’, quien fue elegida al azar por el mandatario para formular una pregunta.
Aprovechando la oportunidad, la joven preguntó sobre la necesidad que existe en la Argentina de que haya un marco legal para las organizaciones que ayudan a los sectores marginales, qué consejos les daría, y saber su opinión sobre la ayuda que los gobiernos deben dar a las empresas que ‘generan conciencia social’.
Tras el episodio, y en los días sucesivos, Luz Amuchástegui no escapó al foco de la prensa y de los políticos, que rápidamente buscaron contactarse con ella. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿hay necesidad de tener que esperar obtener la atención de un presidente ajeno sobre personas u organizaciones propias, para destacar y reconocer las buenas acciones que se desarrollan en la ciudad, específicamente, y en el país en general? ¿Los actuales interesados en contactar a Luz Amuchástegui no podrían haberlo hecho también antes?
Cuantas veces las buenas obras están doblando la esquina y cuantas más, a la hora de ofrecer ayuda, mostrar interés o brindar apoyo, la gente, y especialmente los funcionarios, se hacen los desentendidos. En definitiva, hay que pensar que no hace falta esperar grandes actos o el arribo de grandes personalidades para poder apoyar a quienes hacen buenas acciones todos los días…