“Hay más droga porque faltan políticas sociales y de salud”
Joaquín Núñez, cura de la orden de los franciscanos, trabaja desde 1986 en Bella Vista Oeste, donde levantó la capilla “Caapè”. Luchador incansable a favor de los chicos y en contra de la droga.
- Ciudad
- Abr 18, 2015
Desde siempre, el padre Joaquín Núñez trabaja a favor de los sectores más humildes, más vulnerables.
Distintas barriadas dan fe de ello, pero fundamentalmente quienes viven en Bella Vista Oeste, donde levantó la capilla “Caapè”, y el comedor San José Obrero, ubicado en Pascual Rosas al 1800, lugar donde además habita una modesta casa.
El cura, franciscano y de 73 años, se prestó a un diálogo con dos estudiantes de periodismo: Sebastián Herrera y Ezequiel Trotta, quienes lo transcribieron y lo hacen llegar a Conclusion a manera de colaboración.
Se habló de muchos temas, básicamente los vinculados a los jóvenes, las drogas, las condiciones de vida de los más desprotegidos, etc.
Joaquín no sólo vive humildemente, sino que ese atributo también lo pone de manifiesto en cada una de sus respuestas, como al momento de responder sobre un encuentro que hace poco tiempo tuvo con el Papa Francisco, con quien dialogó sobre la realidad del mundo actual y sobre Argentina y Rosario en particular.
En lo referido a nuestra ciudad, señaló que el Papa se mostró interesado por el Descanso Dominical, el cual apoya, al igual que el padre Joaquín.
Lo primero que preguntamos fue sobre las tareas que lleva a cabo en el barrio: “Acá lo que hacemos –explicó- es sostener al grupo de gente y acompañar a los comedores, que eran 4 pero los fueron destrozando y ahora tenemos 2 y medio. En este lugar tenemos uno donde servimos 300 raciones diarias. Para esto contamos con ayuda económica que viene de la Nación, vía provincia, y también a través de Cáritas. El problema es que el cheque que recibimos tiene un atraso de tres meses con relación a nuestros egresos”, expresó Núñez.
La droga
La droga y su inserción en vastos sectores de la sociedad fue un tema ineludible en la charla, a partir del intenso trabajo que el padre Joaquín realiza en contra de ese flagelo.
¿Entiende usted que hay cada vez más adictos?
“Naturalmente, hay una falta en las políticas sociales y de salud, al estar destruido el tejido social, donde la célula de este tejido es la familia. Para revertir la situación hay que invertir en esto, además de que el pibe pueda estudiar y pueda aprender un oficio. Pero antes es necesario que haya todo un seguimiento con el pibe”.
En relación a la droga, se estigmatiza mucho a las villas como si fueran lugares indignos. ¿Cuál es su visión al respecto?
“Por supuesto que es digno vivir en la villa, pero como se vivía cuando se originaron las primeras villas. Era gente pobre del sector rural que se asentó en las afueras de la ciudad, en la época de la industrialización, para hacer changas. Y mucha gente muy trabajadora y muy honesta, pero se llegó a alterar en la periferia de la ciudad, y es así la villa, pero también es muy explotada por la droga; la consumen y la comercializan”.
¿Está de acuerdo con la despenalización en la droga?
“Yo personalmente estoy en contra de la despenalización, no me parece por el hecho que a mí me toca vivir, en medio de las adolescentes y de los chicos que están atrapados en la adicción. Si a esto lo liberamos, no quedamos nadie, es servirles en bandeja. Al menos es lo que yo puedo percibir por esta realidad tan dura y peligrosa. Además, creo que es exponer mucho más a los niños si pensamos en la despenalización, además de que la franja más vulnerable a la droga es la adolescencia”.
Nota en los barrios que usted camina los intereses del narcotráfico, esos dineros calientes?
“Tal vez, si uno fuese un poco más curioso, podría notar la presencia de vehículos u otros medios muy modernos y tan nuevos, aun acá en la villa, y uno dice, ¿de dónde es?, si no tiene ni trabajo”.
Por qué cree usted que un pibe decide trabajar con personas que comercializan droga?
“Y, para tener unos pesos. Esta gente los explota y los convierten en sicarios, por la gran necesidad que tienen estos pibes. Hay un altísimo porcentaje de jóvenes y padres de familias que están en el consumo y para poder comprar están en el robo. Y ya no hay un cuidado, porque eso termina en la muerte, porque lo matan o se mata”.
¿Qué contención se le da a los chicos que se acercan a los centros por sus adicciones?
“La única contención que podemos hacer, dentro de nuestras extremas limitaciones, es acompañarlos, ayudarlos, acercarlos a que vengan a comer acá, hacerlos terminar la escuela y el secundario, o sacarlos de la comisaría o de tribunales y ofrecerles servicio comunitario, pero es un fuego que se apaga rápido. A cientos de chicos he ido a sacarlos, que ya son padres de familia, y es tan dolorosa la cantidad de mujeres jóvenes con niños en los brazos esperando ver si sueltan a los maridos.
¿Recibe alguna ayuda del Estado. Entiende que el Estado está comprometido en esta realidad?
“Yo creo que el Estado sabe, el Gobierno sabe, nosotros que somos habitantes de la periferia lo sabemos y nos damos cuenta, pero si el compromiso con el narcotráfico lo da la policía y determinados concejales y políticos, es imposible parar esto, y muchas campañas políticas se financian a través del narcotráfico”.
¿Considera que la Sedronar funciona correctamente?
“No, creo que la Sedronar tiene buena intención, pero lo que me parece que están errando, porque tienen que tener un aval muy grande y con capital para poder sacar adelante. Yo intenté que el ex Batallón 121 funcionara con una capacidad de 2000 personas, cubierto con la infraestructura total de camas, colchones, comida, cocina, todo para poder tomar a los adolescentes desocupados, pero es un encierro y hay que darle unos pesos para que puedan también mantener a la familia, y una formación para un oficio o que termine la escuela y que se prepare para un empleo. Pero pasa que no hay una inversión para meterlos a trabajar a estos pibes, no hay fondos ni trabajos. Es muy difícil una reinserción laboral y social. Lo único que pueden hacer es lavar coches, que es una sonsera”.
¿Qué perspectiva tiene desde su lugar como cura de esta barriada, a un par de años?
“De acá a un par de años no sé si estoy vivo, por dos cosas: una es porque ya soy viejo, y la otra porque me van a bajar en cualquier momento, me han amenazado. El día que tenía que viajar a Roma para verme con el Papa, vinieron a asaltarme pero justo no estaba. Gracias a Dios me avisaron que me estaban buscando y que no vuelva a la casa porque pensaban que tenía plata porque estaba por viajar”.
¿Qué postura debe asumir el Gobierno y cuál debe ser el compromiso de la sociedad?
“La postura del Estado tiene que ser la de buscar los caminos y el medio para comprometerse a fondo y no solo con discursos o aportes, sino con una organización y una inversión muy grande para enfrentar, porque hoy día salir a enfrentar al narcotráfico es una guerra abierta. Porque no sirve de nada encerrar y seguir contaminando a los pibes de la periferia”.
¿Qué debe hacer la Iglesia?
“La Iglesia tiene que hacer todo el esfuerzo que está a su alcance para alertar abiertamente a toda la población, y después buscar los medios para organizarse y defenderse, porque los que están padeciendo son las familias que se destrozan por el consumo de los adolescentes”.