VIERNES, 29 DE NOV

La cultura rosarina pierde al Teatro Pichincha y al Instituto de Música

“Fuimos víctimas de una decisión tan abusiva como desmedida” le dijo a Conclusión Brenda Mispiasegui, responsable de los espacios culturales.

El asfixiante contexto nacional sumado a una desconsiderada postura inmobiliaria, se cobraron una nueva víctima, la cultura rosarina ha perdido uno de sus bastiones en el tradicional barrio de Pichincha. Atrás quedaron ocho años de trabajo y sueños, un camino que supo ganarse un importante lugar y que hoy contempla con los ojos humedecidos como el horizonte se plaga de incertidumbre.

El Instituto de Música Pichincha (IMP) se ubicaba en calle Salta 3207, mientras que el Teatro Pichincha supo albergar a un sinfín de artistas en Vera Mújica 214. Sólo dos cajones peruanos se mantienen con vida, ya que la necesidad imperiosa de contar con dinero para abonar los gastos pertinentes hizo que el resto deba ser vendido, una realidad demoledora.

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Marcelo Vizarri y Brenda Mispiasegui no dudaron un segundo al momento de ponerle alma y vida a ese sueño que la especulación inmobiliaria se encargaría de transformarlo en pesadilla. “Comenzamos a darle forma a esto junto a mi pareja, fueron 8 años en donde hicimos un gran sacrificio para poder consolidar tanto el Teatro como el Instituto.”, le dijo Brenda a Conclusión.

El inicio en el Instituto y la aparición de una nueva propuesta para darle forma al Teatro, “al año de haber puesto en marcha el IMP, el dueño de este inmueble nos propone alquilar otro local que se encontraba a la vuelta. Éste era un galpón al cual había que hacerle muchísimas cosas para ponerlo de pie, pero accedimos, ya que esta persona nos había prometido que de acondicionarlo lo íbamos a poder trabajar toda la vida, claramente no fue así”, sostuvo.

Las imágenes explicitan lo que habían encontrado Marcelo y Brenda y en qué lo habían convertido, en una cálida sala cultural. “Estuvimos 8 años renovando los sendos contratos con los aumentos lógicos, alrededor de un 30% con la inmobiliaria que estaba a cargo de cobrar los mismos. Pero el problema surge en abril de este año cuando debíamos renovar nuevamente, allí nos encontramos con que el alquiler del Teatro no sería renovado ya que pretendían usarlo como deposito familiar, y el alquiler del Instituto se vería acrecentado en un 160%, una clara invitación a irnos”, relató.

Las clases de este año ya habían comenzado, el lugar que supo contener a casi 150 alumnos se encontraba contra las cuerdas y a merced de una cifra obscena. “Veníamos sosteniendo el espacio con muchísimo esfuerzo debido a los tarifazos y los distintos impuestos. En el camino quedaron 40 mil volantes publicitarios que habíamos hecho confeccionar para tratar de levantar un 2017 que fue durísimo”.

La noticia fue un verdadero golpe al corazón para esta familia que gozaba del nacimiento de Dante, su hijo de apenas un mes en ese entonces. En el medio de esta arbitraria decisión, distintos problemas suscitados por el estado de los inmuebles había motivado una queja de los inquilinos. Paredes con humedad que obligaron a cerrar algunas aulas y goteras en medio de la sala del teatro, “ni la inmobiliaria, ni la dueña se hicieron cargo. Sólo pudimos arreglar de palabra el no pago del alquiler para poder resolver esto, pero escasos dos meses duró el “pacto”, ahora, y después de la noticia que nos demolió, pretenden cobrarnos de enero a esta parte todo. Allí también tenemos otro gran problema, ya que durante ese tiempo las clases se dictaron a duras penas y la comodidad del teatro se vio notablemente reducida”.

“En medio de cambiar pañales y salir de una cesárea, tuvimos que  buscar un nuevo lugar. Nos sentimos desamparados, ya que después de costear como se pudo lo duro del verano, nos encontramos con este panorama”, enfatizó Brenda Mispiasegui.

Guitarra, piano, teclado, violín eran sólo algunas de las muchas actividades del Instituto de Música, mientras que tela, circo, actuación y distintas funciones, supieron galardonar al Teatro Pichincha, lugar que supo disfrutar de la presencia de “Pipi” Piazzolla, nieto de Astor, que si bien tenía una amplia serie de lugares para presentar su último disco, eligió este.

“Nos queda el sabor amargo y la cruda sensación de desamparo, ya que la inmobiliaria ubicada en Santiago y el río no nos respaldó en ningún momento en esta decisión que consideramos desmedida. Como nosotros tuvimos que dar la cara con los profesores y alumnos, ellos deberían hacer lo mismo con nosotros”, concluyó.

 

 

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