JUEVES, 07 DE NOV

El que llega a la Taigoyé sabe que no es solamente maestro

En la escuela 1.344 se brinda educación intercultural para niños de la comunidad toba y mocoví. En su día, sus docentes comentan que la enseñanza de la currícula es tan sólo una parte de su trabajo diario.

Por Guido Brunet

Ser maestro no es solamente dictar los contenidos de una materia, la profesión en sí implica también otras tareas y enseñanzas. De eso pueden dar cuenta, sin lugar a dudas, los docentes de la Taigoyé de Rosario. “El que llega a esta escuela sabe que no es solamente maestro, acá todos hacemos todo”, dice su vicedirectora, Silvia Rodríguez. “Todo lo que se necesita en el barrio pasa por acá”, afirma.

La escuela 1.344, ubicada en Juan B. Justo 2085 (distrito noroeste), no es una colegio como cualquier otro. Si bien cada institución tiene su particularidad, la Cacique Taigoyé es un centro de educación bilingüe al que asisten alumnos de pueblos originarios pertenecientes a tres barrios cercanos. “No es lo mismo esta escuela que una común, no utilizamos los mismos contenidos”, indica la directiva.

La educación intercultural que se brinda en la institución está destinada a niños de la comunidad toba y mocoví. Pero también allí se sirve el almuerzo y una copa de leche. “Fuimos porteros, ayudantes de cocina y agentes sanitarios”, enumera Rodríguez, entre otras labores de las que deben hacerse cargo diariamente.

En total, acuden a la escuela 386 alumnos en dos turnos. El 95% son de la comunidad indígena (en su gran mayoría toba y algunos mocovíes) y el 5% son criollos, y asisten desde jardín hasta séptimo grado.

El colegio se inauguró en 1990 cuando llegaron seis maestros de Formosa de educación intercultural; al año siguiente se incorporaron ocho docentes “blancos”, como se les llama en este tipo de establecimientos. Uno de los primeros maestros de pueblos originarios fue Alfredo González, quien aún continúa en la escuela.

González expresa: “Mi tarea es acompañar a los chicos para que puedan tener una carrera, trabajamos para que posean una educación de calidad, que les permita un acceso al trabajo para que tengan un futuro, ya que siempre fueron discriminados”.

Alfredo es Maestro Idóneo (tal es el nombre del cargo), uno de los tres que posee la institución. Ya que en la escuela se brindan en paralelo contenidos espirituales y científicos. Hay horas semanales en las cuales trabaja el Maestro Idóneo junto con otro docente.

“Integramos los contenidos”, explica Mirna González, docente de séptimo grado. “Buscamos que los chicos conozcan las dos posturas y que puedan respetar su cultura”, completa Mirna.

«Mi tarea es acompañar a los chicos para que después tengan acceso al trabajo y un futuro, ya que siempre fueron discriminados

Otro de los Maestros Idóneos es Ever Morales, quien también se desempeña como Maestro de Ceremonia encargado de oficiar todas las celebraciones de la comunidad qom. “Aquí es diferente porque celebramos festividades en base a la naturaleza, acá el eje es el respeto a lo natural”, detalla.

“El sol para nosotros es el astro dador de vida, porque los primeros relatos cuentan que luz y sol fueron los primeros habitantes del universo. Luego se crearon la tierra, el agua y el aire. Y después le dieron al carancho el talento de crear el fuego», explica el maestro.

Entre las principales celebraciones se pueden citar el Día del Aborígen Americano (19 de abril), Pachamama (1 de agosto), Inti Raymi o Fiesta del Sol (21 de junio) y Florecimiento del Lapacho (comienzo de la primavera durante septiembre).

Morales pertenece a la comunidad toba y procede de Pampa del Indio, Chaco, pero vivió en su infancia en Rosario y acudió a esta misma escuela. “Tengo una mezcolanza porque mi padre es indígena y mi madre criolla”, cuenta. “Yo me crié con las dos lenguas, mi mamá me hablaba en español y mi abuela en qom”, completa.

Por otra parte, una de las cuestiones que distingue a la Taigoyé es que todas las decisiones las toma el Consejo de Idioma y Cultura, que antes era el Consejo de Ancianos conformado por caciques llegados del Chaco.

Clases en un galpón

La vicedirectora de la institución, Silvia Rodríguez, formó parte del proyecto desde sus incios, pero debió estar alejada de la escuela desde 1998 hasta 2010, y narra que en los primeros trece años tuvieron que dar clases en un galpón.

Cada día los docentes se encargaban de trasladar a los niños desde el barrio a una capilla evangélica ubicada a 70 cuadras de distancia, en la calle Provincias Unidas al 2.000. Porque “nadie nos quería dar un espacio para la escuela porque para algunos eran los negros y enfermos”, expresa Rodríguez. Por lo que la Provincia pagaba un alquiler a la iglesia.

Entonces, cuatro maestros subían al transporte urbano de pasajeros con 45 chicos para movilizarse hacia el “aula”. Y al finalizar la jornada, dos docentes se quedaban a limpiar. “Era arremangarse y baldear”, recuerda Rodríguez.

El actual edificio fue inaugurado en 2004 sobre un terreno que compró la Provincia y se construyó gracias a la donación de la fundación encabezada por Samuel, hijo de Rosa Ziperovich. Es por ello que el complejo lleva el nombre de la reconocida docente que trabajó en la ciudad. “El ministerio no nos dio la plata para construir la escuela, si no hubiese sido por el aporte de la familia seguiríamos trabajando en el galpón de Juan José Paso”, comenta la vice.

Ahora, el edificio no es exclusivamente la Taigoyé, allí también funcionan otras tres escuelas: la secundaria 517, el anexo del Eempa 1.313 y la primaria nocturna 2.531.

