Ferias populares, un fenómeno que crece en Rosario al ritmo de la crisis
Hay unas diez en Rosario. Los que se quedaron sin trabajo o no les alcanza para llegar a fin de mes lo toman como una alternativa; los compradores buscan precios más baratos.
- Ciudad
- Nov 18, 2018
Las ferias populares datan de los 90, pero obtuvieron su mayor crecimiento durante el año 2002. Nacieron como respuesta a la crisis económica, a la falta de trabajo y recursos y se convirtieron en el ámbito en que millones de ciudadanos buscaron obtener una economía de subsistencia. Muchas de ellas luego se convirtieron en clubes de trueque durante la crisis de 2001. Hoy vuelven a estar en boga.
Hoy en día, las ferias vuelven a ser protagonistas en Rosario debido a dos factores fundamentales: la perdida de empleo y los altos costos de vida. Como una forma de subsistencia, a las ferias van a vender quienes perdieron su trabajo, pero también quienes cuentan con un empleo que no les alcanza para afrontar los aumentos en precios y servicios. Estos factores hacen que las ferias vuelvan a ser necesarias para las economías familiares que no encuentran otro horizonte dentro de la realidad actual.
Pero también cambiaron los compradores. Anteriormente adquirían productos allí sólo los sectores con menores recursos, ahora la clase media también las frecuenta para buscar precios accesibles.
Existen más de diez ferias populares en la ciudad. Allí, se puede conseguir cualquier tipo de productos. Desde ropa y celulares hasta juguetes usados, plantas y discos. Los precios son muy inferiores a los que se encuentran en otra parte de la ciudad.
La feria de Maradona y Roullion o mejor conocida como Feria del Tanque es una de las más grandes de la ciudad. Sus puestos ocupan unas cinco manzanas del barrio Triángulo, en la zona oeste de Rosario. Y los domingos acuden a comprar allí unas 20 mil personas, tanto de Rosario como alrededores. Cuenta con un total de cinco mil puestos atendidos por unas ocho mil personas.
Juntar una moneda
En la feria del Tanque se pueden encontrar remeras para niños por $100, pantalones por $130, relojes por un precio similar, celulares Moto G y Samsung Galaxy A5 por menos de cinco mil pesos y mayonesa por 200 gramos a diez pesos. Recorriendo sus puestos conviven los libros y discos con plantas y ollas. También hay juguetes, auriculares usados, jaulas para pájaros, zapatillas, viejos televisores y artículos de limpieza, entre muchos otros elementos.
«Venimos a juntar una moneda», contó uno de los vendedores a Conclusión.
Sin embargo, para algunos vecinos de la zona no todo es positivo, algunos reclaman que la gran cantidad de puestos obstruyen las calles y se hace imposible el acceso de ambulancias o bomberos en caso de emergencias.
En relación a esto, María, una de las referentes del lugar contó que junto con otras ferias de la ciudad impulsan un proyecto para la Municipalidad regule estos espacios, ya que «para la Municipalidad no existimos».
Mujeres que perdieron su trabajo
La feria de Batlle y Ordoñez y España comenzó hace tres años y permite vender lo que allí se ofrece, pero también utilizar el trueque como moneda de cambio.
Valeria es una de las feriantes que lleva sus productos junto a sus hijos. Los productos en su manta van desde golosinas hasta ropa de niños usada. “Cuando a vos te interesa algo que tiene otra persona dentro de la feria, ya sea comida o ropa, se puede cambiar”, apunta.
El predio que utilizan los vecinos y vecinas del barrio es prestado por un empresario del gas que tiene su empresa enfrente del lugar, con la sola condición de que se mantenga en buenas condiciones en cuanto a cuidado y limpieza.
Las personas que asisten a la feria son “mamás -algunas solteras- y gente que quedó sin trabajo, la gente que necesita comer”, mencionan las feriantes con sus niños entre los brazos.
“Los que venimos acá es porque estamos sin trabajo, no es que tenemos ganas de estar acá, pero tenemos que comer, no queremos hacer quilombos ni problemas, solo queremos llevar a nuestras casas algo para comer», cuenta una de las vendedoras.
El la feria de Ballle y Ordoñez y España son casi todas mujeres que se quedaron sin trabajo. Mientras sus hijos están en la escuela, ellas van a vender los diferentes productos. «Somos todas compañeras que venimos acá porque estamos sin trabajo», resume la feriante.