Historias contadas en voz baja: Rubén Winkler, el último alfarero
Con las manos en la tierra, dándole rienda suelta a la imaginación, el noble arte de crear objetos de barro y arcilla sigue abriéndose camino. “Es un oficio que se va apagando, por eso insistimos con dejar la llama encendida para las próximas generaciones”, cuenta Rubén Winkler.
- Ciudad
- Mar 10, 2019
Por Alejandro Maidana
Fotos y video: Ignacio Castellanos
Antiguo oficio legado de españoles e italianos que pisaron nuestras tierras, la alfarería lucha por sobrevivir en el mundo de la inmediatez y el consumismo voraz. Las manos sucias se contraponen a una mente límpida que impulsa su imaginación para ponerla a disposición de la creación. Es la primera y la única alfarería que queda aún en pie en Rosario.
La alfarería “Winkler” esconde tantos duendes como historias que merecen ser contadas una y otra vez. Abrazada por un sinfín de esculturas que parecen tener vida propia, la figura de Rubén, el alemán, se destaca por encima de las mismas transformando el entorno en algo mágico.
“De chico me enseñaron que este oficio no solo ocasionaba una gran emoción, también transformaba espiritualmente a los obreros. Hay una manifestación muy alegre de la gente que llega a este lugar, desde niños a adultos que han conocido con anterioridad la alfarería que ya tiene 164 años”, relató Rubén Winkler en una charla con Conclusión.
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Este histórico lugar surge en 1855, en la era de Bartolomé Mitre. En Rosario se fabricaban ladrillos que todavía conservan como lo que son, una verdadera reliquia. El esfuerzo tiene su anclaje en la sobrevivencia de este oficio, es por ello que Rubén insiste de manera sistemática en dejarle la posta a quién tenga el amor y el valor de tomarla. “Quiero que ese espíritu no se pierda, fue mi propósito para poder ayudar a mis padres, por eso deseo que la alfarería se propague y no se apague”, enfatiza.
Cuando lo consultan sobre si es el último alfarero de la ciudad, Winkler responde: “Mi papá siempre decía que en algún rincón vive un alfarero. Este oficio se lleva en la sangre, es como si Dios te lo hubiera impuesto, viene con uno”.
Resulta una verdadera utopía no verse atravesado por un cúmulo de sensaciones cuando uno atraviesa la línea que separa lo terrenal de la alfarería Winkler. Daría toda la impresión que un portal dimensional nos abre sus puertas para permitirnos disfrutar de un mundo sobrenatural, extraordinario, donde la tierra es la encargada de brindarnos todas las respuestas que necesita el alma.