Los relojes de la ciudad tienen quien los cuide
Hay un total de 38 relojes públicos en Rosario y miles de ciudadanos nos preguntamos cómo funcionan. Una sola persona se encarga de ellos. Alcides tiene 80 años y se encarga de los mismos. Esta es su historia.
- Ciudad
- Ago 29, 2015
Por Candelaria De la Cruz
La arquitectura rosarina es más que interesante. En ella predominan las construcciones antiguas y si miramos con atención podemos ver torres altísimas con relojes en su cima.
Son un total de 38 los relojes públicos que nos observan cada día y nos dan la hora, todos ellos con una historia riquísima y que en su gran mayoría fueron abandonados por sus propios constructores o por el desinterés que quienes gobernaban en su momento.
Pero hubo una persona que desde que llegó a Rosario no pudo con su pasión y desde el año 1996 comenzó a hacerse cargo de estos relojes.
Alcides Cornier llegó a la ciudad para cuidar una de las cosas mas valiosas que tenemos, nuestro tiempo. Con sus 80 años este hombre con “alma de niño” –como dice él- sale todos los jueves a recorrer y controlar que los relojes den la hora, sube y baja las escaleras hasta llegar a ellos y les hace el mantenimiento necesario para que nunca dejen de funcionar.
Alcides nos cuenta que su “chifladura” – dicho con picardía por él- comenzó a los 11 años cuando compraba relojes que el mismo desarmaba y estudiaba, adquiriendo así el conocimiento necesario. “Tuve otros trabajos pero lo que me sacó siempre del agua y mi pasión, son los relojes”, expresó Conier.
“Toda mi vida me dediqué a ellos. No solo hago el mantenimiento y los pongo en hora sino que tengo un reloj fabricado por mí la en iglesia San Cayetano, otro en la basílica San José (San Martin y Pellegrini), otro en Arequito que es de 4 caras -copia de uno de Rosario-, otro en la iglesia de Villa Eloisa y el último en Clason”, contó Alcides a Conclusión.
Con respecto a la fabricación de un reloj nos explicó que no es tan fácil: “Nosotros demoramos aproximadamente 20 días en armar un reloj. Si uno tuviera una fábrica sería distinto pero como hay que depender de terceros como por ejemplo talleres, se demora mas” y agregó: “El gran tema son las agujas, es lo más importante. Yo no puedo hacer un cuadrante sin calcular las agujas. El radio de la aguja tiene que tener la medida del cuadrante porque si yo quiero hacer un reloj en una torre, no le puedo poner una maquinita chiquita porque la aguja tiene un metro de radio y no la vamos a ver”.
Charlando sobre los relojes públicos, nos comenta que mucho de ellos funcionan con paneles solares y que actualmente los más nuevos “llevan un cargador de batería, que funciona con el alumbrado público. Cuando se prenden las luces, carga la batería y después se apaga el cargador pero el reloj sigue marchando”.
Fueron instalados entre 1943 y 1945. Para citar algunos: avenida Belgrano y Sargento Cabral, 27 de Febrero y Oroño, Pellegrini y Oroño, frente al Cementerio La Piedad, entre otros.
“Cuando se empezaron a cerrar las estaciones del ferrocarril, El Nuevo Central Argentino recuperó muchos relojes, yo les restauré casi 14 ó 15 relojes de la estación los que están todos en marcha en la sede en Alberdi.
Todos relojes que tiene 100 años o más y están todos en marcha y cuando algo falla, enseguida me llaman”, nos comentó Alcides y aclaró: “Yo hago el mantenimiento de todos los relojes públicos de la ciudad, hasta del más viejo de ellos que se encuentra en la «Plaza Bélgica» (Necochea y Zeballos, cuya columna fue construida en hierro de fundición. A veces la gente y la naturaleza los maltratan, así que hay que ponerles mucha atención”, sentenció.
*La primera hora oficial en Rosario*
El Ferrocarril Central Argentino en 1897, construye próximo a su estación, una torre en calle Wheelwright y Paraguay, instalando un reloj de cuatro cuadrantes; (fabricado en Inglaterra, por la firma “Dent” de Londres, el mismo constructor del famoso Big Ben que comenzó a solucionar el problema de la hora a los vecinos de la ciudad; aún en funcionamiento.
Con respecto a este reloj Alcides afirma que “estaba totalmente destruido. Desde el 96 me hice cargo yo. Le hice el mecanismo completo de la sonería, es un carillón (juego de campanas dispuestas en escala musical que se golpean con un martillo accionado a mano, mediante un teclado de palancas, o de manera mecánica combinada al sistema de reloj) que toca cada 15 minutos” y añadió “Hubo un hombre que trabajaba en el ferrocarril y lo atendió, desde el año 54 hasta que se jubiló y el reloj quedó a la deriva, la estación también, se robaron todo, un desastre”.
Cuenta también Alcides que “en ese momento la Municipalidad dijo que tenía que tener cuidado porque las campanas iban a molestar a los enfermos del Británico y entonces fui a preguntar al sanatorio y me dijeron que no molestaba, así que empecé con mi trabajo”, y añadió que “escribí una carta de lectores para el diario en nombre del reloj y hacia la Municipalidad, preguntando por qué lo habían abandonado?. Lo mismo pasó con el de la Facultad de Derecho. Como ese reloj hay solo 4 en el mundo. Un día lo ubiqué al hombre, porque habían desarmad todas las campanas porque decía que molestaba a los enfermos. Desarmaron el mecanismo completo y lo tiraron a la basura y yo lo llamé y le pregunté si cuando el desarmó el reloj guardó las piezas y me dijo que no lo había desarmado, que lo habían desarmado los militares, pero yo no le creí y terminamos peleando. Yo trabajé todos los días en ese reloj desde las 7 hasta las 11 de la mañana y le hice el mecanismo completo. Trabajé casi seis meses ad honoren, hasta con la luz de las velas”.
Y agregó: “Ahora lo vamos a automatizar para que funciones mejor. Ese reloj levanta tres pesas de 120 kilos cada uno con un sistema en el que las pesas se levantan solas. Tengo varios relojes automatizados que son relojes de torres, pero para darle cuerda hay que subir a la torre”.
Para finalizar, Alcides nos contó que para él, el tiempo es todo: “Toda la vida, desde la creación del hombre el tiempo tuvo importancia. Cuando no existían los relojes se medían con el sol, determinó el trabajo en las fábricas y ahora la hora aparece hasta cuando pagas algo. Es una gran ciencia, y para mí una pasión”.
Fotos: Florencia Vizzi – Salvador Hamoui