La organización de las trabajadoras como salida
Las mujeres del Colectivo de Trabajadorxs Precarizadxs del Tríptico de la Infancia emitió un comunicado al cumplirse 5 años del primer masivo “Ni una menos”, visibilizando el trabajo realizado en su espacio y denunciando la cadena de opresiones cotidianas y estructurales que sufren las mujeres y subjetividades feminizadas en todos los ámbitos, especialmente el laboral, y aún en esta crisis socio-sanitaria.
- Ciudad
- Jun 3, 2020
Este 3 de junio se cumplen 5 años de un hecho clave en la historia moderna de nuestro país, como fue la primera marcha por el «Ni una menos» en contra de los femicidios, la violencia de género y las históricas desigualdades contra las mujeres y subjetividades feminizadas que todavía se siguen replicando en Argentina y el mundo.
Desde el área de Mujeres del Colectivo de Trabajadorxs Precarizadxs del Tríptico de la Infancia emitieron un comunicado titulado “la organización de las trabajadoras como salida”, en el que hacen hincapié en visibilizar tanto el trabajo y los resultados que han tenido como coordinadoras del espacio, como la discusión de temáticas como la precarización laboral (gran padecimiento argentino que incluso así también discrimina y empeora según género), el rol de las mujeres en el trabajo de cuidados (principalmente en esta época de pandemia) y la importancia de la organización de cara al futuro (y al presente).
3 DE JUNIO – NI UNA MENOS
LA ORGANIZACIÓN DE LAS TRABAJADORAS COMO SALIDA
Nos organizamos, ganamos espacios en la calle, avanzando en nuestros derechos. También nos organizamos en nuestros espacios de trabajo, en nuestros espacios de estudio. Hoy en día, en medio de la crisis socio-sanitaria, hay muchísimas mujeres organizadas en ollas populares, no sólo alimentando el hambre, también brindando cuidados, que siguen recayendo en las mujeres, sin existir una real democratización y politización del trabajo de cuidados.
La precarización laboral que vivimos las mujeres forma parte de una cadena de opresiones cotidianas y estructurales, exponiendo aún más a las mujeres y a las subjetividades feminizadas a vivenciar experiencias de violencia de género y transgénero en todas sus formas. Una cruda realidad donde mujeres niñas, niños y jóvenes conforman el eslabón más débil y donde los derechos son vulnerados continuamente.
En nuestra ciudad, en nuestro país y región hay infancias vulneradas y jóvenes que necesitan ser escuchados/as. Hay niñas, niños, y jóvenes empobrecidos, sin derechos básicos que permitan animarse a soñar con una vida digna, una vida mejor, dónde el sueño no es salvarse solo, sino salvarse entre todos y todas. Sin #NiUnaMenos tampoco hay infancias con derechos, ya que por cada femicidio quedan niñes y juventudes huérfanas, dándose en cada antesala a un femicidio múltiples violencias que atraviesan a todos los miembros de las familias, y es allí dónde los espacios estatales tienen que ESTAR PRESENTES, hacer presencia.
Nuestro trabajo como coordinadoras del Tríptico de la Infancia no se agotó en el rol. Fue mucho más allá: nuestro cuerpo puesto allí, en un espacio abierto al juego y a la imaginación. Significaba mucho más que simplemente coordinar un grupo o facilitar el disfrute de un juego. Nuestra presencia consciente, en tiempo y espacio, fue más allá que proponer una actividad.
Además de coordinadoras fuimos oído, escucha activa y sostén de historias y relatos que llegaban a nosotras, que atravesaban los límites del espacio, desde cuerpos dispuestos a jugar o imaginar una realidad otra, distinta, al menos momentáneamente.
Fuimos cómplices y testigos, hermanas y tías. También fuimos amigas. Y muchas veces fuimos madres de algún niño o niña perdide por allí, al que la imaginación le costaba o que la violencia era la única forma que conocía para poder comunicarse.
En un momento comprendimos que nuestro compromiso con el espacio público y las infancias propiciaba inevitablemente que las familias, las madres, las mujeres y por efecto inevitable les niñes, tengan a su merced un espacio otro. Pudieran habitar un nuevo espacio dónde, al menos por un momento contaran, relataran, hablaran y compartieran con nosotras realidades que se hacían pesadas si no las compartían. Realidades vulneradas, violentadas, ultrajadas. Realidades difíciles, disruptivas, pesadas.
Mujeres que pudieron contar una historia e imaginar un mundo otro a través del juego, la risa y la complicidad. Mujeres que decidieron salir por unas horas del mundo real y volver a conectarse con lo que fueron y siempre serán: niñas fuertes.
En el momento en el que -como trabajadoras y mujeres- comprendimos que nuestra presencia no daba lo mismo, que el rol de coordinar significaba mucho más que simplemente estar ahí; en el momento en el que entendimos que podíamos trazar puentes y dibujar sonrisas partiendo de nuestro compromiso con las infancias y las familias, en aquél momento es que nos dimos cuenta de que somos importantes y que es indispensable que estos espacios sean abordados con toda la seriedad, el compromiso y la calidad posible.
Por eso hoy reivindicamos la organización de las mujeres trabajadoras como salida, el tejido de redes, el abrazo colectivo, conectarnos entre mujeres. En nuestro caso particular, somos mujeres organizadas en un Colectivo de trabajadorxs municipales precarizadxs. Porque sin organización no hay lucha posible. Sin lucha no hay cambio, y sin historia no hay causa. Y esta lucha actual está íntimamente causada y atravesada por nuestra historia de ser mujeres.
Las abrazamos y gritamos #NIUNAMENOS!
Mujeres de Colectivo de Trabajadorxs Precarizadxs del Tríptico de la Infancia