“Hoy sentarnos a tomar mates y estar los cuatro juntos es el mejor regalo”
Así lo expresó en una charla con Conclusión Martín Sabetta, padre de Martina y Tobías, que al momento de salvarle la vida a su hijo no lo dudó y le donó parte de su hígado. Una historia de unión y fortaleza.
- Ciudad
- Jun 17, 2017
Por Candelaria de la Cruz
Dicen que el padre es el primer héroe del hijo y el primer amor de una hija; dicen que cuando hay hijos nada es imposible. Y de eso se trata, un amor mutuo, infinito e incomparable con nada en el mundo.
Martín Sabetta y Anabela Mansilla tenían tan sólo 19 años cuando decidieron formar su familia y un tiempo después, fruto de ese amor nacieron Tobías y Martina. En 2011, a Tobías le diagnosticaron cáncer de hígado y automáticamente tuvo que empezar con los tratamientos de quimioterapia. Después de cumplir con todas las sesiones, los médicos le comunicaron a sus padres que necesitaba un trasplante y que el tiempo corría. Una historia de unión y fortaleza que hoy Conclusión te quiere contar.
«El día que diagnosticaron a Tobias, le hice una promesa a Martín. Si lo salvás, el mundo se va a enterar»
Tobías tiene un papá que -al igual que la mayoría de sus pares en el mundo- haría todo por su hijo y fue así que no dudó en la posibilidad salvarle la vida. “En septiembre del 2011 entramos a cirugía los dos, una cirugía de 12 horas. Me sacaron 330 gramos de hígado, lo suficiente para que él pueda vivir. Ni bien lo pusieron lo aceptó y empezó a funcionar. Pasamos muchas cosas, al principio parecía que no iba a funcionar y ahí fue el milagro, salió adelante”, relató Martín en diálogo con Conclusión.
Tras meses de tratamiento, luego de recibir el órgano Tobías salió adelante y fue el encargado junto con su hermana de transmitir la fortaleza que sus padres necesitaban.
Martín tiene 31 años y junto con Anabella (29) tuvieron que “crecer de golpe” como ellos lo describen. “Ese año a nosotros nos ayudó a conocernos, conocer nuestras debilidades y fortalezas. Todos desde nuestro lugar tuvimos que poner para poder sobrepasar todo. Martina era muy chiquita y le tocaba aguantar todo, no estar con su mamá ni su papá y Tobías que a pesar de todo el sufrimiento mostraba su gran fuerza. A los cuatro nos tocó de distintas maneras”, contó Anabela.
«Somos una familia de fe, creo que conocimos a Dios en profundidad, fue lo que nos fortaleció como familia»
La palabra cáncer causa temor. Durante el largo y arduo proceso por el que debe pasar el niño, que comienza desde que se detecta la enfermedad, empieza también un calvario para sus padres.
“Ese 2011 nos marcó, no sabíamos ni en qué día vivíamos, yo trabajaba a la tarde, de ahí salía y me iba al hospital, Anabella me pasaba el informe y se venía a quedar con Martina que sólo tenía un año, después ella se iba a la mañana y así era nuestra rutina”, aseguró Martín.
Pero a su vez recalcó: «El orgullo más grande que tengo por esto era saber que ella (Anabella) nos veía a los dos y que a los cinco días, después de un trasplante, Tobías salga caminando como si nada hubiera pasado, es un orgullo que te llena el alma. Verlo andar, con eso era suficiente, era lo que te mantenía para vivir”.
“En el momento en que uno es papá, te cambia el mundo tenes que aprender a cuidar de otra persona y cambian las prioridades. Hoy sentarnos a tomar mates y estar los cuatro juntos es el mejor regalo, es impagable”, concluyó Martín.
No hay límites de lo que un padre o madre estaría dispuesto a hacer por su hijo. Hay muchas historias como la de Martín y Tobias. Historias de amor y fortaleza que ayudan y dan aliento que hoy, en el Día del Padre, son el mejor obsequio.
¡FELIZ DÍA!