 

Parejas pedagógicas

Uno de los anhelos de la institución es trabajar en “parejas pedagógicas” formadas por un Maestro Idóneo y uno blanco. Pero aún aguardan la aprobación del Ministerio de Educación.

A diferencia de lo que ocurría en los años noventa, en la actualidad la mayoría de los alumnos nacieron en Rosario. Sin embargo, uno de los principales escollos a la hora de la enseñanza es la dificultad de los alumnos para expresarse en español debido a que “los padres siguen hablando en sus casas en qom, para los chicos hay una especie de pelea interna entre dos lenguas, la materna y la nuestra”, explica Rodríguez.

Por este motivo desde la escuela solicitan al Ministerio la creación de nuevos cargos y mayor asesoramiento técnico. “Si tuviéramos ese acompañante que tanto reclamamos los chicos se alfabetizarían en primer grado, no en segundo o tercero como está pasando”, indica la docente. “No porque no tengan condiciones, son muy capaces. Se lo pedimos al Ministerio porque le estamos quitando a los chicos la posibilidad de una alfabetización como en el resto de las escuelas”, refiere Rodríguez.

Alfredo González, por su parte, se suma al reclamo: “Es importante que el Gobierno se haga cargo de la interculturalidad bilingüe, para que todo esto que no quede en el aire, para los niños, para mi comunidad, para el día de mañana”.

“Si tuviéramos los cargos que reclamamos los chicos se alfabetizarían en primer grado, no en segundo o tercero como está pasando”

“Nosotros estamos haciendo con los compañeros lo que podemos, pero el asesoramiento técnico no lo tenemos, porque no es lo mismo esta escuela que una escuela común, no podemos usar la misma currícula, los mismos contenidos”, menciona la vicedirectora.

Días atrás el Gobierno provincial oficializó diecinueve escuelas bilingües de la provincia, las cuales se suman a las cinco instituciones educativas ya existentes en Santa Fe. En Rosario fueron reconocidas las escuelas 1380 Roberto Fontanarrosa, 1485 Juan Diego, la Secundaria Orientada 517 y la 518 Carlos Fuentealba, que se agregan a la Taigoyé y la 1.333 “Nueva Esperanza” (Rouillón 4400).

Con respecto a esto, Silvia Rodríguez señala: “¿El título de qué sirve si no crean los cargos? En éste tiempo nadie se acercó del Ministerio. Entonces de qué bilingüismo hablamos”, reclama.

La entrevista se interrumpe cuando una alumna de unos ocho años toca la puerta, ingresa y le entrega una carta que dice: “Seño Silvia, te amo y te quiero mucho”, le da un beso y se va.

“Mi relación es muy particular, yo soy muy milica. Pero a pesar de esa parte autoritaria, los chicos no me tienen miedo. Son muy respetuosos”. Así describe Silvia la particular relación con los alumnos de la escuela.

Todo pasa por allí

La Rosa Ziperovich es el lugar de referencia por antonomasia del barrio. Todos los problemas del entorno pasan por allí. “Los padres ven a la escuela como al referente número uno. Si hay que hacer una partida de nacimiento, hacemos el trámite, si hay que sacar turno para ir al médico o para obtener el dni, lo hacemos nosotros”, cuenta Rodríguez. “Todo pasa por la escuela”, resume la vicedirectora.

Para graficar, cuenta el caso de una alumna que padece una problema de salud, a la que “si yo no llamo a la mamá y la acompaño al centro de salud no va y cuando veo que no se cura vuelvo a llamar a la madre”, relata la maestra.

«Si hay que hacer una partida de nacimiento o sacar turno para ir al médico, lo hacemos nosotros; todo pasa por la escuela”

El colegio se encuentra cerca de tres zonas de comunidades qom ubicadas en Travesía y Juan José Paso, Olivé y Olavarría y Cassiano Casas y la vía. Éste último, para Rodríguez “es como una ciudad oculta”. “Creo que a ese barrio y a Los Pumas los quisieron ocultar. Los seres humanos seguimos siendo egoístas y pensando en uno. Es increíble que estando en el año 2017 todavía haya gente racista”, reflexiona Rodríguez.

En el área se construyeron viviendas pertenecientes a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, lo que para la docente significó un “avance”. “Ahora tienen cocina, baño, habitaciones y no una casa de chapa”, destaca Rodríguez. Y recuerda que años atrás los hogares eran construidos con bolsas de nylon y cartones.

 

Volver a elegir

La enseñanza de los contenidos académicos es sólo una pequeña parte de la tarea que hace casi treinta años desarrolla Rodríguez junto a otros maestros en la zona. La cuestión de la salud podría decirse que fue su ocupación primordial durante mucho tiempo.

La directiva relata que “los chicos venían con muchas enfermedades, por ejemplo tubercolusis. Y algunos llegaron de Chaco sin ningún tipo de vacunas”. De eso debieron ocuparse los docentes, quienes tras convencer a los padres, realizaban campañas diarias de vacunación para unos veinte niños.

“No es fácil nuestra tarea acá, pero sí es gratificante”, dice Rodríguez. Una de las cuestiones que más reconforta a Silvia es volver encontrarse con sus antiguos alumnos en la Taigoyé. “Empecé con un primer grado de chicos de 14 años que nunca habían ido a la escuela y hoy sus hijos vienen a estudiar aquí”, señala.

Por último, la maestra no duda en que a pesar de las dificultades por las que han atravesado y deben enfrentarse cada día, no cambiaría nada en su carrera: “Acá todos hacemos todo. Si nosotros no colaboráramos la escuela no funcionaría. El que llega sabe que no es solamente maestro. Pero si volviese 28 atrás cuando comencé como docente volvería a elegir esta escuela”.

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