La violencia de género también trasciende religiones
Entre las remeras y musculosas que lucieron las miles de mujeres al marchar por el centro rosarino bajo la bandera del "Ni una Menos", se destacó una vestimenta poco usual en este lado del mundo: un niqab.
- Ciudad
- Nov 26, 2015
Entre las remeras, musculosas, uniformes, o simplemente cuerpos pintados que lucieron ayer las miles de mujeres al marchar por el centro rosarino bajo la bandera del «Ni una Menos«, se destacó una vestimenta poco usual en este lado del mundo: un niqab.
Una señora de avanzada edad portaba esa prenda islámica, la cual en combinación con otro velo para los ojos se encarga de cubrir el cuerpo entero hasta la rodilla, dejando solamente libre los ojos, sobre los cuales llevaba un par de anteojos.
Conclusión habló con Walter Callieri, un imán (‘cura’) musulmán nacido en Rosario, quien acompañó a la mujer en cuestión, rosarina también, y a su esposo, de origen paquistaní.
“Estamos acá justamente porque queremos demostrar el hecho de que el Islam es una religión que vino para asegurar los derechos de la humanidad, en todos los sentidos, y cualquier demostración en favor de una nación golpeada, como puede ser el de las mujeres golpeadas, nos parece que merece la adhesión de nuestra parte”, aseguró el hombre, quien también portaba consigo un sombrero típico de los musulmanes.
“Creemos, justamente, como nuestro profeta Muhammad le dijo a sus compañeros: ‘El mejor de entre vosotros es aquel que es mejor con sus mujeres, el que trata mejor a sus mujeres’, y si hablo en plural es porque hablo de la esposa, de los miembros femeninos de su familia, y de su personal doméstico”, amplió.
En el Corán, texto sagrado de la religión, si bien las interpretaciones que hacen los estudiosos difieren entre sí, en general se considera a los hombres y las mujeres iguales “en su creación y vida posterior”, pero no idénticos. A su vez, se menciona a los hombres como “protectores y proveedores” de las mujeres, que deben ser devotas a sus esposos debido a “la preferencia que Allah ha tenido”. Una concepción aún así distinta a la que se busca tener en la cultura occidental.
Una cita del mismo texto también refiere a que para la religión “una persona no se antepone a otra, una persona no es superior a otra, y una persona no es la derivada del otro. Una mujer no ha sido creada para servir los propósitos de un hombre. Sino que ambos han sido creados para beneficio mutuo de cada uno”.
Debido a esta diversidad de interpretaciones, los países musulmanes difieren entre sí en los derechos que tienen las mujeres en cuanto al casamiento, divorcio, derechos civiles, estatus legal, códigos de vestimenta y educación.
Un ejemplo de ello es el que cita Callieri, a la hora de hablar de la “supervivencia de pautas culturales” sin sentido, “a veces preislámicas”, haciendo alusión al hecho de que en Arabia Saudita no se les otorga licencia de conducir a las mujeres. “Es una cosa realmente absurda, porque una de las esposas del profeta condujo a la facción de una batalla montada en un camello, y el camello sería más que un 4×4 de las cosas de hoy en día, así que no tiene sentido no concederle el carnet de conducir a las mujeres”, detalló.
Además, adhirió en el hecho de que “la violencia de género trasciende religiones”, precisamente porque sobreviven esas “prácticas pretribales” y que “cuesta mucho erradicar”. No obstante, cree en que también uno puede “influirla” dentro de lo que sería “la lucha mayor conocida como ‘jihad al·lahu-àkbar’”, en el sentido que “es la lucha que realmente importa, en lo que tiene que ver con el control de las pasiones, de la ira, de los llamados instintivos animales, y que es una lucha que va a durar hasta el ultimo aliento de nuestras vidas”.
En relación a esto último, Callieri sostuvo que implica en este caso lo que sería “poder dominar la ira frente a disputas domesticas o conyugales, que generalmente terminan con la agresión a la mujer”. Además, en cuanto a su análisis personal de los últimos hechos que se han dado, aportó que la cuestión “homicida” dentro de la violencia de género, “también termina influyendo un componente suicida”.
“Uno de los últimos casos que escuche es uno en el que hombre baleó a su mujer atada a una silla, y a posteriori él se suicido, así que realmente hay que tener en cuenta que los impulsos homicidas suelen incluir también una autoagresión que termina con el suicidio, con lo que es peligroso incluso no solamente para la victima sino hasta para el victimario también”, describió.
En cuanto al niqab que usaba la señora y los conceptos que tiene su religión sobre la forma de vestirse de las mujeres, el imán afirmó que “es una prescripción islámica”, ya que “el Corán dice que la mujer debe cuidar sus encantos naturales, incluyendo el cabello, básicamente”, aunque aclarando que en lo que se refiere a taparse la cara “no es obligatorio” ya que “se puede dejar el óvalo de la cara expuesto, las manos, y las extremidades, pero de todas maneras es una forma de preservarse”.
“Nosotros siempre decimos que para nosotros la mujer es un tesoro, un diamante, que debe ser conservado en un estuche o en un cofre, y no dejarlo en un cajón como los tomates de la verdulería que todo el que pasa lo palpa para ver si está para la salsa o para la ensalada”, acotó, acorde a las percepciones de su religión respecto a la exposición visual del cuerpo de la mujer.
¿Y cómo es que un rosarino llega a ser musulmán? El hombre explicó: “El islam es una religión universal. Yo tengo una formación religiosa porque mis padres eran evangélicos, y él justamente me ha orientado hacia esta religión, que es completar y perfeccionar las creencias anteriores, porque eso es lo que dice Dios en el Corán, y creo firmemente que se trata de eso, completar y perfeccionar las religiones anteriores”.
Finalmente, a modo de reflexión, dijo: “Somos una humanidad, tenemos un solo Dios, y el respeto por la humanidad es una norma para nosotros porque realmente nos basamos en el respeto mutuo y en el respeto por la vida, principalmente”.
Pese a que las culturas y las percepciones en cuanto a lo que es la mujer, sus derechos y sus libertades, difieren ampliamente entre las distintas religiones, queda demostrado con estos hechos que la violencia contra las mujeres es una problemática que preocupa a todo el mundo, y que no existen barreras ni religiosas, ni clasistas, ni étnicas, a la hora de tratar sobre estos temas y moverse en pos de garantizar la igualdad de género.